Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
La disciplina
Por Dora Inés Grosso García
February 2019 Esta reflexión va dirigida a las madres, padres y familiares, que desean mejorar sus estrategias de formación a los pequeños miembros del hogar. Hablamos de formar, de guiar, de orientar, de entregar y de dar amor, la etapa de crianza de los hijos implica muchos cambios en los cuales todos crecen, todos modifican su vida, es un aprendizaje continuo y la base de todo es el amor, es una disciplina permanente.
¿Entonces que es la disciplina?
Es un proceso de control emocional, físico y mental, es un proceso personal que se deriva de los valores y principios de cada uno, está relacionado con los hábitos, normas y reglas sociales, culturales y espirituales.
La disciplina es un estilo de vida y el motor que te impulsa a hacer las cosas, es lo que nos permite formar hábitos y conductas adecuadas para vivir en equilibrio, afrontar los retos en la cotidianidad. También son pasos para el logro de las metas y sueños familiares y personales.
Para poder aclarar qué es disciplina diremos lo que es, y lo que no es disciplina.
Disciplina es: respeto, aceptación, comprensión, autocontrol, control emocional, acuerdos, ejemplo, voluntad, armonía, equilibrio, compasión, comportamientos adecuados.
Disciplina no es: castigo, regaños, gritos, golpes, humillación, imposiciones, rigidez, ser estrictos, chantajes.
A medida que crecen nuestros hijos podemos pactar con ellos la disciplina del hogar, para lograr la convivencia, recordemos que antes de los 7 años los niños necesitan vivenciar la disciplina en forma concreta a través de juegos, cuentos, canciones o la estrategia que a los niños les guste.
Después de los 7 años cuando ha adquirido la razón, se hacen concertando las pautas de disciplina, reflexionando, y haciendo acuerdos.
Dar buen ejemplo, si eres disciplinado y actúas correctamente, tus hijos te imitan.
Darles la libertad, la oportunidad de elegir, hace que niñas y niños sientan una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias.
Dar opciones, recordemos que todos somos diferentes y los niños tiene sus propios intereses.
Hacer sentir bien a los niños, reconocerlos como persona, tener en cuenta sus necesidades emocionales, físicas y espirituales.
Establecer límites claros, realistas: las normas han de ser posibles de cumplir y estar ajustadas a la realidad, la edad, habilidades y grado de maduración de los hijos.
Comprensión: aceptar que los niños se equivocan, permitirles reconocer el error y hacer ver las consecuencias de sus actos.
Decir que no con naturalidad, firmeza y amor, dando las razones.
Tener paciencia con los hijos porque ellos están creciendo y a algunos les cuesta más aceptar las normas, la disciplina.
Finalmente quiero resaltar la importancia de aceptar a nuestros hijos, ellos son nuestro reflejo. También reconozcamos que son personas libres y aunque deseemos guiarlos por nuestros caminos, reflexionemos que es natural que sean auténticos. Démosles la oportunidad de enseñarnos algo diferente. La relación de padres e hijos no es una relación de poder, es una relación desde el amor incondicional.
*Dora Inés Grosso García es psicóloga holística y pedagoga: [email protected] COPYRIGHT 2019
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Es un proceso de control emocional, físico y mental, es un proceso personal que se deriva de los valores y principios de cada uno, está relacionado con los hábitos, normas y reglas sociales, culturales y espirituales.
La disciplina es un estilo de vida y el motor que te impulsa a hacer las cosas, es lo que nos permite formar hábitos y conductas adecuadas para vivir en equilibrio, afrontar los retos en la cotidianidad. También son pasos para el logro de las metas y sueños familiares y personales.
Para poder aclarar qué es disciplina diremos lo que es, y lo que no es disciplina.
Disciplina es: respeto, aceptación, comprensión, autocontrol, control emocional, acuerdos, ejemplo, voluntad, armonía, equilibrio, compasión, comportamientos adecuados.
Disciplina no es: castigo, regaños, gritos, golpes, humillación, imposiciones, rigidez, ser estrictos, chantajes.
¿Cuándo empezar a aplicar la disciplina a los niños?
La disciplina es un proceso que se introyecta desde que nacemos, con la imitación, inclusive algunos neurólogos dicen que desde el útero el bebé va formando sus hábitos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las pautas de disciplina van de acuerdo a la edad, a su etapa evolutiva, los críos antes de los 2 años, solo imitan, después de los 2 o 3 años cuando han adquirido el lenguaje, van aceptando las reglas y adquiriendo la disciplina familiar.A medida que crecen nuestros hijos podemos pactar con ellos la disciplina del hogar, para lograr la convivencia, recordemos que antes de los 7 años los niños necesitan vivenciar la disciplina en forma concreta a través de juegos, cuentos, canciones o la estrategia que a los niños les guste.
Después de los 7 años cuando ha adquirido la razón, se hacen concertando las pautas de disciplina, reflexionando, y haciendo acuerdos.
Pautas para seguir al momento de crear la disciplina con los hijos:
El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza.Dar buen ejemplo, si eres disciplinado y actúas correctamente, tus hijos te imitan.
Darles la libertad, la oportunidad de elegir, hace que niñas y niños sientan una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias.
Dar opciones, recordemos que todos somos diferentes y los niños tiene sus propios intereses.
Hacer sentir bien a los niños, reconocerlos como persona, tener en cuenta sus necesidades emocionales, físicas y espirituales.
Establecer límites claros, realistas: las normas han de ser posibles de cumplir y estar ajustadas a la realidad, la edad, habilidades y grado de maduración de los hijos.
Comprensión: aceptar que los niños se equivocan, permitirles reconocer el error y hacer ver las consecuencias de sus actos.
Decir que no con naturalidad, firmeza y amor, dando las razones.
Tener paciencia con los hijos porque ellos están creciendo y a algunos les cuesta más aceptar las normas, la disciplina.
Finalmente quiero resaltar la importancia de aceptar a nuestros hijos, ellos son nuestro reflejo. También reconozcamos que son personas libres y aunque deseemos guiarlos por nuestros caminos, reflexionemos que es natural que sean auténticos. Démosles la oportunidad de enseñarnos algo diferente. La relación de padres e hijos no es una relación de poder, es una relación desde el amor incondicional.
*Dora Inés Grosso García es psicóloga holística y pedagoga: [email protected] COPYRIGHT 2019
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