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Correo

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Por Owen Thompson and David A Desimone
September 2005

Queridas editoras,

En febrero de 2004 escribí una carta a esta publicación para informarles a sus lectores de las condiciones horribles que sufrían los piscadores de tomates en el estado de Florida y los esfuerzos de estos trabajadores para mejorar su situación a través de un boicot nacional contra Taco Bell, la empresa que compra gran parte de esos tomates. Escribo hoy con noticias de un suceso magnífico e histórico: en marzo de este año, Taco Bell, bajo presión de miles y miles de consumidores conscientes, concedió a las exigencias de los piscadores y comprometió a usar su influencia sobre la industria de los tomates para pagar sueldos más altos y otras condiciones mejores para los jornaleros que han enriquecido esta empresa gracias a su labor y su sudor.

Los reclamos del grupo que organizaba el boicot, la Coalición de Trabajadores de Immokalee, a la que pertenecen aproximadamente 10.000 trabajadores de origen mexicano, centroamericano y haitiano, eran sencillos y justos: los piscadores no habían obtenido un aumento de los sueldos en casi tres décadas, eran forzados a pagar alquileres absurdos por vivir cerca de los ranchos, y—como los trabajadores agrícolas en Nueva York y casi todos los otros estados de este país—no tenían ningún derecho legal a un día de descano por semana, a la compensación por injurias relacionadas con el trabajo, al pago de horas extras, ni al derecho a negociar sus sueldos colectivamente. Todos estos problemas siguen existiendo en este momento en Florida, como siguen en muchas otras partes y como seguirán por muchos años por venir.

El fin del boicot contra Taco Bell no significa sólo el principio de un aumento lógico en los sueldos de los piscadores de tomates, aunque eso por sí mismo representa noticias tremendas. Lo que significa este suceso en un sentido más alto es una victoria contra la explotación laboral y su feo pariente, la esclavitud moderna—una abominación que ha aparecido en muchos ranchos norteamericanos en los últimos años. La injusticia contra los trabajadores agrícolas es un monstruo de tamaño internacional y de obstinación cósmica; resiste al progreso social de todas las maneras posibles. Pero este otoño podemos dar gracias que hemos visto un golpe poderoso contra ese monstruo, que hemos visto un paso hacia un futuro en que nuestros hijos conocerán a este monstruo como una memoria mala y nada más.

Atentamente,

Owen Thompson

25 de septiembre de 2005



Sra. Directora,

    El 14 de noviembre de 1987, en el esplendo de la bella Catedral de San Patricio en la ciudad de Nueva York, fui ordenado Sacerdote Católico para la Arquidiócesis de Nueva York. Para mi fue una ocasión alegre y una oportunidad para empezar un ministerio al pueblo de Dios, específicamente con los pobres y a veces olvidados. Han pasado casi 18 años desde este evento y en marzo de este año me encontré en el comienzo de una nueva experiencia y en una nueva pastoral con un ministerio renovado.

      En los últimos seis meses he estado trabajando con la comunidad latina del Condado de Dutchess, sirviendo como sacerdote de habla hispana y director espiritual en la Parroquia de Saint Mary en la ciudad de Poughkeepsie. Esta pastoral ha sido un reto y al mismo tiempo una bendición; tratando de ayudar a la comunidad latina que sigue creciendo en esta ciudad, la mayoría de Oaxaca, México.

     No me tomó mucho tiempo darme cuenta que con el pueblo hispano yo estaba compartiendo una Fe humilde y rica en tradición. En la Iglesia de Saint Mary ofrecemos un recinto de paz y una fuente de fuerza espiritual para la comunidad Latina, e invitamos a todos a un conocimiento espiritual y la oportunidad de alabar a Dios dentro de la Fe Católica. Para el latino, esta Fe siempre ha sido una parte integral, no sólo de su experiencia religiosa, sino también cultural.

     Al llegar a este país, muchos inmigrantes buscan una iglesia donde poder sentirse unidos a su pasado tradicional, y al mismo tiempo, obtener apoyo para su futuro. La Iglesia Católica en los Estados Unidos siempre ha hecho mucho para ayudar a todos los inmigrantes, y recientemente se ha enfocado más en su preocupación por la comunidad latina. Con los números reducidos de sacerdotes y de fondos, esta pastoral no es siempre fácil; pero como la Fe tiene tanta importancia para cada latino, la iglesia trata constantemente de tocar las vidas de este su pueblo.

     Como representante de esta Fe, tengo el gran honor de ser a la vez “Padre” y “hermano” de la comunidad latina, alguien que reconoce sus yugos y penas, y sus alegrías y esperanzas. Cada semana, celebramos la Misa en Español en la Iglesia de Saint Mary a la 1 de la tarde. Invito a los lectores que asistan y compartan la gran comunidad familiar de la fe. Los números de los que asisten a la Misa Dominical crecen cada semana; igual que el número de los fieles que me contactan para tantas cosas…. desde Bautizos hasta la bendición de casa, apartamento, cuarto, carro y más.

     Cuando se habla del yugo que el pueblo latino carga con relación a la migración, hay una tentación de ver solamente los detalles de los derechos de empleo y la legalización de cada uno, ambos son de gran importancia, pero, para el latino, la esperanza más grande y la ayuda más potente tradicionalmente viene por medio de su Fe tradicional. Sin la fuerza y el apoyo que la Fe nos brinda habría un gran vacío. Así es que veo que mi gran fortuna y bendición hoy día es ser parte de esta experiencia; ofreciendo consuelo, apoyo y fuerza espiritual a un pueblo que ve en la Iglesia esperanza para su futuro.

La saluda atentamente,

Padre David A. DeSimone

septiembre de 2005

 


 

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