Manifestación frente al Centro de Detención de Goshen, pidiendo por Luis. Foto de Michael Frank
Manifestación frente al Centro de Detención de Goshen, pidiendo por Luis. Foto de Michael Frank
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Sueño americano

La voz tras las rejas

Una conversación con Luis Martínez 

Por Michael Frank
May 2019
A pesar de tener una visa U pendiente, el mexicano Luis Martínez, conocido comerciante de New Paltz, sigue detenido en la cárcel del condado de Orange en Goshen, en proceso de deportación desde que fue arrestado por ICE el 16 de enero. El viernes 22 de marzo, un funcionario de ICE le dijo a Martínez que estaba a punto de ser deportado. Luis pudo hacer una llamada a su esposa Tina esa misma noche. Un anuncio apareció en Facebook para reunir a residentes locales para manifestarse frente a la cárcel el domingo 24 de marzo.
A finales de marzo comenzó a circular un rumor en Facebook de que Luis Martínez ya no estaba en la lista de deportación, pero su abogada Cheryl David dijo que no es cierto. Su caso aún sigue activo y Luis todavía está detenido por ICE en el Correccional del Condado de Orange, en Goshen. Y sigue ahí porque ICE lo quiere deportar.  
  
Para entender mejor la situación, y con la esperanza de poder hablar con Luis por teléfono, fui a La Charla en Main Street, New Paltz, el restaurante que Martínez maneja junto con su madre, María Raymundo, y su esposa, Tina. Me senté y hablé con Tina mientras ella esperaba que el teléfono sonara. Esperábamos que Martínez llamara a cobro revertido desde la cárcel. Tina dijo que la mañana del lunes había sido despiadada para ella. Normalmente Martínez llamaba a las 8:30 a.m. “Justo cuando los sueltan él siempre corre a los teléfonos”, explicó. Pero el lunes no llamó. Y con la noticia del fin de semana de que estaba en la lista de deportación, Tina dijo que casi no pudo dormir. “El oficial de ICE fue a decirle ‘Tienes que prepararte para montarte en un avión’” Tina recordó, explicando cómo su esposo se había enterado de su inminente deportación tarde en la noche del viernes 22 de marzo. 
  
Esto rápidamente llevó a los amigos de Tina a organizar una protesta por él, a la cual llegaron más de 100 manifestantes frente al correccional del condado de Orange. Cuando la protesta provocó una respuesta visceral desde adentro de la cárcel, con silbidos y gritos de los detenidos, los guardias se preocuparon y querían que el Alguacil del Condado de Orange dispersara a los manifestantes o empezara a hacer arrestos. 
  
Tina contó que dentro de la cárcel la situación para Martínez era emotiva y angustiante. Él finalmente pudo hablar con ella por teléfono esa noche. “Los otros hombres en la cárcel le dijeron a mi esposo ‘Tú debes ser alguien importante. No eres invisible como nosotros.’ Algunos hombres allí, sus familias ni siquiera saben dónde están”, Tina continuó. 
  
Mientras tanto, tan conmovidos como estaban por los buenos deseos fuera de la cárcel, para la noche del domingo tanto Tina como Luis estaban preocupados, esperando que la última solicitud federal de la abogada de aplazamiento de su caso fuera aprobada. Si la Corte del Distrito Sureño de Nueva York en White Plains negaba la solicitud de hábeas, Martínez sería deportado rápidamente. 
  
Así que cuando llegó el lunes y Tina no había escuchado de su esposo, se sintió horrible. “Él le dio mi número a otro detenido, para que me pudiera llamar en caso de que deporten a Luis”. 
 
Tina esperaba que su esposo le dijera “Todavía estoy aquí”. Cuando él no la llamó a las 8:30, “Me senté en mi silla a beber café, esperando con el teléfono en la mano”. Entonces pasaron las 9:30, después las 10:30. El teléfono finalmente sonó a las 10:35. 
  
“Él dijo, ‘Tengo noticias para ti’ y tuve que aguantar la respiración”. dijo Tina. “¿Que iba a decirme? ¿Serían malas noticias?” 
  
Ese tipo de demora agonizante se repetía de hecho mientras hablábamos al día siguiente. Se suponía que Martínez llamaría de nuevo, esta vez a las 3:30 p.m., ya eran casi las 5, y todavía sin ninguna palabra. “No sé por qué,” se encogió de hombros. 
  
Entonces, justo cuando estábamos por rendirnos, su teléfono vibró, cobrando vida. Era Luis. Se disculpó que le había tomado tanto llamar, luego rápidamente nos concentramos en su caso, sabiendo que no iba a poder quedarse en el teléfono mucho tiempo. 
  
“Lo que me dijeron es que no me pueden deportar hasta que haya tenido una entrevista con un funcionario de asilo y hasta que vea a un juez”. Martínez luego explicó que tiene una legítima demanda de asilo debido al hecho de que su padre fue asesinado en México. Esta misma justificación tiene precedente; es como su madre, María Raymundo, pudo conseguir estatus protegido y ciudadanía de los Estados Unidos, y el camino original en el que estaba Martínez en la década de 1990 como adolescente. “Incluso si rechazan el asilo,” continuó Martínez, “todavía tengo la Visa U”, la forma de protección que Martínez solicitó en 2016, la cual está disponible para él porque ayudó a la policía de Newburgh en intentar capturar el asesino de su hermano, Jesús. 
  
Con el poco tiempo, Martínez también dijo que quería agradecerle a New Paltz por la manifestación. 
  
“La gente estaba muy emocionada, pero estábamos muy calmados en mi unidad. La gente en la unidad adjunta [que podían ver las pancartas en la calle y escuchar a la gente cantando] estaba muy ruidosa. Pero nosotros estábamos felices y agradecidos ―pero a la vez es triste escuchar a gente afuera y saber que no puedes tener contacto para agradecerles”. Martínez explicó que también hubo confusión sobre la protesta después del hecho, y cómo se formó. Dijo que otros detenidos pensaron que una organización grande debió haber creado el evento. “Me preguntaban cómo pudo haber pasado esto solo para mí, y les dije que estas son las personas en mi comunidad. Les dije, 95 por ciento de esas personas, las conozco”. 
  
Cuando se le recordó su propia circunstancia, y se le preguntó si habría intentado vivir una vida más calmada si hubiera tenido la oportunidad de revisar su camino, Martínez fue filosófico. “Hay gente aquí que ha vivido apropiadamente, que solo tienen algo como una multa mínima de tráfico y que tienen la residencia permanente y fueron arrestados por ICE”. Pero dijo que lo que habría cambiado es haber perseguido la ciudadanía con más fervor. 
  
“Creo que por un tiempo estuve demasiado ocupado. Solo me preocupé en ser un buen residente e integrarme a la comunidad. Yo no tengo documentos, pero siento que soy parte de la comunidad. Hago todo lo que puedo, paso mucho tiempo con mis hijos y mi familia”. Martínez dijo que consultó con abogados, pero se frustró tanto con el proceso que por un tiempo dejó de lado el conseguir su ciudadanía. Ahora tanto por la conmoción de sus circunstancias como por la comprensión de que tiene una oportunidad a través de la Visa U han revivido sus esfuerzos. Y también, el saber de tantos residentes de New Paltz que lo quieren ayudar. 
  
“Me siento bendecido de tener a toda esta gente afuera que piensa en mí. Eso me da más fuerza para seguir luchando”. 
  
La conversación terminó rápido y Tina dijo que siempre es así ―demasiado corta, y también cara cada vez, ya que todas las llamadas de la cárcel son a cobro revertido. Tina dijo que frecuentemente una conversación con su esposo por 10 minutos le cuesta $15. El impuesto oculto de los cargos telefónicos entre detenidos y sus familias ha sido bien documentado por el periodismo excelente de Prison Policy Initiative, y Tina dijo, “Naturalmente mi esposo siente eso. Siempre está buscando ayudar a alguien”. Justo antes de que Martínez supiera de su posible inminente deportación, llamó a Tina y le pidió que llamara a la esposa de otro detenido. “Me dijo: ‘Aquí está el número, él no tiene el dinero para llamarla a cobro revertido y ella no sabe que él está aquí.’” 
  
“Así es mi marido,” explicó Tina. Luis prometió que si sale se dedicará a hacer todo lo que pueda para ayudar a conectar a los detenidos con sus familias. “Tantos hombres allá dentro,” concluyó Tina, “Ellos trabajan tan duro, lo tienen todo aquí. Sus familias tienen que saber dónde están”. 
 
*Traducción al español por María Salazar Hernández y María Julia Hernández 
*Publicado originalmente por the River Hudson Valley Newsroom, therivernewsroom.com 


 

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