Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Sueño americano
Ignacio Acevedo, para no morir soñando
Por Gabriela Ávila
April 2021 La coyuntura actual podría ofrecer a los inmigrantes la oportunidad de tener voz en la nueva Reforma Migratoria y permitir seguir avanzando en el reconocimiento de sus Derechos. Con la presidencia de Biden, un giro en la perspectiva sobre la migración ha generado nuevas expectativas y ha sugerido el arribo de importantes avances para la comunidad migrante. Sin embargo, es fundamental recordar que en el estado de Nueva York proyectos como “Identificación Municipal” y “Luz Verde”surgieron previos a la nueva administración federal, dentro de una ola de deportaciones masivas y un contexto de discriminación, alentado por un discurso político eminentemente racista.
Ignacio Acevedo, del grupo “Las Mejores Huellas de los Inmigrantes” es uno de los actores de esta lucha por la dignidad y los derechos humanos de los migrantes en Nueva York, de manera particular en el Condado de Orange, “tocamos muchas puertas, les contamos a nuestros amigos lo que hemos vivido y poco a poco se fue perdiendo el miedo y la gente comenzó a unirse ya participar”.
Acevedo nació en Santa Inés Ahuatempan, Puebla, México. Es una comunidad indígena “devastada por la pobreza, donde la cultura y el idioma Popoloca desaparecen con la vida misma de nuestros abuelos. Muchos de sus jóvenes tuvieron que migrar y los pueblos perdieron la conexión entre generaciones”.
Salió de allí a los 12 años, en 1990, cuando grandes desarrollos agrícolas e industriales comenzaron a apropiarse de la tierra y del agua, dejando a la población en un nivel extremo de precariedad.
La situación llevó a sus padres a tomar la decisión de partir con sus hijos. “Yo soy el mayor y he estado luchando por mi familia desde que dejé mi pueblo. Tuve que ser fuerte y abrir el camino para ayudar los a salir adelante”.
La familia cruzó a pie la frontera y finalmente llegó a Estados Unidos. Pero las aflicciones no terminaron ahí. Asegura que toda su vida ha padecido el racismo institucionalizado. Habla no sólo del Sueño Americano, sino también de la Pesadilla Americana, “dicen que si migras consternación. “Nos unimos inicialmente con algunas agrupaciones. La gente comenzó a cooperar al sentirse acompañada y ese cambio cultural ha hecho que muchos crean en la lucha. Es posible hacer un cambio cuando la gente se ayuda mutuamente”.
Así fue como lograron hacer realidad el acceso a la “Identificación Municipal” en diferentes condados y la licencia para conducir en todo el estado de Nueva York. Este último hecho transformó la ley estatal y generó mayor bienestar, tanto para la comunidad inmigrante, como para la totalidad de la población. Tiene una trascendencia histórica y social que permite confirmarla idea de que “cuando un grupo desprotegido avanza, toda la sociedad lo hace en su conjunto”.
Actualmente Ignacio Acevedo realiza estudios en el Programade Derechos Humanos de la Universidad de Bard y trabaja con sus colaboradores para que la gente pueda ejercer plenamente sus derechos en el marco de la nueva ley, “y a que han encontrado mucha resistencia por parte de los sectores más conservadores para hacerla valer”.
Su grupo también considera necesario aprovechar la actual coyuntura para que los inmigrantes tengan voz en la definición de la nueva Reforma Migratoria; que no sea ajena a la realidad migrante, no termine en letra muerta o vaya en detrimento de sus derechos. Convocan a todas las personas “a unirse para ampliar el reconocimiento de la comunidad, discutir la posibilidad de poder votar por representantes locales y saber que actuando juntos no sólo se mantendrá la esperanza de que la vida mejore, si no que se conseguirá, para no morir soñando y dejar un buen ejemplo para los hijos”.
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Acevedo nació en Santa Inés Ahuatempan, Puebla, México. Es una comunidad indígena “devastada por la pobreza, donde la cultura y el idioma Popoloca desaparecen con la vida misma de nuestros abuelos. Muchos de sus jóvenes tuvieron que migrar y los pueblos perdieron la conexión entre generaciones”.
Salió de allí a los 12 años, en 1990, cuando grandes desarrollos agrícolas e industriales comenzaron a apropiarse de la tierra y del agua, dejando a la población en un nivel extremo de precariedad.
La situación llevó a sus padres a tomar la decisión de partir con sus hijos. “Yo soy el mayor y he estado luchando por mi familia desde que dejé mi pueblo. Tuve que ser fuerte y abrir el camino para ayudar los a salir adelante”.
La familia cruzó a pie la frontera y finalmente llegó a Estados Unidos. Pero las aflicciones no terminaron ahí. Asegura que toda su vida ha padecido el racismo institucionalizado. Habla no sólo del Sueño Americano, sino también de la Pesadilla Americana, “dicen que si migras consternación. “Nos unimos inicialmente con algunas agrupaciones. La gente comenzó a cooperar al sentirse acompañada y ese cambio cultural ha hecho que muchos crean en la lucha. Es posible hacer un cambio cuando la gente se ayuda mutuamente”.
Así fue como lograron hacer realidad el acceso a la “Identificación Municipal” en diferentes condados y la licencia para conducir en todo el estado de Nueva York. Este último hecho transformó la ley estatal y generó mayor bienestar, tanto para la comunidad inmigrante, como para la totalidad de la población. Tiene una trascendencia histórica y social que permite confirmarla idea de que “cuando un grupo desprotegido avanza, toda la sociedad lo hace en su conjunto”.
Actualmente Ignacio Acevedo realiza estudios en el Programade Derechos Humanos de la Universidad de Bard y trabaja con sus colaboradores para que la gente pueda ejercer plenamente sus derechos en el marco de la nueva ley, “y a que han encontrado mucha resistencia por parte de los sectores más conservadores para hacerla valer”.
Su grupo también considera necesario aprovechar la actual coyuntura para que los inmigrantes tengan voz en la definición de la nueva Reforma Migratoria; que no sea ajena a la realidad migrante, no termine en letra muerta o vaya en detrimento de sus derechos. Convocan a todas las personas “a unirse para ampliar el reconocimiento de la comunidad, discutir la posibilidad de poder votar por representantes locales y saber que actuando juntos no sólo se mantendrá la esperanza de que la vida mejore, si no que se conseguirá, para no morir soñando y dejar un buen ejemplo para los hijos”.
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