Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
OpiniĆ³n
El cabello rizado me gusta
Por Elizabeth Liotta
February 2024 ¿Cuántas veces nos han criticado por tener el cabello rizado? Gracias a los estereotipos de belleza eurocéntricos, el cabello crespo ha sido víctima de desprecios por muchos años. A muchas personas de color se nos enseña que debemos “domar” nuestro cabello rebelde, que debemos alisarlo para que sea más hermoso, ignorando que su naturaleza es preciosa tál cuál es.
Muchas veces pasa que las niñas aprenden a usar altas temperaturas para embellecer su cabello, en vez de desarrollar rutinas que lo ayuden a llegar a todo su potencial. Yo fuí una de esas niñas, y hoy quiero compartir las opiniones de cuatro chicas universitarias que pasaron por experiencias similares a las mías, sobre cómo la sociedad nos enseñó a valorar la cultura blanca occidental, a creer que la máxima expresión de belleza capilar es el pelo lacio. ¡Celebremos nuestros rizos y desafiemos estos estrechos ideales de belleza!
El cabello, especialmente para las mujeres, está atado a un gran valor sentimental. Como queremos vernos femeninas, sentimos que debemos hacer lo que sea para tener el pelo arreglado en todo momento. Pero, ¿qué significa tener el cabello “lindo”? Para muchas, esto implica llevarlo planchado para la fiesta que tenemos el fin semana, o hacernos una permanente para alisarlo y que no se “esponje” cuando vayamos a la playa de vacaciones. Yo ciertamente hice ambas cosas muchas veces. Por desconocimiento, mi familia decidió que la mejor opción para no lidiar con mi cabello era hacerme un alisado permanente. Incluso estaba convencida de que esta era mi única opción. Al no convivir con chicas que tuvieran el cabello tan rizado como yo, no tenía ninguna fuente social que me enseñara a cuidar mis rulos. Me sentía como la chica diferente, la que “tiene el pelo malo”.
Marika Brungs tuvo una experiencia similar: “Las escuelas en las que estuve eran predominantemente blancas. Mi mamá fue muy insistente en que usara mi cabello natural, pero gracias a eso experimenté una gran otredad y exclusión por tener el cabello más enrulado que el de las chicas blancas. La gente asume que debemos saber instintivamente cómo cuidar nuestros rizos, pero nadie realmente te enseña cómo hacerlo. Por mucho tiempo he sentido que mi cabello es menos que el de los demás, y aún estoy trabajando en eso para no sentirme así. Además, con el cabello crespo siempre hay un problema. Si no es que nunca llega al largo que quieres, es que no te gusta su definición. Al entrar a la universidad, encontré consuelo en pelucas y trenzas debido al gran compromiso de tiempo y dinero que requería el cuidado del cabello natural”.
Otras chicas, sin embargo, sí tuvieron la bendición de tener algún familiar que les enseñara a cuidar de su cabello y también a valorarlo. Como Soledad Aguilar-Colón, quien comparte: “A diferencia de muchas otras chicas, mi mamá me enseñó a crear una rutina saludable para mis rizos. Mi cabello es de tipo 3C, y se ha convertido en un ritual de cuidado personal para mí ya que he aprendido mucho gracias a videos en línea. Aprendo sobre su densidad y porosidad, y experimento con los muchos tipos de estilos que puedo hacer. Siempre he creído que mi cabello es hermoso, fuerte y capaz. Es una bendición que sea tan versátil y pueda adaptarse a cualquier cambio”.
Ahora me doy cuenta de que mi cabello era perfecto antes del alisado permanente. Si no fuera por el acoso y las microagresiones constantes que enfrentaba, tal vez hubiera sido más sencillo aceptar mis rizos, ya que siempre me hacían sentir inferior. Mi amiga Isabel Chin Garita también tuvo vivencias parecidas: “Yo crecí en un pueblo que no era muy diverso donde no había demasiadas mujeres latinas o personas con pelo colocho como el mío. Para mí fue un proceso decidir que mi pelo es perfecto tal cual es, porque existe esta creencia general de que el pelo colocho es ‘sucio y desagradable’ y por eso yo nunca me lo dejaba suelto. La gente incluso me decía que debía lavarlo todos los días para que se viera mejor. Por eso, siempre lo llevaba atado, y además, nadie en mi círculo social nunca me enseñó a cuidar de mi pelo”.
Marika Brungs compartió:“Las microagresiones hacia la textura de mi cabello fueron experiencias dolorosas. Hace mucho tiempo, una tía por parte de padre me dijo que yo debería raparme la cabeza, quedarme calva y hacer una peluca con el pelo que corté, y para ella, eso fue un cumplido. A mi abuela también le encantaba tocarme el cabello cuando le placía. La fetichización del cabello rulo no está bien. Cuando esto pasa me hace sentir como un animal de zoológico. La parte más difícil de ser una chica rizada es sentir que tu cabello nunca se ve bien. Sentir que nunca se verá ‘arreglado’ ante los ojos de la sociedad, lo que nos causa la presión de siempre echar nuestro cabello hacia atrás, perfectamente estirado con gel o alisado para poder encajar. También me ha pasado que durante los pocos días que he decidido alisarlo, mis amigos siempre comentan lo hermosa que me veo en ese momento, pero eso sólo me hace pensar, ‘si creen que soy tan bonita ahora, ¿cómo pensaban que me veía con cabello rulo?’”
A pesar de haber pasado por momentos difíciles en nuestra infancia, una de las partes más hermosas de tener el cabello enrulado es aceptar cada parte de nuestro ser e identidad, pensamiento semejante al de otra de mis amigas, como Nayeli Sequeira: “Mi experiencia con el cabello rizado fue difícil al principio, ya que crecí en Managua, Nicaragua, donde los medios de comunicación idolatraban el cabello rubio y liso. Adaptarme a mi propio cabello requirió un esfuerzo significativo para descolonizar mi identidad, aceptarme tal como soy y abrazar mi cabello natural. Me enorgullezco de mi cabello rizado, heredado de mi abuela, quien me brindó valiosos consejos y me ayudó a cuidarlo. Una vez llegada a Estado Unidos, comencé a cuidar más de él y a llevarlo suelto con mayor frecuencia. Para mí eso se sentía como liberarme de la ideología colonizadora de la sociedad que nos obliga a restringir nuestros rizos en lugar de dejarlos libres. De hecho, me he alisado el cabello sólo unas pocas veces. Lo evito porque daña la definición de mis rulos y siento que estoy fingiendo ser alguien que no soy. Si lo quiero llevar liso un día, es porque me siento cómoda de esa manera, no porque la sociedad lo dicte. Cuando era niña, me frustraba tanto con mi cabello que hasta me lo arrancaba por sus nudos obstinados. A menudo me preguntaba por qué había nacido con este cabello. Aceptarme a mí misma y a mi cabello ha sido un viaje de crecimiento personal que me ha ayudado a honrar mi cultura y a mis ancestros”.
Me identifico mucho con su mensaje, ya que recientemente decidí empezar mi propia transición capilar. Mi objetivo es liberarme de los efectos del alisado, redescubrir mi cabello natural y abrazar con orgullo mis raíces afrolatinas. La lección que deseo compartir es que la vida con el pelo rizado no es fácil, pero es increíblemente versátil y enriquecedora. Estas vivencias subrayan la presencia de las microagresiones raciales, y que es esencial ser conscientes de ellas para no repetirlas. ¡Que vivan los rizos, la inclusión y la diversidad de belleza!
Sobre la portada de La Voz de este mes:
“Esta imagen representa la liberación, no solo del cabello rizado, sino también de una identidad que ya no está atada a estándares de belleza eurocéntricos. Este mensaje va en contra de las enseñanzas equivocadas de generaciones pasadas, que afirmaban que el cabello rizado necesitaba ser dominado, atado o alisado. El objetivo es romper con la creencia errónea de que el cabello rizado es menos hermoso o menos valioso que el cabello liso." - Elizabeth Liotta
COPYRIGHT 2024
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
El cabello, especialmente para las mujeres, está atado a un gran valor sentimental. Como queremos vernos femeninas, sentimos que debemos hacer lo que sea para tener el pelo arreglado en todo momento. Pero, ¿qué significa tener el cabello “lindo”? Para muchas, esto implica llevarlo planchado para la fiesta que tenemos el fin semana, o hacernos una permanente para alisarlo y que no se “esponje” cuando vayamos a la playa de vacaciones. Yo ciertamente hice ambas cosas muchas veces. Por desconocimiento, mi familia decidió que la mejor opción para no lidiar con mi cabello era hacerme un alisado permanente. Incluso estaba convencida de que esta era mi única opción. Al no convivir con chicas que tuvieran el cabello tan rizado como yo, no tenía ninguna fuente social que me enseñara a cuidar mis rulos. Me sentía como la chica diferente, la que “tiene el pelo malo”.
Marika Brungs tuvo una experiencia similar: “Las escuelas en las que estuve eran predominantemente blancas. Mi mamá fue muy insistente en que usara mi cabello natural, pero gracias a eso experimenté una gran otredad y exclusión por tener el cabello más enrulado que el de las chicas blancas. La gente asume que debemos saber instintivamente cómo cuidar nuestros rizos, pero nadie realmente te enseña cómo hacerlo. Por mucho tiempo he sentido que mi cabello es menos que el de los demás, y aún estoy trabajando en eso para no sentirme así. Además, con el cabello crespo siempre hay un problema. Si no es que nunca llega al largo que quieres, es que no te gusta su definición. Al entrar a la universidad, encontré consuelo en pelucas y trenzas debido al gran compromiso de tiempo y dinero que requería el cuidado del cabello natural”.
Otras chicas, sin embargo, sí tuvieron la bendición de tener algún familiar que les enseñara a cuidar de su cabello y también a valorarlo. Como Soledad Aguilar-Colón, quien comparte: “A diferencia de muchas otras chicas, mi mamá me enseñó a crear una rutina saludable para mis rizos. Mi cabello es de tipo 3C, y se ha convertido en un ritual de cuidado personal para mí ya que he aprendido mucho gracias a videos en línea. Aprendo sobre su densidad y porosidad, y experimento con los muchos tipos de estilos que puedo hacer. Siempre he creído que mi cabello es hermoso, fuerte y capaz. Es una bendición que sea tan versátil y pueda adaptarse a cualquier cambio”.
Ahora me doy cuenta de que mi cabello era perfecto antes del alisado permanente. Si no fuera por el acoso y las microagresiones constantes que enfrentaba, tal vez hubiera sido más sencillo aceptar mis rizos, ya que siempre me hacían sentir inferior. Mi amiga Isabel Chin Garita también tuvo vivencias parecidas: “Yo crecí en un pueblo que no era muy diverso donde no había demasiadas mujeres latinas o personas con pelo colocho como el mío. Para mí fue un proceso decidir que mi pelo es perfecto tal cual es, porque existe esta creencia general de que el pelo colocho es ‘sucio y desagradable’ y por eso yo nunca me lo dejaba suelto. La gente incluso me decía que debía lavarlo todos los días para que se viera mejor. Por eso, siempre lo llevaba atado, y además, nadie en mi círculo social nunca me enseñó a cuidar de mi pelo”.
Marika Brungs compartió:“Las microagresiones hacia la textura de mi cabello fueron experiencias dolorosas. Hace mucho tiempo, una tía por parte de padre me dijo que yo debería raparme la cabeza, quedarme calva y hacer una peluca con el pelo que corté, y para ella, eso fue un cumplido. A mi abuela también le encantaba tocarme el cabello cuando le placía. La fetichización del cabello rulo no está bien. Cuando esto pasa me hace sentir como un animal de zoológico. La parte más difícil de ser una chica rizada es sentir que tu cabello nunca se ve bien. Sentir que nunca se verá ‘arreglado’ ante los ojos de la sociedad, lo que nos causa la presión de siempre echar nuestro cabello hacia atrás, perfectamente estirado con gel o alisado para poder encajar. También me ha pasado que durante los pocos días que he decidido alisarlo, mis amigos siempre comentan lo hermosa que me veo en ese momento, pero eso sólo me hace pensar, ‘si creen que soy tan bonita ahora, ¿cómo pensaban que me veía con cabello rulo?’”
A pesar de haber pasado por momentos difíciles en nuestra infancia, una de las partes más hermosas de tener el cabello enrulado es aceptar cada parte de nuestro ser e identidad, pensamiento semejante al de otra de mis amigas, como Nayeli Sequeira: “Mi experiencia con el cabello rizado fue difícil al principio, ya que crecí en Managua, Nicaragua, donde los medios de comunicación idolatraban el cabello rubio y liso. Adaptarme a mi propio cabello requirió un esfuerzo significativo para descolonizar mi identidad, aceptarme tal como soy y abrazar mi cabello natural. Me enorgullezco de mi cabello rizado, heredado de mi abuela, quien me brindó valiosos consejos y me ayudó a cuidarlo. Una vez llegada a Estado Unidos, comencé a cuidar más de él y a llevarlo suelto con mayor frecuencia. Para mí eso se sentía como liberarme de la ideología colonizadora de la sociedad que nos obliga a restringir nuestros rizos en lugar de dejarlos libres. De hecho, me he alisado el cabello sólo unas pocas veces. Lo evito porque daña la definición de mis rulos y siento que estoy fingiendo ser alguien que no soy. Si lo quiero llevar liso un día, es porque me siento cómoda de esa manera, no porque la sociedad lo dicte. Cuando era niña, me frustraba tanto con mi cabello que hasta me lo arrancaba por sus nudos obstinados. A menudo me preguntaba por qué había nacido con este cabello. Aceptarme a mí misma y a mi cabello ha sido un viaje de crecimiento personal que me ha ayudado a honrar mi cultura y a mis ancestros”.
Me identifico mucho con su mensaje, ya que recientemente decidí empezar mi propia transición capilar. Mi objetivo es liberarme de los efectos del alisado, redescubrir mi cabello natural y abrazar con orgullo mis raíces afrolatinas. La lección que deseo compartir es que la vida con el pelo rizado no es fácil, pero es increíblemente versátil y enriquecedora. Estas vivencias subrayan la presencia de las microagresiones raciales, y que es esencial ser conscientes de ellas para no repetirlas. ¡Que vivan los rizos, la inclusión y la diversidad de belleza!
Sobre la portada de La Voz de este mes:
“Esta imagen representa la liberación, no solo del cabello rizado, sino también de una identidad que ya no está atada a estándares de belleza eurocéntricos. Este mensaje va en contra de las enseñanzas equivocadas de generaciones pasadas, que afirmaban que el cabello rizado necesitaba ser dominado, atado o alisado. El objetivo es romper con la creencia errónea de que el cabello rizado es menos hermoso o menos valioso que el cabello liso." - Elizabeth Liotta
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