Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Hola, me llamo Estela y tengo 12 años. Quiero compartir la historia de cuando doné mi cabello. La primera vez lo hice cuando estaba en tercer grado de primaria y la segunda vez cuando estaba en quinto grado. Este evento de rasurarse la cabeza lo organiza la fundación St. Baldricks (stbaldricks.org). El objetivo de rasurarse la cabeza es para recaudar fondos que van a la investigación sobre los cánceres infantiles.
Quise participar para ayudar a los niños y la verdad también porque en esos años ¡no quería cepillarme el cabello!
Mi maestra de tercer grado, Ms. Smith nos habló de este evento y nos dijo que si había alguien de la clase que se rasurara, ella también lo haría. Hubo más niños que niñas, pero la maestra lo hizo junto conmigo y otros compañeros.
En este evento, te sientas en una hilera de sillas y los que te rasuran el pelo están detrás de ti. Tienen unas maquinitas para rasurar y lo hacen rápido. No fue una gran pérdida porque sabía que iba a volver a crecerme y lo estaba donando para niños con cancer. Mi maestra también lo hizo.
Entre más gente se rasura, ¡más dinero para el fondo de ayuda!
La segunda vez, estaba un poco más nerviosa pero dos maestras (otra vez ¡Ms Smith!), otros niños y yo volvimos a rasurar nuestra hermosa cabellera.
Me enteré que a fines de diciembre el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley federal para otorgar $80 millones de dólares para la investigación sobre los cánceres infantiles. Me da gusto haber contribuido de algún modo. Quizás vuela a hacerlo en el futuro. ¡Sé valiente!
Estela Bard
*Traducido al español por Andrea Rodríguez
COPYRIGHT 2021
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Quise participar para ayudar a los niños y la verdad también porque en esos años ¡no quería cepillarme el cabello!
Mi maestra de tercer grado, Ms. Smith nos habló de este evento y nos dijo que si había alguien de la clase que se rasurara, ella también lo haría. Hubo más niños que niñas, pero la maestra lo hizo junto conmigo y otros compañeros.
En este evento, te sientas en una hilera de sillas y los que te rasuran el pelo están detrás de ti. Tienen unas maquinitas para rasurar y lo hacen rápido. No fue una gran pérdida porque sabía que iba a volver a crecerme y lo estaba donando para niños con cancer. Mi maestra también lo hizo.
Entre más gente se rasura, ¡más dinero para el fondo de ayuda!
La segunda vez, estaba un poco más nerviosa pero dos maestras (otra vez ¡Ms Smith!), otros niños y yo volvimos a rasurar nuestra hermosa cabellera.
Me enteré que a fines de diciembre el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley federal para otorgar $80 millones de dólares para la investigación sobre los cánceres infantiles. Me da gusto haber contribuido de algún modo. Quizás vuela a hacerlo en el futuro. ¡Sé valiente!
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