Sueño Americano
Corazón latino en suelo gringo
Por Almudena López Torres
February 2014 “Dorothy vivía en medio de las extensas praderas de Kansas, con su tío Henry, que era granjero, y su tía Em, la esposa de éste. Desde el lejano norte les llegaba el ronco ulular del viento, y tío y sobrina podían ver las altas hierbas inclinándose ante la tormenta. El viejo se levantó de pronto. -Viene un ciclón, Em-le gritó a su esposa-.¡Aprisa, Dorothy! -chilló-. ¡Corre al sótano!”. El maravilloso mago de Oz, Lyman Frank.Esta historia le gustaba mucho a Sonsoles López cuando era niña, e incluso se compró unos zapatos rojos como los de la protagonista Dorothy. Al cabo de unos años, Sonsoles abandonó España para trasladarse a trabajar como profesora de español a las llanuras de Kansas, donde reside actualmente. ¿Destino o casualidad? Sea como fuere, la joven se emocionó al ver con sus propios ojos lo que hasta ahora sólo se había imaginado en su cabeza. Pero nunca imaginó que experimentaría en su propia carne lo mismo que Dorita: “La alarma del pueblo empezó a sonar pues se avecinaba un tornado, así que cogí mi pasaporte y corrí a esconderme en el sótano de casa. Fue espeluznante, grité y lloré sola y encerrada. Pero me puse a pensar en el Mago de Oz y poco a poco me calmé”.
Y como Sonsoles López, otros muchos hispanos decididos y deseosos de vivir nuevas experiencias, un día decidieron hacer las maletas para instalarse en Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades laborales o académicas. Aquí la historia de cinco de ellos, Karla Velasco, Breo Tosar, Jonathan Rincón, Albert Serra y Jordi Espadaler. Aunque no conozcan estos nombres, muchos se sentirán identificados con sus experiencias.
A pesar de que la mayoría de ellos ya está de nuevo en su país de origen, Jonathan decidió después seguir sus peripecias por Europa y Sonsoles sigue viviendo en EE.UU. Eso sí, estén donde estén ahora, durante una temporada su hogar y sus amigos de toda la vida quedaron atrás, y tuvieron que enfrentarse a un país y una cultura totalmente desconocidos para ellos, pero tal y como explica Jordi Espadaler: “sin reto no hay aprendizaje”. Por eso, este español de 34 años decidió ir a EE.UU. para realizar colaboraciones de investigación con Universidades durante su doctorado. En tan sólo 11 meses tuvo la suerte de poder residir en los dos extremos del país: tras colaborar con la Universidad de Rockefeller, situada en el corazón de Manhattan, se trasladó a la costa de San Francisco, en California, para continuar sus estudios.
Sorprende la cortesía
Pese a que “el mundo de las colaboraciones entre universidades es un poco como una burbuja que facilita bastante las cosas”, y Jordi ya dominaba el inglés antes de llegar a EE.UU., en ocasiones tuvo dificultades “a la hora de entender la pronunciación de algunas personas”. Eso sí, la amabilidad y educación de la gente le sorprendieron muy gratamente y explica fascinado cómo “cuando sacaba un mapa en Nueva York, siempre había algún transeúnte que se paraba a preguntarme si necesitaba ayuda. Y no hablemos de San Francisco… en algunos casos ¡hasta los coches se detenían cuando tomaba fotos para no estropearlas!”
La joven peruana Karla Velasco también quedó prendada de la simpatía y amabilidad de los estadounidenses. Durante unos meses estuvo residiendo en la ciudad de Nueva York para mejorar su inglés y experimentar cómo es la vida en esta gran ciudad en la que “hay mucha diferencia social por estratos dependiendo de los barrios y es muy multicultural, pues hay etnias de todo el mundo”.
Al igual que Karla Velasco, el español Albert Serra también decidió cruzar el charco para hacer una inmersión lingüística y cultural en Boston, Massachussetss. Lo que más le chocó es el hecho de que “en los restaurantes la propina es casi obligatoria. Además, siempre me servían agua sin preguntar (que era gratis) y a continuación me preguntaban lo que deseaba para beber”.
De Venezuela sin papeles
Jonathan Rincón, un venezolano que residió más de cinco años en Pittsburgh, Pennsylvania, y un año en Orlando, Florida, también tuvo la oportunidad de visitar la ciudad que nunca duerme, de la que guarda un recuerdo conmovedor: “Recuerdo haber ido un día a Nueva York y tomarnos una foto en medio de las Torres Gemelas. Recuerdo que fue una noche lluviosa pero quedó en mi retina la imagen de las dos torres del World Trade Center. Dos años más tarde regresé, pero lo que vi fue un enorme hueco, ya que entonces ocurrieron los ataques”.
A pesar de que Jonathan contaba con el apoyo de familiares que ya vivían en Pittsburgh, igualmente tuvo que hacer frente a cambios como el clima: “soy de Venezuela, un país caribeño donde no tenemos cambios estacionales y mi llegada a EE.UU. fue al final del otoño, cuando el frío ya se hacía sentir”. Los trámites burocráticos también supusieron un obstáculo, ya que “al no tener la green card (tarjeta de residencia permanente) es prácticamente imposible acceder a las ventajas que ofrece el sistema estadounidense”. Por este motivo y después de meditarlo mucho, finalmente Jonathan optó por tomar un nuevo rumbo. Abandonó EE.UU. para instalarse en Barcelona, la ciudad española donde reside actualmente, y explica “contaba con un visado para estudiantes y aunque busqué la manera legal de quedarme en Estados Unidos, no lo conseguí. Tenía la tentación de quedarme ilegalmente en el país, pero de esa manera no haría sino dificultar mi estancia allí, ya que no sólo vive uno en zozobra y con miedo a ser descubierto, sino que también me resistía a hacer algo ilegal”.
Siguiendo su camino de ladrillos amarillos
Sonsoles López también cambió Barcelona por EE.UU., ¡y no lo hizo una vez, sino dos! Durante el curso académico 2008-2009 estuvo trabajando de Lectora de Español en Bard College (NY) y colaborando con esta revista La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson. Recuerda que “la experiencia fue tan positiva que dos años más tarde volví, esta vez al estado de Kansas, gracias al programa de profesores visitantes que existe entre el Ministerio de Educación de España y los EE.UU.”. Este es su tercer y último año como profesora de español en Kansas, donde ha tenido la oportunidad de adquirir mucha experiencia impartiendo clases desde Pre-School hasta High-School: “actualmente en Barcelona hay muchísimos recortes en educación y no tenía un trabajo asegurado en la docencia”, explica.
El hecho de dejar una gran ciudad como Barcelona para vivir en una localidad de menos de 600 habitantes supuso un fuerte impacto para Sonsoles, (sobre todo porque las distancias en EE.UU son muy grandes si se las compara con las europeas, como España, cuya superficie es un poco mayor a las del estado de California). A pesar de que la joven ya tenía el carnet de conducir desde hacía años, nunca usaba el coche, “en Barcelona siempre iba a los sitios a pie o en transporte público (metro, autobús, tren). Al venir a Kansas tuve que sacarme el carnet de conducir. Si quiero ir a comprar, mi Walmart y Mall más cercanos están a una hora y veinte minutos en coche”. Eso sí, una de las ventajas de vivir en una zona tan rural son los hermosos paisajes y la tranquilidad que existe y refiere que “aunque hay Estados que pueden resultar más llamativos y que ofrecen más oportunidades, vida social y atracciones turísticas, los estados menos “populares” tienen muchísimo que ofrecer también. Como estamos en el Far West, algunos niños y niñas van vestidos de cowboys y cowgirls. Son cosas que sólo había visto en las películas pero que ahora forman parte de mi día a día”.
Breo Tosar también vivió durante dos años en las montañas del país, concretamente en la ciudad de Denver, Colorado, donde“el ritmo de trabajo es más intenso y efectivo, pero me adapté rápido porque estoy acostumbrado a trabajar”, dice Breo.
Éstas son tan sólo unas pequeñas pinceladas de cada una de las historias de estos jóvenes valientes que decidieron probar suerte en los Estados Unidos. Y a pesar de que cada vida es un mundo y nunca habrá dos personas que vivan experiencias de la misma manera, todos están de acuerdo en algo que bien resume Jonathan: “en EE.UU. sí hay muchas oportunidades, pero hay que saber estar con los pies en la tierra”.
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