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Cuento

Por los caminos del Valle

Por Ricardo Enrique Murillo
March 2012
“Oiga, compita”, me dijo don José, un señor salvadoreño que me encontré recortando las ramas de un jardín, en Warwick, “nosotros los salvadoreños les reconocemos a ustedes los mexicanos lo trabajadores que son. Aquí le escarban, allá le tumban y más allá le parchan y no hay fuerza que los detenga. Se desviven por dejar contento al patrón. Por eso los gringos los quieren, no cabe duda. Les confían, pues, y, mientras ustedes les trabajan, ellos se van a Europa a vacacionar con sus familias. Se van de caza o a pescar. Se ausentan por semanas enteras”.

 

“Por estos rumbos todos los trabajadores son mexicanos. Trabajan en los restaurantes, en las huertas y en la jardinería. A las cinco de la mañana los verá usted hechos la mocha, metiéndole duro al trabajo y no le aflojan hasta que se mete el sol. Buenos para el trabajo. Viven para el trabajo. Y la familia sola, compita. La mujer tratando de hacer rendir lo poco que él consigue. Por eso a veces ella también tiene que trabajar. Descuidan a la familia y los patrones no se fijan en eso”.

“Yo les digo que nos organicemos para que les bajen las horas y les suban el pago y, oiga, me tiran a loco. Mire nomás lo que es el miedo. ¿Qué otra cosa pude ser? Esperan que al gringo se le ablande el corazón, pero el gringo cada día se vuelve más codo. Luego vienen las enfermedades y los gastos y de ¿qué va a echar mano el trabajador si vive al día?”

“Como le dije, nosotros les reconocemos el aguante que tienen para soportar los malos tratos. Se agachan cuando el patrón anda de malas. Hacen que no oyen. Entiendo que lo hacen por no hacerlo enojar más, y para que no los corra, seguro, ahora que está tan escaso el trabajo, pero todo tiene un límite. ¿No cree, compita? Pero ese límite se lo tenemos que poner nosotros a los patrones porque ellos, de su cuenta, van a seguir mamando y dando topes”.

“Vea usted estas huertas y esos ranchos con sus sembradíos y sus vacas. ¿Cuándo ha visto que los gringos salgan en parvadas a partirse la jefa cuando el calor está a 100? El gringo sale a dar una caminadita al jardín y se pone repelente en la piel para que no le piquen los zancudos. Son ustedes, los mexicanos, los que le atoran al toro a cachucha quitada. Mire nomás”.

“Le repito que nosotros les reconocemos el arranque que tienen, pero nos quedamos sin entenderlos cuando se agachan y se quedan callados con la miseria que les pagan. Por menos de eso nosotros les aventamos la herramienta y les entregamos el trabajo. Claro, somo pocos”.

Nosotros, los salvadoreños, somos admiradores de Jorge Ramos y más de María Elena Salinas. Ahí tiene también al Chicharito haciendo de las suyas con el Manchester. Me pregunto ¿qué tienen ellos que no tengan ustedes? Si ellos pueden hacer lo que están haciendo en el extranjero, ustedes ¿por qué no?”

“Con la cantidad de mexicanos que hay por acá es para que controlaran el país. Lo pueden controlar, sí señor. Mire, el patrón para el que trabajo debería ser mexicano. Yo con gusto trabajaría con cualquiera de ustedes, bueno, si me trataran bien, desde luego. Sí se puede. Se puede porque se puede. Pero, ah, compita, cómo les gusta la cerveza. Los sábados y los domingos los veo tomarse las botellas de un trago y venga la otra y la otra, como desesperados. Llega el lunes y al trabajo, tristes, con las bolsas vacías porque la miseria de unos es la ganancia de otros. Trabajan jornadas de 12 a 15 para nada.”

“Usted pasa y no ve mexicanos en el pueblo. La persona dirá que aquí no los hay ni para remedio. Sí los hay, y muchos. Dicen que pasan de mil quinientos. Son invisibles. Viven en la sombra. Se convierten en noticia cuando cometen una tarugada, y no hay santo ni patrón que los defienda. Mexicano preso, mexicano deportado. Ya hasta residencias están quitando nomás por llevar tomada en el carro”.

“Nada menos el viernes uno se pasó un alto aquí, adelante, y rapidito lo paró la policía. Le encontró una caja de 24 de cervezas en el asiento que había acabado de comprar. Seguro ya lo estaba esperando en el semáforo. Las llevaba cerradas para tomárselas en su casa, le dijo como pudo al policía. De nada le valió. 11 tiquetes le dieron. Que por no traer licencia, que por no llevar el cinturón puesto, aunque lo llevaba, que por no traer seguro, que por detenerse 10 metros después de que la patrulla le aventó las luces, bueno, por todo, hasta por feo. El último se lo dieron por llevar la Virgen de Guadalupe colgada del espejo. Ahora está en la cárcel, esperando la deportación”.

“No me canso de decirles que vayan a estudiar inglés para que aprendan a defenderse. No me hacen caso, oiga. Parece que están esperando al Chapulín Colorado. Dicen que trabajan. Les digo que Benito Juárez también trabajaba cuando estudió. Me contestan que para qué, que al cabo ya se van, y no se van, compita, aquí siguen, entregándole la vida a este país. Nomás otra cosa le quiero decir, compita, y no se me vaya a enojar. A la mejor estoy equivocado, usted me dice, pero pienso que ustedes son los negros de hoy”.

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Comments

Comentario: Todo lo que dice este senor es muy cierto de esa manera hacen que los salarios los reduzcan mas por que ellos trabajan por una miseria y viven muchos en una casa y así no pagan arriendos altos; y los que pagamos hipotecas que hacemos? perder todo lo que hemos logrado por anos y empezar de cero, porque hasta los trabajos que ya no hacían antes ahora los empiezan hacer ellos con mano de obra barata.Si son muy buenos trabajadores pero deberían exigir lo justo por el trabajo que desempeñan.
Posted: 3/2/2012
Comentario: Excelente ! Es verdad y ellos son los que se marginan y permiten que se perpetué la explotación laboral.
Posted: 3/2/2012