Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Sueño americano
Sandra Priore, amor compartido
Entre los libros y la comunidad
Por Antonio Flores-Lobos
December 2016 Ella es Sandra Khun-Priore, pero ahí, como decía Facundo Cabral, no termina la cosa. Ella es la madre de Fernando, Johnatan y Lia, e hija de Doña Juana Rohr y Don Carlos Kuhn. Ella es inmigrante argentina, amante de su comunidad y encargada de brindar asistencia en español en la Biblioteca Pública de Poughkeepsie.
Porque siempre gustó de ayudar al prójimo y al necesitado, Sandra soñaba con ser maestra de personas discapacitadas, pero su sueño se vio truncado por la llegada de su hijo mayor, y una de esas crisis económicas que azotaba su país.
Así fue como, hace 22 inviernos, Sandra optó por dejar su tierra, sus amigos, su cultura y sus padres para aventurarse al Norte, llevando consigo los eternos sueños de superación, y la constante búsqueda del bienestar de su familia. Pero un buen día despertó a la cruda realidad de que, aunque la vida es mejor en los Estados Unidos, muchos terminan trabajando mucho más que en sus propios países.
Y así fue como durante los 10 años sin papeles, Sandra cumplía hasta tres trabajos a la semana, limpiando casas por aquí y haciendo sándwiches por allá. Añoraba conseguir sus papeles y le pagó miles de dólares a un abogado que resultó ser un estafador.
Finalmente, cuando pudo regularizar su estatus migratorio, sintió que podía buscar un trabajo menos cansador, que pagara más, y que le diera el placer de estar cerca a los libros que siempre adoró.
Así comenzó en la Biblioteca de East Fishkill. De ahí pasó a trabajar a la Librería Borders. Le encantaba ayudar a los clientes, pero sufría cuando a los clientes no les alcanzaba para comprar el libro que deseaban. Entonces se metía a la computadora, y buscaba cupones y cuantos descuentos encontraba para reducir el precio del libro y hacer feliz a un lector.
Tras el cierre de la librería, comenzó a trabajar en la Biblioteca Pública de Poughkeepsie como la persona enlace con lectores hispanohablantes, además de asistir en la sección de niños y con notarías públicas. En la biblioteca se siente una mujer feliz y realizada porque no tiene que lidiar con dinero, ni ventas. Dice la argentina, descendiente de alemanes, “no siento que realmente es un trabajo cuando estoy rodeada de mi gente” y confiesa tener “un amor muy grande por la comunidad latina”.
Pero por muy exitosas que se sean las vidas de inmigrantes, muchos cargan por el mundo con un vacío que se abrió cuando decidieron dejar a su tierra, y a sus padres. Ningún inmigrante quiere recibir esa llamada de malas noticias, y trata de visitar a sus padres cada vez que puede, y cuando de ellos se despide, se despide como si ya no fuera a verlos nunca más. Entonces al regresar, se comienza ahorrar nuevamente para que en caso de emergencia, se pueda tener lo sufiente para comprar esos boletos de avión, que como en el caso Nueva York-Argentina, pueden costar miles de dólares.
Y mientras Doña Juana y Don Carlos siguen bien, tomando su mate por las mañanas de finales de primavera, a 5,000 millas al Norte, y en la antesala del largo invierno, su hija sigue despertando la pasión por el mundo de los libros a los visitantes a la Biblioteca de Poughkeepsie.
Hudson
51 N 5th St, (518) 828-1792
Kingston
55 Franklin St, (845) 331-0507
Millbrook
3 Friendly Ln, (845) 677-3611
Millerton
75 Main St, (518) 789-3340
Newburgh
124 Grand Street, (845) 563-3600
Preguntar por Joanne Lugo
New Paltz
Sojourner Truth Library
300 Hawk Dr, (845) 257-3700
Preguntar por Perla Reyes o Ali Matthews
Elting Memorial Library
93 Main St, (845) 255-5030 ext. 2
Preguntar por Raymundo (menos martes y domingo)
Plattekill
2047 State Route 32 Modena, NY 12548 845-883-7286
Preguntar por Marisol Gerena
Red Hook
7444 S Broadway, (845) 758-3241
Rhinebeck
68 W Market St, (845) 876-4030
Tivoli
86 Broadway, (845) 757-3771
COPYRIGHT 2016
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Así fue como, hace 22 inviernos, Sandra optó por dejar su tierra, sus amigos, su cultura y sus padres para aventurarse al Norte, llevando consigo los eternos sueños de superación, y la constante búsqueda del bienestar de su familia. Pero un buen día despertó a la cruda realidad de que, aunque la vida es mejor en los Estados Unidos, muchos terminan trabajando mucho más que en sus propios países.
Y así fue como durante los 10 años sin papeles, Sandra cumplía hasta tres trabajos a la semana, limpiando casas por aquí y haciendo sándwiches por allá. Añoraba conseguir sus papeles y le pagó miles de dólares a un abogado que resultó ser un estafador.
Finalmente, cuando pudo regularizar su estatus migratorio, sintió que podía buscar un trabajo menos cansador, que pagara más, y que le diera el placer de estar cerca a los libros que siempre adoró.
Así comenzó en la Biblioteca de East Fishkill. De ahí pasó a trabajar a la Librería Borders. Le encantaba ayudar a los clientes, pero sufría cuando a los clientes no les alcanzaba para comprar el libro que deseaban. Entonces se metía a la computadora, y buscaba cupones y cuantos descuentos encontraba para reducir el precio del libro y hacer feliz a un lector.
Tras el cierre de la librería, comenzó a trabajar en la Biblioteca Pública de Poughkeepsie como la persona enlace con lectores hispanohablantes, además de asistir en la sección de niños y con notarías públicas. En la biblioteca se siente una mujer feliz y realizada porque no tiene que lidiar con dinero, ni ventas. Dice la argentina, descendiente de alemanes, “no siento que realmente es un trabajo cuando estoy rodeada de mi gente” y confiesa tener “un amor muy grande por la comunidad latina”.
Pero por muy exitosas que se sean las vidas de inmigrantes, muchos cargan por el mundo con un vacío que se abrió cuando decidieron dejar a su tierra, y a sus padres. Ningún inmigrante quiere recibir esa llamada de malas noticias, y trata de visitar a sus padres cada vez que puede, y cuando de ellos se despide, se despide como si ya no fuera a verlos nunca más. Entonces al regresar, se comienza ahorrar nuevamente para que en caso de emergencia, se pueda tener lo sufiente para comprar esos boletos de avión, que como en el caso Nueva York-Argentina, pueden costar miles de dólares.
Y mientras Doña Juana y Don Carlos siguen bien, tomando su mate por las mañanas de finales de primavera, a 5,000 millas al Norte, y en la antesala del largo invierno, su hija sigue despertando la pasión por el mundo de los libros a los visitantes a la Biblioteca de Poughkeepsie.
Aquí también se habla español
Además de la Biblioteca de Poughkeepsie, en estas otras bibliotecas del Valle de Hudson también tienen personal que habla español, listos para servirles:Hudson
51 N 5th St, (518) 828-1792
Kingston
55 Franklin St, (845) 331-0507
Millbrook
3 Friendly Ln, (845) 677-3611
Millerton
75 Main St, (518) 789-3340
Newburgh
124 Grand Street, (845) 563-3600
Preguntar por Joanne Lugo
New Paltz
Sojourner Truth Library
300 Hawk Dr, (845) 257-3700
Preguntar por Perla Reyes o Ali Matthews
Elting Memorial Library
93 Main St, (845) 255-5030 ext. 2
Preguntar por Raymundo (menos martes y domingo)
Plattekill
2047 State Route 32 Modena, NY 12548 845-883-7286
Preguntar por Marisol Gerena
Red Hook
7444 S Broadway, (845) 758-3241
Rhinebeck
68 W Market St, (845) 876-4030
Tivoli
86 Broadway, (845) 757-3771
COPYRIGHT 2016
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Comments | |
Comentario: Muy buen articulo, gracias por hacernos conocer un poco más de
Sandra Prione, excelente persona que brinda el mejor apoyo
desde el primer momento de su atención en la biblioteca.
Gracias a ella puede continuar en este país mi pasión por la
lectura legado que imparto a mi hija de dos años y se que
continuará por toda su vida. Felicidades para Sandra.
Posted: 12/29/2016 |