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Relatos desde la mirada del niño

Por Valeria Sorín
May 2013
¿Cómo es la sociedad a la que pertenecemos? ¿Cuál es la mirada extrañada que podemos adoptar para observarnos a nosotros mismos? Para contestarnos este tipo de preguntas podemos salir a hacer encuestas, recuperar índices económicos, indicadores de inserción educativa, etc. O bien hacer como los antropólogos, transformarnos en observadores críticos del comportamiento de un grupo humano y tomar notas. Intentar comprender el juego, las reglas, el origen cultural (no psicológico) de cada acto. Incluso, a veces, participando del mismo.

Ese método científico fue adoptado por los antropólogos para ingresar a comunidades muy alejadas de las culturas centrales (tribus de África, América, Asia), pero posteriormente se lo encontró útil para retratar sus propias sociedades de pertenencia.

Quien quiera seguir estos pasos deberá estudiar varios años en la universidad, tal vez realizar estudios de posgrado, ingresar a una carrera científica. O no.

Joaquín Lavado descubrió en la mirada del niño, o mejor aún en la de muchos niños, una forma aguda de diagnosticar y retratar el mundo. Ese niño que mira, que cuestiona, que nos ofrece permanentemente una definición nueva de lo bello, de lo terrible, de lo injusto.

Más conocido como Quino, el creador de la historieta Mafalda ha producido un impacto enorme en más de una generación, y hoy, luego de cientos de ediciones en todo el mundo, Mafalda resulta el reflejo preciso de un momento histórico. No hay historiador, antropólogo o sociólogo que haya podido dejar tan buen testimonio de lo que fue el impacto mundial de la guerra de Vietnam, la amenaza nuclear de la guerra fría, la clase media y el debate entre el deber ser y el deber consumir de los años 60 y 70 con el de este comic.

Perversa es Mafalda. Disfrazada de tira infantil, los lectores llegan distraídos, con las defensas bajas a sus páginas. Y la realidad los abofetea. Una niña, sí, pero que en ocasiones resulta inentendible para otros niños, porque el debate moral detrás de un chiste, las ideologías en pugna, la complejidad de actitudes del mundo adulto que pone en escena no son accesibles a las personas hasta la pérdida definitiva de la inocencia.

¿Por qué leerla hoy, a tantos años de distancia? Para pensar. ¿Acaso el desastre ecológico, las crisis económicas mundiales, el poder del mundo financiero, el respeto al prójimo dentro de nuestro entramado social, son temas superados?

Varias décadas más tarde, los comics han pasado a las pantallas, a todas ellas. En hogares de todo el mundo se reverencia a Matt Groening por la proporción exacta en la que ha conjugado cruda realidad de la sociedad norteamericana y sustento aun para el sueño americano. Solo un paladar con variedad para lo agridulce es posible que aprecie todos los aspectos de la familia amarilla. Nuevamente mirada ácida y corazón soñador. Solo que en el caso de los Simpson, a diferencia de los amigos de Mafalda, ya todos han perdido la inocencia. ¿Algo más acorde a estos tiempos?

Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de agregar algo en el lienzo que nos toca para vivir. Me quedo con una frase de Libertad, la idealista más intransigente de la tira de Mafalda, la más explosiva del grupo: “una pulga no puede frenar una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista”.

 

Libros sugeridos

Toda Mafalda de Quino, Ediciones de la Flor.

Potentes, prepotentes e Impotentes de Quino, Ediciones de la Flor.


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Comments

Comentario: Comentario El humor sutil es la forma más elevada de "golpear" sin "sentir".
Posted: 5/5/2013