Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Cuento
Decil V: Vivir mejor, que el otro
Deciloquios mexicanos
Por Fernando Salas
February 2020 decil. La palabra decil no está registrada en el Diccionario. Real Academia Española © Todos los derechos reservadosdecil. En estadística descriptiva, el concepto decil refiere a cada uno de los 9 valores que dividen un juego de datos (clasificados con una relación de orden) en diez partes iguales, y de manera que cada parte representa un décimo de la población. Wikipedia, la enciclopedia libre ® Licencia de bienes comunes creativos
“¿Por ahí me da una boleadita rápida? Plis”. Yaretzi presentó su zapato a Cristopher con una mueca de inseguridad que no checaba con su etiqueta; luego, en la plática, nos enteramos que ella tenía una entrevista de trabajo en las oficinas de enfrente y no más de un minuto atrás había pisado un charco de pintura. Cristo eliminó las manchas del zapato en sólo 15 segundos, pero tardó algo más en limpiar el pie de Yari. Esta quedó sorprendida por el trabajo, aunque tuvo que confesar que sólo le quedaba para el transporte. "No le hace, me lo pagas en una cervecita con lo que salga de tu primera quincena", dijo Cristo; Yari no era una persona fácil, pero accedió de volada, y corrió.
Ese mismo día, Cristopher tuvo ocho casos similares, aunque nunca dejó de pensar en Yaretzi, que inclusive regresó a platicar al salir de la entrevista. Yari se mostró muy ansiosa; siempre podría atender en la fonda de la tía, pero ella sentía que tenía derecho a un trabajo que le gustara… y ese derecho no se lo negaría la crisis. Cristo dijo “sólo busca pasarla bien en lo que haiga, porque la vida es andar cayendo, y los que mejor se la pasan son los que levantan las manos como si fueran en la montaña rusa”. Yari rió; ella era joven y no veía porqué debía renunciar a sus sueños.
¡Y este sueño se le hizo! Yaretzi fue muy temprano a su primer día de trabajo formal, y quemó un tiempo con Cristo. Él se sintió muy contento por ella y le regaló un boquete de flores a la salida. Pero pasó la primera quincena, y ella no lo buscó. No quedaba duda, la señorita era ahora una oficinista y ya sólo se fijaría en hombres de corbata.
Cristo golpeó la banca. ¿No era él tan valioso como su clientela? Cristopher vivía mejor que la mitad de la población, pero ahora sólo quería vivir mejor que Yari, para que ella se volviera a fijar en él. Por eso trató de solicitar empleo en varias oficinas, pero entre la crisis y su secundaria confabularon para que sus papeles cumplieran mejores funciones ecológicas.
La situación no mejoró cuando Yari le presentó un joven de saco mientras cruzaban; el “amigo” hasta compró un frasquito de la tinta quitamanchas que Cristo intentaba “comercializar”. La cosa terminó mal: Yaretzi pidió a Cristo su acta de nacimiento y otros documentos para ver si le encontraba un puesto, pero Cristo advirtió a Yari que él no era su “amigo” extraterrestre de abajo del armario que podía estar exhibiendo a sus amistades. “Está bien”, rectificó, “ven por ellos mañana”.
Al día siguiente, Cristopher no tiró pintura en la cloaca; esta vez la dejó entreabierta. Yari llegó algún tiempo antes de que abriera la oficina, aunque Cristo la retuvo hasta que se le hiciera tarde, y entonces le facilitó los papeles. Yari los mezcló con los documentos de su carpeta y corrió sin voltear atrás. Segundos después, se oyó un chirrido de llantas, seguido de una lluvia de papeles. Una hoja llegó a Cristo; formaba parte del expediente que Yaretzi estaba armando para que Cristopher obtuviera el financiamiento de su PYME: una “comercializadora” para la fórmula quitamanchas con la que Cristo limpiaría la sangre de Yaretzi en no más de 30 segundos. COPYRIGHT 2020
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Ese mismo día, Cristopher tuvo ocho casos similares, aunque nunca dejó de pensar en Yaretzi, que inclusive regresó a platicar al salir de la entrevista. Yari se mostró muy ansiosa; siempre podría atender en la fonda de la tía, pero ella sentía que tenía derecho a un trabajo que le gustara… y ese derecho no se lo negaría la crisis. Cristo dijo “sólo busca pasarla bien en lo que haiga, porque la vida es andar cayendo, y los que mejor se la pasan son los que levantan las manos como si fueran en la montaña rusa”. Yari rió; ella era joven y no veía porqué debía renunciar a sus sueños.
¡Y este sueño se le hizo! Yaretzi fue muy temprano a su primer día de trabajo formal, y quemó un tiempo con Cristo. Él se sintió muy contento por ella y le regaló un boquete de flores a la salida. Pero pasó la primera quincena, y ella no lo buscó. No quedaba duda, la señorita era ahora una oficinista y ya sólo se fijaría en hombres de corbata.
Cristo golpeó la banca. ¿No era él tan valioso como su clientela? Cristopher vivía mejor que la mitad de la población, pero ahora sólo quería vivir mejor que Yari, para que ella se volviera a fijar en él. Por eso trató de solicitar empleo en varias oficinas, pero entre la crisis y su secundaria confabularon para que sus papeles cumplieran mejores funciones ecológicas.
La situación no mejoró cuando Yari le presentó un joven de saco mientras cruzaban; el “amigo” hasta compró un frasquito de la tinta quitamanchas que Cristo intentaba “comercializar”. La cosa terminó mal: Yaretzi pidió a Cristo su acta de nacimiento y otros documentos para ver si le encontraba un puesto, pero Cristo advirtió a Yari que él no era su “amigo” extraterrestre de abajo del armario que podía estar exhibiendo a sus amistades. “Está bien”, rectificó, “ven por ellos mañana”.
Al día siguiente, Cristopher no tiró pintura en la cloaca; esta vez la dejó entreabierta. Yari llegó algún tiempo antes de que abriera la oficina, aunque Cristo la retuvo hasta que se le hiciera tarde, y entonces le facilitó los papeles. Yari los mezcló con los documentos de su carpeta y corrió sin voltear atrás. Segundos después, se oyó un chirrido de llantas, seguido de una lluvia de papeles. Una hoja llegó a Cristo; formaba parte del expediente que Yaretzi estaba armando para que Cristopher obtuviera el financiamiento de su PYME: una “comercializadora” para la fórmula quitamanchas con la que Cristo limpiaría la sangre de Yaretzi en no más de 30 segundos. COPYRIGHT 2020
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Comments | |
Sorry, there are no comments at this time. |