Lo que sigue son algunas notas que yo guardaba allí. En orden cronológico
crudo, aquí están algunos pensamientos que tuve mientras estaba en un viaje de un mes a Filipinas con mi madre.
· Huele al interior de una estación de metro en Nueva York durante el verano.
· ¡Paraguas gratuitos en la pista de aterrizaje del aeropuerto!
· Tantas caras como el cuero y pasas de uva.
· Muchas canchas de baloncesto de tierra.
· Hombres con cuerpos que han sido cortados por el trabajo manual y el sol y la escasez de comida. Músculos como árbol de la caoba.
· Mi abuelo, a los 74 años, tiene una cabeza llena de pelo, lo cual es alentador e impresionante.
· Mis abuelos manejan una pequeña tienda en el frente de la casa. La gente se acerca y grita, y mi abuela camina desde la cocina para venderles paquetes individuales de Milo. Seis pesos. Eso es más o menos 15 centavos de dólar.
· Le pregunté a mi mamá lo que la persona promedio gana aquí. Ella dice que varía entre absolutamente nada a 200 o 300 pesos (siete dólares). Recordé que una orden de arroz y pierna de pollo vale 100 pesos. "¿Es como si una persona con salario mínimo en los Estados Unidos pagara $28 por el almuerzo?" Mi madre asintió con la cabeza. La comida es lo que te sale caro aquí.
· Cada banco está lleno de hombres sombríos con escopetas.
· Supongo que el estilo Gangham nunca envejeció aquí.
· Los filipinos que sale en la tele no se parecen nada a los filipinos que ven la tele conmigo. Son mucho más blancos.
· La gente aquí ama blanquearse la piel.
· Bueno, supongo dominé ese partido de baloncesto.
· Un dólar es un buen precio para una visita al hospital.
· Los escusados que requieren acuclillarse no son nada divertidos.
· Tantos mangos. El truco es ponerlos en el congelador un poco. Cuando el mango está frío, maduro y fresco se siente y sabe a helado italiano, pero con una dulzura más completa. Siempre
es un momento suave cuando dos personas comparten un mango y tienen que decidir quién se comerá la rebanada alrededor del hueso. Mi mamá suele dármelo a mí y me lo como, pero la vellosidad me molesta y a veces me hace toser y siempre tengo que usar el hilo dental después. Un primo mío quería que tomara la piel de la mango y me la comiera como una plátano. Pero esto es vulgar. Demasiado todo de una vez.
· Mis primos me señalan lo atractivas que son mis primas. No sé qué pensar de esto.
· Todos desean que yo sepa hablar ‘tagalog’ y no los obligue a hablar en inglés.
· Le digo a mi prima que creo que el punto del aprendizaje debe ser el aprender, y ella no puede creer que piense eso.
· ¡Oh, mira, un persona blanca! ¡Qué raro!
· Todos se acuerdan de mi cuando era muy chico y me dicen que he creció mucho. Sí ... aunque no crecí tanto como me habría gustado.
· Esto es lo que sentí la última vez que estuve aquí. Todavía aplica:
"Fuera de la comida, sin embargo, el mes entero allí me irritaba la rareza del lugar. Todo lo que quería era estar en casa y jugar videojuegos con mis amigos en Estados Unidos, lejos de todas las calles sucias y los escusados incómodos y los incontables parientes extraños que se acuerdan de cuando yo era un niño y se decepcionaron cuando yo no me acuerdo de lo mismo que ellos.”
· Este lenguaje no es más que vocales. El juego, Rueda de la fortuna, debe ser horrible aquí.
· Hay un cerdo en el patio trasero. Los pollos también. Palomas también.
· El perro me odia.
· El cerdo me ama.
· Grandes campos enormes de maíz de Monsanto.
· Zipliiiiiiiiiiiiiine!
· Fui a una cascada. Me separé del grupo y me quedé mirando un buen rato. El agua en la parte superior de la cascada era verde, como el vidrio verde en una botella vieja de 7-Up. A medida que pasaba el borde, el agua se mantenía junta por una fracción de segundo y luego era como si la separaran, distendida. Cómo cuando se separas un chicle y se hace como un hilo. Y entonces cae de este modo y choca con el agua de abajo como bofetada. Y entonces el río en el fondo se reúne.
· Un mercado de mariscos es un lugar de gran energía y belleza.
· Yo podría vivir de anguila a la parrilla si tuviera que hacerlo.
· Mi abuela llora cuando mi mamá y yo nos vamos.
· Diario de una pelea de gallos filipinos: ¡guau!
· Es como ver velocirraptores que saben pelear kung-fu. Los gallos se miran el uno al otro con el cuello extendido y sus pelos de punta, cada uno como la melena de un león. Uno es rojo brillante y grande y en posición vertical, y el otro es un oro mate y sarnoso. Ambos saltan en el aire, con las garras chocando. Uno rebota en el otro y cae de nueva al suelo, listo para atacar de nuevo. Y luego el gallo rojo brillante salta y el gallo oro mate se agacha, girando para atacar al otro cuando este aterrice. Esto se repite, con el de color oro mate agachándose cada vez. Pero es obvio ahora que el rojo brillante es más vigoroso. El de color oro mate se agacha de nuevo, pero esta vez no es suficiente. Las garras del rojo alcanza el ala izquierda del oro mate, tirándolo sobre su espalda. Para este punto, mis parientes intervienen y los separan. Después de todo, es sólo práctica, esta vez.
· Ningún chofer aquí sigue ningún tipo de reglas.
· Muchos centros comerciales.
· En un centro comercial hay una estatua que me pone triste. Es como si se conmemorara los cinco puestos de trabajo que los filipinos están destinados a tener: enfermera, maestro, albañil, agricultor, y Manny Pacquio.
· Este es un país de paso lento. Personas con grandes sueños y pequeñas ventanas de esperanza.
· Vamos a Palawan a bucear y visitar un río subterráneo. Floto por encima de un arrecife de coral y veo todos los peces.
· Nuestro guía nos dice que los peores turistas son los alemanes y coreanos.
· No puedo creer que acabo de pagar dinero para comer gusanos.
· Voy a correr por Manila y me pierdo. Me doy cuenta de que todas las calles tienen el mismo aspecto.
· Mi mamá echa de menos su casa y yo también.
· Salimos para nuestro vuelo a las 3 a.m. No tenemos una alarma para despertarnos, así que me quedo despierto toda la noche leyendo el diccionario, encontrando palabras que me gustan y anotándolas.
· Llegamos a Minnesota en invierno y es como Hoth y es como si el frío taladrara mi huesos y extraño el calor.
*Traducción de Joe y Tim Roos. Edición de Andrés Martínez de Velasco.
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