Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Obviamente celebramos que aquí estamos, y no nos vamos. Celebramos la vida, nuestras vidas latinoamericanas, inmigrantes, hispanohablantes, arraigadas aquí en este hermoso Valle del Río Hudson. Este es el mes de la Herencia Hispana en Estados Unidos: un mes que empieza a mediados de septiembre, recordando las fechas de la Independencia de la corona española de México, Chile y varias naciones centroamericanas, a saber: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, y que termina a mediados de octubre, recordando el comienzo del genocidio y la invasión europea a estas tierras, con el 12 de octubre, el día de Cristóbal Colón, fecha mejor llamada de los Pueblos Indígenas.
Hace unos días alguien se me quejaba otra vez: “el problema es que la comunidad latina no está unida”. ¡Ay, de nuevo con ese enredo! Bueno, para empezar ¿qué quiere decir comunidad latina? ¿Todas las personas que venimos de los 22 países donde se habla el español, incluyendo Puerto Rico que es un Estado Libre Asociado (léase colonia) de los Estados Unidos? De hecho, ¿alguien me podría indicar cuál “comunidad” está unida? ¿Qué quiere decir comunidad? ¿Se incluye en la frase “comunidad latina” a nuestros hijes, nacidos en este país, con su doble ciudadanía y doble o triple cultura? ¿Quizás somos comunidad latina los que contamos con antepasados secuestrados, desterrados, vendidos como ganado, obligado a trabajar por nada o casi nada, torturados por sus creencias, violados, saqueados y desplazados por el capitalismo salvaje y la Santa Inquisición? Se habla de la Herencia Hispana y esta es la triste y traumática herencia que compartimos durante cientos y cientos de años. Para ser precisos, los hispanos somos los que quedamos después de que se acabó la colonia española, culturalizados en el catolicismo y semi-homogeneizados con el idioma español.
Cada uno de los sesenta y dos millones de personas que hoy en día somos contados como “comunidad latina” de los Estados Unidos tenemos una historia distinta y definida, y, como acabo de mencionar, también tenemos una terrible herencia en común. Personalmente, nací en Argentina, de un padre primera generación porteño (de la ciudad de Buenos Aires) y una madre primera generación rosarina (de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe), de un abuelo italiano y de una abuela de herencia española, de un abuelo formoseño de herencia indígena y de una abuela paraguaya que hablaba guaraní. Mis hijos nacieron aquí, de padre neoyorquino, con abuelos paternos de Texas, de Europa Central, de Inglaterra y de Nueva York. En casa hablamos español e inglés y les enseño a mis hijos todo lo que la escuela se olvida de mencionar, incluyendo la cultura, la música, las historias y la gastronomía argentina y de otros países latinoamericanos, que hemos tenido la dicha de conocer, viajando lejos y por aquí en el mismo Valle del Hudson. No somos uno, no somos cien, somos millones…
En definitiva, mi familia, como la de muchos, refleja ese conglomerado de identidades que nos hace quiénes somos hoy. Somos inmigrantes, viajantes, trashumantes, recolectores de ADN de las cuatro direcciones, con distintas raíces, pero con un futuro inescapable. Y es que nuestra casa, el planeta Tierra nos está pasando factura por nuestro consumismo inescrupuloso. Ya estamos viviendo el cambio climático aquí en el Valle del Hudson, con sequías, inundaciones y tornados en intensidad nunca vistos. Para otro número nos queda el hablar de la justicia (o injusticia) ambiental y cómo nos afecta más de cerca a ciertos grupos humanos que a otros.
Pero mientras estamos vivos, acá en este plano conocido, toca celebrar eso mismo. Este mes, y siempre, nos toca celebrar nuestra riqueza cultural, musical, gastronómica, literaria, artística, una riqueza heredada de todos los continentes, América, Europa, África, Asia, Oceanía, destilada y condensada en esa frasecita que nos gusta problematizar en este espacio: Herencia Hispana.
En el Mes de la Herencia Hispana celebramos nuestra resiliencia, nuestra fuerza inmigrante, nuestro poder de superarnos y de pasar de generación en generación nuestro saber, nuestras experiencias vividas, para que (esperemos) no se repitan nuestros errores. En el Valle del Hudson, donde cada día somos más, celebramos que, a pesar de que algunos no nos quieren ver, o no nos entienden, seguimos prosperando y mostrando con orgullo nuestra humanidad, tan válida como la del vecino.
En la revista La Voz, también celebramos con dos fiestas a las que los invitamos a participar y contribuir: el 11 de septiembre en Greig’s Farm y el 21 de octubre en Bard College –para más detalles ver esta nota de este mes.
¡Espero celebrar con ustedes nuestro 18 aniversario, y nuestras culturas hispanas!
Mariel Fiori
Directora
COPYRIGHT 2022
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Hace unos días alguien se me quejaba otra vez: “el problema es que la comunidad latina no está unida”. ¡Ay, de nuevo con ese enredo! Bueno, para empezar ¿qué quiere decir comunidad latina? ¿Todas las personas que venimos de los 22 países donde se habla el español, incluyendo Puerto Rico que es un Estado Libre Asociado (léase colonia) de los Estados Unidos? De hecho, ¿alguien me podría indicar cuál “comunidad” está unida? ¿Qué quiere decir comunidad? ¿Se incluye en la frase “comunidad latina” a nuestros hijes, nacidos en este país, con su doble ciudadanía y doble o triple cultura? ¿Quizás somos comunidad latina los que contamos con antepasados secuestrados, desterrados, vendidos como ganado, obligado a trabajar por nada o casi nada, torturados por sus creencias, violados, saqueados y desplazados por el capitalismo salvaje y la Santa Inquisición? Se habla de la Herencia Hispana y esta es la triste y traumática herencia que compartimos durante cientos y cientos de años. Para ser precisos, los hispanos somos los que quedamos después de que se acabó la colonia española, culturalizados en el catolicismo y semi-homogeneizados con el idioma español.
Cada uno de los sesenta y dos millones de personas que hoy en día somos contados como “comunidad latina” de los Estados Unidos tenemos una historia distinta y definida, y, como acabo de mencionar, también tenemos una terrible herencia en común. Personalmente, nací en Argentina, de un padre primera generación porteño (de la ciudad de Buenos Aires) y una madre primera generación rosarina (de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe), de un abuelo italiano y de una abuela de herencia española, de un abuelo formoseño de herencia indígena y de una abuela paraguaya que hablaba guaraní. Mis hijos nacieron aquí, de padre neoyorquino, con abuelos paternos de Texas, de Europa Central, de Inglaterra y de Nueva York. En casa hablamos español e inglés y les enseño a mis hijos todo lo que la escuela se olvida de mencionar, incluyendo la cultura, la música, las historias y la gastronomía argentina y de otros países latinoamericanos, que hemos tenido la dicha de conocer, viajando lejos y por aquí en el mismo Valle del Hudson. No somos uno, no somos cien, somos millones…
En definitiva, mi familia, como la de muchos, refleja ese conglomerado de identidades que nos hace quiénes somos hoy. Somos inmigrantes, viajantes, trashumantes, recolectores de ADN de las cuatro direcciones, con distintas raíces, pero con un futuro inescapable. Y es que nuestra casa, el planeta Tierra nos está pasando factura por nuestro consumismo inescrupuloso. Ya estamos viviendo el cambio climático aquí en el Valle del Hudson, con sequías, inundaciones y tornados en intensidad nunca vistos. Para otro número nos queda el hablar de la justicia (o injusticia) ambiental y cómo nos afecta más de cerca a ciertos grupos humanos que a otros.
Pero mientras estamos vivos, acá en este plano conocido, toca celebrar eso mismo. Este mes, y siempre, nos toca celebrar nuestra riqueza cultural, musical, gastronómica, literaria, artística, una riqueza heredada de todos los continentes, América, Europa, África, Asia, Oceanía, destilada y condensada en esa frasecita que nos gusta problematizar en este espacio: Herencia Hispana.
En el Mes de la Herencia Hispana celebramos nuestra resiliencia, nuestra fuerza inmigrante, nuestro poder de superarnos y de pasar de generación en generación nuestro saber, nuestras experiencias vividas, para que (esperemos) no se repitan nuestros errores. En el Valle del Hudson, donde cada día somos más, celebramos que, a pesar de que algunos no nos quieren ver, o no nos entienden, seguimos prosperando y mostrando con orgullo nuestra humanidad, tan válida como la del vecino.
En la revista La Voz, también celebramos con dos fiestas a las que los invitamos a participar y contribuir: el 11 de septiembre en Greig’s Farm y el 21 de octubre en Bard College –para más detalles ver esta nota de este mes.
¡Espero celebrar con ustedes nuestro 18 aniversario, y nuestras culturas hispanas!
Mariel Fiori
Directora
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