La van

Y mis manos retienen mis oídos, apretando de lado y lado como si el cerebro me fuera a estallar.

Frente al obscuro vacío de lo improfundo objeto consistente de forma cuadrada, me observa sin darme dos minutos de fondos blancos, cuestiona en forma de reflejo, y las voces no cesan y las voces no se callan. Miro por la ventana como si los gritos llegaran del exterior, a veces quiero que ya no me dicten, y solo dejo caer mis manos al teclado.

Desde el otro extremo observo la forma rectangular y el vacío espacio, la hora y el sueño, los corredores, galpones gigantescos, granjas bursátiles, granjas vehiculares, patios, parking, todo en grandes proporciones.

Entre el bullicio y la multitud ordenada, entre el smog y el ruido y el caluroso stress, se intenta seleccionar, todo se transforma, todo se confunde, todo se traslada, y cada acción, movimiento, se asemeja más a una granja en subastas de pollos.

Mientras todo lo nuevo baja de escalón y pierde valor, mientras lo viejo gana espacio entre lo nuevo porque lo nuevo es viejo y lo viejo es más nuevo o in, ¡para el mercado jamás! Existirá la perdida, o crisis, mientras esto se expanda, los mercados, las diferentes alternativas sólo giran entre sí, (imagina un circulo girando) venta, compra, utiliza, vendé esa es la forma en la que se recicla el capital de las compañías, las ideas y nosotros mismos.

Nuevamente desde la parte de atrás observo, y con pasos diminutos analizo detalle a detalle las partes del vacío y el espacio de esa caja, con las puertas abiertas, se nota alargada sin asientos ni capital, y se compra, porque todo lo que conseguimos posee corazón.

¡Ya viene el carro, la van, la troca!

Desde New Jersey, pasando por el Bronx, Pensilvania, Ohio, hasta Chicago y de vuelta a al Valle de Hudson, donde respiro, donde me siento tranquilo, y cada río, puente y ruta me recuerdan.

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