Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
¿Por qué nosotros no?
La influencia de la televisión en la actitud y cultura de los Estados Unidos
Por Emily Steiker-Epstein
June 2016 Aunque la población de los Estados Unidos es una gran mezcla de distintas etnias, orientaciones sexuales y otras identidades, los espectadores se encuentran con una mayoría desproporcionada de figuras masculinas, blancas y heteronormativas, entre actores, escritores, creadores y directores. Pero lo más preocupante es que la televisión contribuye en gran medida a la formación de nuestra cultura. En los Estados Unidos, la gente se la pasa viendo televisión aproximadamente cinco horas cada día, y en promedio los niños pasan más tiempo viendo televisión que en la escuela.
Según el informe de Nielsen de 2014, el 99% de los hogares en los Estados Unidos posee al menos una televisión, y el 65% tiene tres o más. Además, el uso de servicios a pedido (como Netflix y HBO GO), y de aparatos móviles para ver programas (tabletas, laptops, etc.) aumenta cada año, sumando más horas al tiempo dedicado a ver programas de televisión. Dada la cantidad de tiempo que la gente en los Estados Unidos dedica a sus varias pantallas, es importante investigar el impacto de los programas de televisión en las actitudes sociales y colectivas en nuestra cultura. Es decir, ¿qué tanto influyen esas cinco horas que una persona mira televisión a diario? Cuando un espectador llega a conocer los personajes en la televisión que son diferentes a sí mismos, ¿tiene algún efecto sobre la manera en que él o ella se relaciona con otras personas en la vida real?
Históricamente el contenido de programas de televisión siempre ha sido influido por la cultura del momento. La televisión no funciona como una reflexión de la realidad, sino más bien como un comentario sobre ella; y basado en nuestro conocimiento y los estándares formados y condicionados dentro de nuestra cultura, creamos la televisión. El objetivo de este proyecto es investigar: ¿quiénes son las personas detrás de los programas modernos, y hasta dónde sus percepciones, creencias y decisiones llegan a influir el futuro de nuestra cultura social colectiva? Específicamente, cómo manejan la diversidad los canales de televisión, y cómo afectan en las actitudes de los espectadores las diferentes estrategias sobre personajes e historias, tanto positiva como negativamente, sobre grupos de identidades mal representados en cuanto a la raza, el género y la orientación sexual.
Estudios anteriores han demostrado que los medios de comunicación populares son un factor importante a la hora de revisar su influencia sobre actitudes sociales (Bennett, 2001; Gilliam, 1999; Jamieson, 1992). Y es que como humanos tenemos la capacidad de ser “cognitivamente empáticos” (Shamay-Tsoory, 2009), es decir, podemos comprender las situaciones, perspectivas, y motivos de los demás, incluso si ese “otro” fuera un personaje ficticio en la pantalla. Por ejemplo, los neuro-economistas Jorge A Barraza y Paul Zak (2009) condujeron un experimento en el cual un video extremadamente emotivo causó que los participantes sintieran tanta preocupación empática por los personajes mostrados, que terminaron donando dinero a caridades que ayudan a otros que están pasando por situaciones parecidas a las de los personajes.
Los investigadores concluyeron que los participantes sentían preocupación empátic. Explican que los participantes sintieron un aumento en los niveles de oxitocina cuando el video activó una respuesta emocional y pro-social, estimulando sus sentimientos de preocupación empática y haciendo que donaran dinero. Lo que este hallazgo implica es que la televisión no sólo tiene la capacidad de influir nuestras actitudes hacia los personajes de ficción, sino incluso puede afectar a nuestro comportamiento después de apagar el televisor.
Lo interesante del experimento de Barraza y de Zak es que fueron capaces de manipular las actitudes de sus participantes mediante el ajuste de una historia en un video que duraba sólo dos minutos. Otros participantes también observaron otro video de dos minutos sobre un niño y su padre, pero esta vez se mostraba a los dos personajes pasando un día en el zoológico, sin mención de la enfermedad o la emoción. Lo que Barraza y Zak encontraron fue que los participantes que vieron el video en la segunda condición (la "condición sin emociones") no sintieron el mismo aumento en los niveles de oxitocina que los de la condición en la que el niño tenía un cáncer terminal, y por lo tanto no tuvieron la misma preocupación empática.
El denominador común entre los dos videos es que ambos presentan el mismo desconocido (es decir, no celebridad) padre e hijo, y las dos historias son igual de largas. Algo sobre el primer video, sin embargo, cambia drásticamente cuánto los espectadores empatizan con la familia, así como otros que están en su situación. Esto se hace explícito por el aumento de sus niveles de oxitocina y su voluntad de donar a otros que están sufriendo, en comparación con las reacciones totalmente neutrales de los participantes que se encontraban en la condición del zoológico. La mayor diferencia entre los dos videos es que en el primero, el niño tiene cáncer.
Los participantes en el estudio no fueron escogidos por alguna vulnerabilidad particular hacia gente en una condición terminal; ellos no eran miembros de familias con personas con cáncer; los efectos no parecen ser el resultado de algo personal en absoluto. De hecho, era un grupo promedio de estudiantes universitarios de UCLA. Entonces ¿qué fue lo que causó una reacción tan fuerte? ¿La amenaza a una vida que se va tan joven, la narración del padre que llora? Algo en esta combinación dosificó sistemáticamente a los participantes del estudio con niveles más altos de empatía y generosidad.
Tales resultados son cruciales para el futuro de la producción de televisión. Incluso en 2015, enormes poblaciones de los EE.UU. siguen siendo constantemente marginadas a causa de los estigmas que nuestra cultura ha fomentado. A menudo a las minorías no se les da papeles en la televisión con la misma profundidad y complejidad emocional que los papeles que se les da a hombres blancos heteronormativos, dejando muy pocos programas que incluyan un fuerte protagonista minoritario. El resultado es similar a los hallazgos del experimento de Barraza y de Zak: nuestros programas de televisión favorecen las historias de hombres blancos, y como resultado, a los personajes de minoría les dan papeles parecidos a los de la "condición sin emociones", la condición a la cual somos incapaces de conectar. Entonces nuestra cultura aprende a empatizar más fácilmente con personajes masculinos blancos, porque las suyas son generalmente las únicas historias que tenemos la oportunidad de escuchar.
La lección más importante que el "estado emocional" de Barraza y de Zak nos puede enseñar es lo fácil que es para la televisión ocasionar un sentido profundo y mover a la gente a preocuparse por algo, o alguien, diferente a uno mismo - y tener efectos potentes en tan sólo dos minutos.
Si Barraza y Zak fueron capaces de manipular actitudes y niveles de preocupación empática de los espectadores hacia extraños utilizando sólo un video de dos minutos, entonces, ¿qué efectos tienen las cadenas de televisión sobre las personas que ven televisión durante una hora, o el promedio de cinco, todos los días?
*Extracto del proyecto final de graduación de Bard College en psicología, The Influence of Television on Attitude Change and Culture in the United States, de Emily Steiker-Epstein. Para leer la versión completa, en inglés, vaya a http://digitalcommons.bard.edu/senproj_s2015/346/
*Emily Steiker-Epstein está preparando otra investigación sobre los personajes que se ven normalmente en la televisión y qué les gustaría ver a los espectadores. Si le interesa participar, por favor escríbale a [email protected]. ¡Gracias!
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Históricamente el contenido de programas de televisión siempre ha sido influido por la cultura del momento. La televisión no funciona como una reflexión de la realidad, sino más bien como un comentario sobre ella; y basado en nuestro conocimiento y los estándares formados y condicionados dentro de nuestra cultura, creamos la televisión. El objetivo de este proyecto es investigar: ¿quiénes son las personas detrás de los programas modernos, y hasta dónde sus percepciones, creencias y decisiones llegan a influir el futuro de nuestra cultura social colectiva? Específicamente, cómo manejan la diversidad los canales de televisión, y cómo afectan en las actitudes de los espectadores las diferentes estrategias sobre personajes e historias, tanto positiva como negativamente, sobre grupos de identidades mal representados en cuanto a la raza, el género y la orientación sexual.
Estudios anteriores han demostrado que los medios de comunicación populares son un factor importante a la hora de revisar su influencia sobre actitudes sociales (Bennett, 2001; Gilliam, 1999; Jamieson, 1992). Y es que como humanos tenemos la capacidad de ser “cognitivamente empáticos” (Shamay-Tsoory, 2009), es decir, podemos comprender las situaciones, perspectivas, y motivos de los demás, incluso si ese “otro” fuera un personaje ficticio en la pantalla. Por ejemplo, los neuro-economistas Jorge A Barraza y Paul Zak (2009) condujeron un experimento en el cual un video extremadamente emotivo causó que los participantes sintieran tanta preocupación empática por los personajes mostrados, que terminaron donando dinero a caridades que ayudan a otros que están pasando por situaciones parecidas a las de los personajes.
El experimento de Barraza y Zak
En el video aparece un padre ficticio que narra la triste historia de la batalla de su hijo contra un cáncer cerebral terminal. Para enfatizar el impacto emocional, el video también muestra imágenes del hijo en su cuarto en el hospital. Después de ver el video, los participantes mostraron niveles elevados de oxitocina, una hormona que se relaciona con los sentimientos de vinculación social. Además, Barraza y Zak encontraron que los niveles de oxitocina en los participantes después de ver el video más o menos predecía la cantidad de dinero que los individuos estarían dispuestos a donar a una organización que ayuda a otros niños y adultos enfermos (las dos opciones fueron el hospital St. Jude y la Cruz Roja Americana).Los investigadores concluyeron que los participantes sentían preocupación empátic. Explican que los participantes sintieron un aumento en los niveles de oxitocina cuando el video activó una respuesta emocional y pro-social, estimulando sus sentimientos de preocupación empática y haciendo que donaran dinero. Lo que este hallazgo implica es que la televisión no sólo tiene la capacidad de influir nuestras actitudes hacia los personajes de ficción, sino incluso puede afectar a nuestro comportamiento después de apagar el televisor.
Lo interesante del experimento de Barraza y de Zak es que fueron capaces de manipular las actitudes de sus participantes mediante el ajuste de una historia en un video que duraba sólo dos minutos. Otros participantes también observaron otro video de dos minutos sobre un niño y su padre, pero esta vez se mostraba a los dos personajes pasando un día en el zoológico, sin mención de la enfermedad o la emoción. Lo que Barraza y Zak encontraron fue que los participantes que vieron el video en la segunda condición (la "condición sin emociones") no sintieron el mismo aumento en los niveles de oxitocina que los de la condición en la que el niño tenía un cáncer terminal, y por lo tanto no tuvieron la misma preocupación empática.
El denominador común entre los dos videos es que ambos presentan el mismo desconocido (es decir, no celebridad) padre e hijo, y las dos historias son igual de largas. Algo sobre el primer video, sin embargo, cambia drásticamente cuánto los espectadores empatizan con la familia, así como otros que están en su situación. Esto se hace explícito por el aumento de sus niveles de oxitocina y su voluntad de donar a otros que están sufriendo, en comparación con las reacciones totalmente neutrales de los participantes que se encontraban en la condición del zoológico. La mayor diferencia entre los dos videos es que en el primero, el niño tiene cáncer.
Los participantes en el estudio no fueron escogidos por alguna vulnerabilidad particular hacia gente en una condición terminal; ellos no eran miembros de familias con personas con cáncer; los efectos no parecen ser el resultado de algo personal en absoluto. De hecho, era un grupo promedio de estudiantes universitarios de UCLA. Entonces ¿qué fue lo que causó una reacción tan fuerte? ¿La amenaza a una vida que se va tan joven, la narración del padre que llora? Algo en esta combinación dosificó sistemáticamente a los participantes del estudio con niveles más altos de empatía y generosidad.
Tales resultados son cruciales para el futuro de la producción de televisión. Incluso en 2015, enormes poblaciones de los EE.UU. siguen siendo constantemente marginadas a causa de los estigmas que nuestra cultura ha fomentado. A menudo a las minorías no se les da papeles en la televisión con la misma profundidad y complejidad emocional que los papeles que se les da a hombres blancos heteronormativos, dejando muy pocos programas que incluyan un fuerte protagonista minoritario. El resultado es similar a los hallazgos del experimento de Barraza y de Zak: nuestros programas de televisión favorecen las historias de hombres blancos, y como resultado, a los personajes de minoría les dan papeles parecidos a los de la "condición sin emociones", la condición a la cual somos incapaces de conectar. Entonces nuestra cultura aprende a empatizar más fácilmente con personajes masculinos blancos, porque las suyas son generalmente las únicas historias que tenemos la oportunidad de escuchar.
La lección más importante que el "estado emocional" de Barraza y de Zak nos puede enseñar es lo fácil que es para la televisión ocasionar un sentido profundo y mover a la gente a preocuparse por algo, o alguien, diferente a uno mismo - y tener efectos potentes en tan sólo dos minutos.
Si Barraza y Zak fueron capaces de manipular actitudes y niveles de preocupación empática de los espectadores hacia extraños utilizando sólo un video de dos minutos, entonces, ¿qué efectos tienen las cadenas de televisión sobre las personas que ven televisión durante una hora, o el promedio de cinco, todos los días?
*Extracto del proyecto final de graduación de Bard College en psicología, The Influence of Television on Attitude Change and Culture in the United States, de Emily Steiker-Epstein. Para leer la versión completa, en inglés, vaya a http://digitalcommons.bard.edu/senproj_s2015/346/
*Emily Steiker-Epstein está preparando otra investigación sobre los personajes que se ven normalmente en la televisión y qué les gustaría ver a los espectadores. Si le interesa participar, por favor escríbale a [email protected]. ¡Gracias!
*Traducción al español Evelyn Reyes Delgado y Sebastián Antón Ojeda
COPYRIGHT 2016La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
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