Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Usos y costumbres
La Invasión española, en vez de la Conquista española
Análisis del libro 7 Mitos de la Conquista Española, por Matthew Restall, Edición 2003
Por Anita y Toby Campion
November 2023 Algunas guerras tienen dos nombres y dependen de la percepción de los que participaron en ella. La guerra entre México y Estados Unidos se denomina la Guerra Mexicana-Americana en Estados Unidos, mientras que en México es la Guerra de Invasión Norteamericana. Ha llegado el momento de llamar Guerra de Invasión Española a lo que los Invasores llamaron la Conquista Española. Se aplicaría igualmente a la Invasión de Sud América, el Caribe y todo Centroamérica.
El mito histórico llamando CONQUISTA a la Invasión española estuvo basado principalmente en los escritos de 3 Personajes: Hernán Cortés, Cartas de Relación; Bernal Díaz del Castillo y Francisco López de Gómara.
Analizaremos la 2ª carta de Relación escrita por H. Cortés y enviada a los Reyes de Castilla en 1520, año de su recién llegada a territorio mexicano:
“Y dejé toda aquella provincia de Cempoal y toda la tierra comarcana a la villa, que serán hasta cincuenta mil hombres de guerra y cincuenta villas y fortalezas, muy seguros y pacíficos y por ciertos y leales vasallos de vuestra majestad, como hasta ahora lo han estado y están, porque ellos eran súbditos de aquel señor Mutezuma, y según fui informado lo era por fuerza y de poco tiempo acá. Y como por mi tuvieron noticias de vuestra alteza y de su muy grande y real poder, dijeron que querían ser vasallos de vuestra majestad y mis amigos, y que me rogaban que les defendiese de aquel grande señor que los tenía por fuerza y tiranía, y que les tomaba sus hijos para los matar y sacrificar a sus ídolos. Y me dijeron otras muchas quejas de él, y con esto han estado y están muy ciertos y leales en el servicio de vuestra alteza y creo lo estarán siempre por ser libres de la tiranía de aquél, y porque de mí han sido siempre bien tratados y favorecidos.”
El lector no requiere información adicional para ver cómo se tergiversó la descripción de lo que en realidad ocurrió. A los españoles les interesaba, ante todo, describir sus campañas como conquistas y pacificaciones, como contratos cumplidos, como un designio providencial, como hechos consumados. Restall examina dos motivos, interrelacionados que explican por qué obraron de este modo los invasores.
1º. el sistema de contrato y recompensa. Colón insistió en que había llegado a Asia y allí había fundado nuevas tierras, temeroso de perder los privilegios de su contrato (como al final ocurrió). El cumplimiento del contrato era esencial para que pudiera cobrar un tercio de los ingresos comerciales obtenidos en tierras descubiertas, así como administrarlas en calidad de “Almirante del Mar Océano, Virrey y Gobernador”. Aunque la Monarquía Castellana no enviaba miembros de un ejército real, ni contribuía a organizar y financiar las expediciones, sí ejercía cierto control administrativo. El destinatario, al firmar contratos de exploración o conquista a cambio de títulos y privilegios después de la conquista, tenía que sufragar los costos de la expedición, además de planificarla y ejecutarla. Los contratos fueron sumamente beneficiosos para la Corona. La monarquía podía demandar por incumplimiento de contrato e imponer multas y encarcelamiento si no recibía la quinta parte de los botines y tributos. Restall dice: “Lo difícil no era ser conquistador, sino convencer a la corona de que uno era un conquistador victorioso”.
2º. La ideología de justificación imperial. Los Franciscanos y H. Cortés presentaron la invasión como un designio divino y a los españoles como agentes de la providencia. Ellos recurrieron a explicar el triunfo de la civilización sobre la barbarie y a informar que sí hubo la sumisión indígena voluntaria. La verdad es que la conquista no se completó hasta varios siglos después de las invasiones españolas iniciales.
Restall nos revela el origen de las inexactitudes. Su libro nos comprueba, por ejemplo, que los indígenas americanos no confundían a los invasores con dioses, y que no era cierta la idea de que unos pocos españoles conquistaron grandes imperios con extraordinaria rapidez.
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Analizaremos la 2ª carta de Relación escrita por H. Cortés y enviada a los Reyes de Castilla en 1520, año de su recién llegada a territorio mexicano:
“Y dejé toda aquella provincia de Cempoal y toda la tierra comarcana a la villa, que serán hasta cincuenta mil hombres de guerra y cincuenta villas y fortalezas, muy seguros y pacíficos y por ciertos y leales vasallos de vuestra majestad, como hasta ahora lo han estado y están, porque ellos eran súbditos de aquel señor Mutezuma, y según fui informado lo era por fuerza y de poco tiempo acá. Y como por mi tuvieron noticias de vuestra alteza y de su muy grande y real poder, dijeron que querían ser vasallos de vuestra majestad y mis amigos, y que me rogaban que les defendiese de aquel grande señor que los tenía por fuerza y tiranía, y que les tomaba sus hijos para los matar y sacrificar a sus ídolos. Y me dijeron otras muchas quejas de él, y con esto han estado y están muy ciertos y leales en el servicio de vuestra alteza y creo lo estarán siempre por ser libres de la tiranía de aquél, y porque de mí han sido siempre bien tratados y favorecidos.”
El lector no requiere información adicional para ver cómo se tergiversó la descripción de lo que en realidad ocurrió. A los españoles les interesaba, ante todo, describir sus campañas como conquistas y pacificaciones, como contratos cumplidos, como un designio providencial, como hechos consumados. Restall examina dos motivos, interrelacionados que explican por qué obraron de este modo los invasores.
1º. el sistema de contrato y recompensa. Colón insistió en que había llegado a Asia y allí había fundado nuevas tierras, temeroso de perder los privilegios de su contrato (como al final ocurrió). El cumplimiento del contrato era esencial para que pudiera cobrar un tercio de los ingresos comerciales obtenidos en tierras descubiertas, así como administrarlas en calidad de “Almirante del Mar Océano, Virrey y Gobernador”. Aunque la Monarquía Castellana no enviaba miembros de un ejército real, ni contribuía a organizar y financiar las expediciones, sí ejercía cierto control administrativo. El destinatario, al firmar contratos de exploración o conquista a cambio de títulos y privilegios después de la conquista, tenía que sufragar los costos de la expedición, además de planificarla y ejecutarla. Los contratos fueron sumamente beneficiosos para la Corona. La monarquía podía demandar por incumplimiento de contrato e imponer multas y encarcelamiento si no recibía la quinta parte de los botines y tributos. Restall dice: “Lo difícil no era ser conquistador, sino convencer a la corona de que uno era un conquistador victorioso”.
2º. La ideología de justificación imperial. Los Franciscanos y H. Cortés presentaron la invasión como un designio divino y a los españoles como agentes de la providencia. Ellos recurrieron a explicar el triunfo de la civilización sobre la barbarie y a informar que sí hubo la sumisión indígena voluntaria. La verdad es que la conquista no se completó hasta varios siglos después de las invasiones españolas iniciales.
Restall nos revela el origen de las inexactitudes. Su libro nos comprueba, por ejemplo, que los indígenas americanos no confundían a los invasores con dioses, y que no era cierta la idea de que unos pocos españoles conquistaron grandes imperios con extraordinaria rapidez.
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