Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Cuento
Ella no lo puede decir
Un cuento por entregas, parte 2 de 5
Por Maria Eugenia Cabrera
December 2017 Este cuento está narrado desde el punto de vista de una niña de 8 años, Salina, que vive en un pueblito escondido de Sudamérica. ¿Qué piensa y cómo reacciona una niña frente a los conflictos familiares?
Iván gira la cabeza y sonríe mirándola a los ojos. Salina también lo mira y sonríe un poco, y le pregunta:
“¿Recuerdas a tu padre?”
“No, emigró a Los Estados Unidos cuando tenía tres años”.
“¿Tu padre te envía mucho dinero para comprar dulces?”
“Sí, pero quiero abrazarlo tanto. ¿Qué me cuentas de tu padre?”
“¡Tengo miedo de él!”
“¿Por qué?”
Salina se siente muy incómoda con su pregunta. Mira hacia abajo y rápidamente con una expresión depresiva se aleja.
“¿Estás bien, Salina?”
Salina se aleja.
Otra mañana escolar que se termina para Salina, son las 12 del mediodía, hora de volver a casa. Su hermano menor se transforma en un completo extraño lejos de casa. Él dice que es miembro de los Nueve machines, un grupo de niños varones que supuestamente aprendieron de sus padres que las hembras son débiles. Intervienen si un muchacho golpea a una muchacha, no si una muchacha golpea a otra. Según sus reglas, los chicos que juegan con chicas parecen ser lesbianas. Todos los niños chismorrean acerca de sus reglas dementes, tales como que los niños no pueden llorar, aunque estén lastimados. Se limitan a sonreír o de lo contrario una risa representa debilidad. Si uno de los miembros es desleal a una de estas reglas, se lo castiga severamente. Nadie sabe qué tipo de penalización recibe. Salina ama mucho a su hermano y ella no dejaría que nadie lo lastime, por lo mismo lo ignora en la escuela.
Mientras Salina regresa a casa, oye una voz fuerte que dice, ¡Salina espera! Es Stely de nuevo, Salina todavía recuerda lo del lápiz. Stely pregunta si puede caminar con ella. Salina se da la vuelta pero casi no puede contestarle. Acaba de comprarse un plátano congelado, tiene la boca llena cuando responde "Sí". Es sabido que Stely no tiene dinero para comprarse un refrigerio. Su padre era un alcohólico y murió de cirrosis hace un año. Su madre tiene dificultades para mantener a cuatro niños. Stely ve que Salina come su banana congelada, aparte tiene una pequeña bolsa de papitas fritas. Stely suplica a Salina que comparta sus aperitivos con ella. Suplica: ¡Por favor, por favor, dame algo, tan sólo la mitad de lo que tienes, si tengo algo mañana, lo compartiré contigo, por favor, Salina! Al final, Stely la convence para que comparta su merienda. Salina ve cómo devora ese trozo de banana congelada, pareciera que no ha comido en días. Unos minutos más tarde, Stely toma otra ruta hacia la casa de su tía. Mientras tanto, Salina continúa caminando a casa. Ve a otros niños caminando a sus hogares; casi todos vive más cerca de la escuela que Salina. La casa de Salina es una de las más alejadas de la escuela, está acostumbrada a caminar esa larga distancia.
Mientras camina sola piensa en los alimentos que su madre estará preparando, espera que Geo llegue a casa temprano para el almuerzo. Pero hay algo que la preocupa, son los problemas matrimoniales de sus padres. Hay otras vecinas que también regresan a casa, decide hablar con ellas y distraerse de los secretos de su familia. Salina y las chicas se burlan de los profesores y chicos en la escuela por un momento, ella parece estar más contenta que de costumbre. El sol está en el centro del cielo. Hace calor y las chicas se sientan cansadas por lo que ya no hablan más, solo continúan caminando. De repente, a lo lejos, ven a una señora esbelta vestida con una falda de pliegues de color verde oscuro a la atura de sus rodillas, la falda corre alrededor de sus caderas con la suave brisa. Ella también lleva un suéter rosado elegante, zapatos negros de tacón bajo, y un sombrero azul ancho con borde negro. Lleva su cabello recogido en una cola baja. Cuando más se acerca a las muchachas su lenguaje corporal aparenta emoción como de alguien que camina serena para una cita con su amado. Una de las chicas comenta: "Mira a esta solterona, parece que son las que disfrutan de coquetear con hombres.”
Salina responde: "Sí, mi madre dice que a señoritas como esas les gusta coquetear con cualquier hombre". La mujer se acerca más y más, Salina se sorprende, esa mujer es Davina, su madre. Mira a las otras chicas y dice: "¡Cállense, es mi madre!"
Las chicas asombradas, con caras enrojecidas de vergüenza y con miradas bajas dicen: “Buenas tardes, señora Davina”.
Ella responde: “Hola chicas”.
Ellas continúan caminando; entonces, Davina toma la mano derecha de Salina y la arrastra a un lado de la carretera y le dice: “Presta mucha atención a lo que tengo que decirte y no le digas a nadie, incluyendo a tu hermano. ¿De acuerdo?”
Salina asiente. Davina comienza: “¡Algo inaudito sucedió esta mañana!”
“¿Qué pasó, mama?”
“Creo que tu padre me está engañando con esa vecina zorra. Hoy estuve con Teresy en la cocina cuando de repente oí a alguien pasar y golpear a Oso, nuestro perro. Teresy y yo salimos a ver lo que pasaba y allí estaba la hermana de esa p--- golpeando al perro. Le dije: ¿No es suficiente que tu hermana se acuesta con mi marido? ¿Tienes que golpear a mi perro también? En segundos, me agarró del cabello y comenzó a darme golpes por todo mi cuerpo hasta que me golpeó con una piedra en la cabeza, Teresy nos separó.
Ahora la situación es la siguiente, ella me rompió la cabeza y yo le rompí la suya también, así que voy al centro de salud más cercano. Luego iré a la parroquia para contratar a un abogado, tú y tú hermano coman el almuerzo que está listo en la mesa de la cocina. Luego te aseguras de que los uniformes estén listos para mañana. Además alimentas a los pollos y cerdos, volveré a las 7:00pm. Si este problema empeora, tú y Geo irán a casa de Teresy. No te preocupes por tus hermanitos más pequeños, como ya sabes están en casa de la Madrina.
Salina suprime sus ganas de llorar.
“¡Salina, basta, no seas tan débil!”
Salina oculta en silencio sus verdaderas emociones.
“Chao m’ija”.
“Chao mamá”.
Davina camina en dirección al pueblo de Catalina. Los lunes en la calle del Valle no caminan mujeres elegantes. Davina tiene su orgullo; no espera que otros sientan pena por ella tampoco por sus hijos.
Tan pronto como ella se aleja, Salina comienza a llorar. Nerviosa piensa que su madre podría ir a la cárcel o que su padre va a huir con su amante. Para una niña de ocho años es muy difícil entender lo que realmente está sucediendo. Mientras sigue caminando, reza para que su padre se divorcie de Davina y se vaya de casa, y espera que su madre cambie su manera rígida de pensar.
Una vez que Salina llega a casa busca la ropa de su madre y encuentra en el canasto de lavandería marrón que tiene manchas de sangre fresca. Para Salina no es nuevo ver sangre humana, aun así está temblando. No cabe en su pensamiento que cómo Davina puede caminar con una herida grave en su cabeza. De repente oye algo, es Geo que acaba de llegar a casa después de jugar al fútbol con sus amigos. Rápidamente esconde la ropa ensangrentada y se seca sus lágrimas y finge que nada ha sucedido, tal como su madre le enseñó. Geo llega con hambre así que él va derecho a la cocina y empieza preguntar por Davina. Salina entra en la cocina y dice: "Hola".
"¿Dónde está mamá?"
"Fue a la parroquia, y regresará a las 7:00 pm".
El chico parece estar cansado. Después de comer, va a su cuarto a hacer su tarea. Tiene siete años y no sospecha nada. Salina alimenta a las diez gallinas y cinco cerdos y luego va a su habitación a hacer su tarea. Pero no puede concentrarse con la carga familiar. Para distraerse, peina a su muñeca rubia. Piensa en esta como si fuese su hermana y habla con ella. Cuando el problema la perturba aún abraza fuerte a su pequeña muñeca de plástico tratando de no llorar. Pero termina estallando en llanto y se cuestiona, equivocadamente: "¡esto no es vida, me pregunto si mi madre obedeciera a todo lo que mi padre quiere!, ¿Aun así la golpearía o la engañaría?” Pasa así unos minutos de murmullos y se queda dormida en su cama. Después de treinta minutos de siesta, se despierta y al instante recuerda lo que está pasando. Corre al dormitorio de su hermano, lo ve dormido y deja que se tome su larga siesta.
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
“¿Recuerdas a tu padre?”
“No, emigró a Los Estados Unidos cuando tenía tres años”.
“¿Tu padre te envía mucho dinero para comprar dulces?”
“Sí, pero quiero abrazarlo tanto. ¿Qué me cuentas de tu padre?”
“¡Tengo miedo de él!”
“¿Por qué?”
Salina se siente muy incómoda con su pregunta. Mira hacia abajo y rápidamente con una expresión depresiva se aleja.
“¿Estás bien, Salina?”
Salina se aleja.
Otra mañana escolar que se termina para Salina, son las 12 del mediodía, hora de volver a casa. Su hermano menor se transforma en un completo extraño lejos de casa. Él dice que es miembro de los Nueve machines, un grupo de niños varones que supuestamente aprendieron de sus padres que las hembras son débiles. Intervienen si un muchacho golpea a una muchacha, no si una muchacha golpea a otra. Según sus reglas, los chicos que juegan con chicas parecen ser lesbianas. Todos los niños chismorrean acerca de sus reglas dementes, tales como que los niños no pueden llorar, aunque estén lastimados. Se limitan a sonreír o de lo contrario una risa representa debilidad. Si uno de los miembros es desleal a una de estas reglas, se lo castiga severamente. Nadie sabe qué tipo de penalización recibe. Salina ama mucho a su hermano y ella no dejaría que nadie lo lastime, por lo mismo lo ignora en la escuela.
Mientras Salina regresa a casa, oye una voz fuerte que dice, ¡Salina espera! Es Stely de nuevo, Salina todavía recuerda lo del lápiz. Stely pregunta si puede caminar con ella. Salina se da la vuelta pero casi no puede contestarle. Acaba de comprarse un plátano congelado, tiene la boca llena cuando responde "Sí". Es sabido que Stely no tiene dinero para comprarse un refrigerio. Su padre era un alcohólico y murió de cirrosis hace un año. Su madre tiene dificultades para mantener a cuatro niños. Stely ve que Salina come su banana congelada, aparte tiene una pequeña bolsa de papitas fritas. Stely suplica a Salina que comparta sus aperitivos con ella. Suplica: ¡Por favor, por favor, dame algo, tan sólo la mitad de lo que tienes, si tengo algo mañana, lo compartiré contigo, por favor, Salina! Al final, Stely la convence para que comparta su merienda. Salina ve cómo devora ese trozo de banana congelada, pareciera que no ha comido en días. Unos minutos más tarde, Stely toma otra ruta hacia la casa de su tía. Mientras tanto, Salina continúa caminando a casa. Ve a otros niños caminando a sus hogares; casi todos vive más cerca de la escuela que Salina. La casa de Salina es una de las más alejadas de la escuela, está acostumbrada a caminar esa larga distancia.
Mientras camina sola piensa en los alimentos que su madre estará preparando, espera que Geo llegue a casa temprano para el almuerzo. Pero hay algo que la preocupa, son los problemas matrimoniales de sus padres. Hay otras vecinas que también regresan a casa, decide hablar con ellas y distraerse de los secretos de su familia. Salina y las chicas se burlan de los profesores y chicos en la escuela por un momento, ella parece estar más contenta que de costumbre. El sol está en el centro del cielo. Hace calor y las chicas se sientan cansadas por lo que ya no hablan más, solo continúan caminando. De repente, a lo lejos, ven a una señora esbelta vestida con una falda de pliegues de color verde oscuro a la atura de sus rodillas, la falda corre alrededor de sus caderas con la suave brisa. Ella también lleva un suéter rosado elegante, zapatos negros de tacón bajo, y un sombrero azul ancho con borde negro. Lleva su cabello recogido en una cola baja. Cuando más se acerca a las muchachas su lenguaje corporal aparenta emoción como de alguien que camina serena para una cita con su amado. Una de las chicas comenta: "Mira a esta solterona, parece que son las que disfrutan de coquetear con hombres.”
Salina responde: "Sí, mi madre dice que a señoritas como esas les gusta coquetear con cualquier hombre". La mujer se acerca más y más, Salina se sorprende, esa mujer es Davina, su madre. Mira a las otras chicas y dice: "¡Cállense, es mi madre!"
Las chicas asombradas, con caras enrojecidas de vergüenza y con miradas bajas dicen: “Buenas tardes, señora Davina”.
Ella responde: “Hola chicas”.
Ellas continúan caminando; entonces, Davina toma la mano derecha de Salina y la arrastra a un lado de la carretera y le dice: “Presta mucha atención a lo que tengo que decirte y no le digas a nadie, incluyendo a tu hermano. ¿De acuerdo?”
Salina asiente. Davina comienza: “¡Algo inaudito sucedió esta mañana!”
“¿Qué pasó, mama?”
“Creo que tu padre me está engañando con esa vecina zorra. Hoy estuve con Teresy en la cocina cuando de repente oí a alguien pasar y golpear a Oso, nuestro perro. Teresy y yo salimos a ver lo que pasaba y allí estaba la hermana de esa p--- golpeando al perro. Le dije: ¿No es suficiente que tu hermana se acuesta con mi marido? ¿Tienes que golpear a mi perro también? En segundos, me agarró del cabello y comenzó a darme golpes por todo mi cuerpo hasta que me golpeó con una piedra en la cabeza, Teresy nos separó.
Ahora la situación es la siguiente, ella me rompió la cabeza y yo le rompí la suya también, así que voy al centro de salud más cercano. Luego iré a la parroquia para contratar a un abogado, tú y tú hermano coman el almuerzo que está listo en la mesa de la cocina. Luego te aseguras de que los uniformes estén listos para mañana. Además alimentas a los pollos y cerdos, volveré a las 7:00pm. Si este problema empeora, tú y Geo irán a casa de Teresy. No te preocupes por tus hermanitos más pequeños, como ya sabes están en casa de la Madrina.
Salina suprime sus ganas de llorar.
“¡Salina, basta, no seas tan débil!”
Salina oculta en silencio sus verdaderas emociones.
“Chao m’ija”.
“Chao mamá”.
Davina camina en dirección al pueblo de Catalina. Los lunes en la calle del Valle no caminan mujeres elegantes. Davina tiene su orgullo; no espera que otros sientan pena por ella tampoco por sus hijos.
Tan pronto como ella se aleja, Salina comienza a llorar. Nerviosa piensa que su madre podría ir a la cárcel o que su padre va a huir con su amante. Para una niña de ocho años es muy difícil entender lo que realmente está sucediendo. Mientras sigue caminando, reza para que su padre se divorcie de Davina y se vaya de casa, y espera que su madre cambie su manera rígida de pensar.
Una vez que Salina llega a casa busca la ropa de su madre y encuentra en el canasto de lavandería marrón que tiene manchas de sangre fresca. Para Salina no es nuevo ver sangre humana, aun así está temblando. No cabe en su pensamiento que cómo Davina puede caminar con una herida grave en su cabeza. De repente oye algo, es Geo que acaba de llegar a casa después de jugar al fútbol con sus amigos. Rápidamente esconde la ropa ensangrentada y se seca sus lágrimas y finge que nada ha sucedido, tal como su madre le enseñó. Geo llega con hambre así que él va derecho a la cocina y empieza preguntar por Davina. Salina entra en la cocina y dice: "Hola".
"¿Dónde está mamá?"
"Fue a la parroquia, y regresará a las 7:00 pm".
El chico parece estar cansado. Después de comer, va a su cuarto a hacer su tarea. Tiene siete años y no sospecha nada. Salina alimenta a las diez gallinas y cinco cerdos y luego va a su habitación a hacer su tarea. Pero no puede concentrarse con la carga familiar. Para distraerse, peina a su muñeca rubia. Piensa en esta como si fuese su hermana y habla con ella. Cuando el problema la perturba aún abraza fuerte a su pequeña muñeca de plástico tratando de no llorar. Pero termina estallando en llanto y se cuestiona, equivocadamente: "¡esto no es vida, me pregunto si mi madre obedeciera a todo lo que mi padre quiere!, ¿Aun así la golpearía o la engañaría?” Pasa así unos minutos de murmullos y se queda dormida en su cama. Después de treinta minutos de siesta, se despierta y al instante recuerda lo que está pasando. Corre al dormitorio de su hermano, lo ve dormido y deja que se tome su larga siesta.
[CONTINUARÁ…]
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