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Crónicas de Nueva York

Crónicas de Nueva York

Primavera en el Valle del Hudson

Por Mohamed Toufali
March 2006

Unas semanas más y doblando la esquina se presentará la primavera con sus diluvios y su aire fresquito que soplará suavemente sobre estas tierras del Valle del Hudson. Y como una mujer hippy, colgará en sus pelos flores de mil colores que nos traerán recuerdos de esa otra canción de los sesenta cuyo estribillo repite: “Si vas a San Francisco, asegúrate de lucir flores en tu pelo”.

Y jugando al “aquí te espero…” coqueteará con el sol para sacarle algún calor y resucitar el cuerpo después de un invierno frío que, al menos a mí, ha congelado los huesos y creo que también los de todos aquellos que no están acostumbrados a la nieve y el frío.

Supongo que no deberíamos poner “rojo” al invierno puesto que la temporada pasada no ha sido tan fría como otras aquí en el valle del Hudson. Los compañeros del trabajo comentan que esto no es normal puesto que como sabemos esta región es muy extrema en sus estaciones del tiempo. O sea, muy fría en invierno y muy caliente y húmeda en verano. De todas formas, no me quejo. Aunque eso sí, hecho de menos al Mediterráneo… Pero bueno eso es otra historia.

 

Aprovechando el buen tipo

Con la primavera, en el río Hudson se verán de nuevo y con más frecuencias, los barquitos de vela y las lanchas motorizadas haciendo esa travesía desde la bahía de la ciudad de Nueva York hasta Albany y viceversa. Son unas vistas espléndidas que se pueden percibir desde el río. Y si no puede saltar a una de esas embarcaciones privadas, pues existe el balandro “Clearwater” que le puede enseñar esas vistas maravillosas desde este grandioso río Hudson.

Por otra parte, siempre queda la “navegación” terrena que también nos descubre bellos paisajes de esta región nuestra. Por algo fue inspiración de toda una escuela de pintura al óleo que se inició al principio del siglo diecinueve.

Un grupo de pintores de paisajes influidos por el movimiento europeo del romanticismo hizo su aparición en el valle del Hudson en el siglo diecinueve y a las laderas de las montañas de Catskill ensalzaron con sus óleos la inmensidad y la belleza de esta región.

 Bosques, lagos y miles de riachuelos resaltan todos la belleza de estas tierras para darle una característica personal que atrae a cualquier persona con afán de vivir y disfrutar de sus recursos.

Si tiene la oportunidad de pasearse por estos parajes podrá ver a las orillas del río Hudson o en las colinas cerca, también unas mansiones inmensas que son unas obras de arte. Por supuesto, si no fuera por la riqueza de estas personas estas enormes casas no se hubieran podido construir. Pero lo importante ahora es que la mayoría de estas mansiones están abiertas para disfrute del público.

Hoy hace una temperatura moderada en el valle. Un sol, a veces con nubes, nos anima a salir a dar un paseo por la calle y acercándome al arroyo que está cerca de mi casa, veo que el agua ha subido de su nivel normal. Este arroyo va ir a parar luego al río Hudson y de su parte este desembocará en el Atlántico. El otro día un vecino me dijo que alguien puso un mensaje en una botella y la tiró en este arroyo para que después de dos meses alguien en Canadá la encontrase. No sé si esto es posible pero lo que es cierto es que miles de personas echan botellas con mensajes en el Atlántico y que una anécdota dice que un inglés encontró una y luego escribió una carta a un periódico quejándose porque ¡la gente de Norte América ensucia los mares arrojando botellas al mar! 

 
 

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