No Quiero oro, ni quiero plata, ¡yo lo que quiero es romper la piñata!

Las posadas mexicanas se celebran durante nueve días. Comienzan el 16 de diciembre y terminan el 23, víspera del nacimiento de Cristo.

Las posadas representan las penurias que pasaron María y José en su camino a Belén, hasta encontrar refugio en el humilde pesebre donde nació Jesús.

Para recordarlo, los peregrinos van de puerta en puerta pidiendo posada con cantos tradicionales, velas y pesebres. A veces los niños representan a María y José, a los ángeles y pastores, ¡y muchas veces un burrito verdadero lleva a la Virgen María!

Los peregrinos se detienen frente a una casa y cantan:

En nombre del cielo

os pido posada,                     

pues no puede andar            

mi esposa amada.  

Los dueños de casa, detrás de la puerta, les responden con cantos negándoles albergue:

Yo no puedo abrir,

sigan adelante.

Aquí no es mesón,

no sea algún tunante.

Por un rato siguen los cantos hasta que por fin se abren las puertas, entran los peregrinos y todos juntos cantan:

Entren santos peregrinos,

reciban este rincón.

Y aunque es pobre la morada

os la doy de corazón.

¡Cantemos con alegría!,

todos al considerar

que Jesús, José y María

nos vinieron hoy a honrar.

Entonces comienza una verdadera fiesta. Se cantan villancicos, se comparte la comida, se encienden cohetes y bengalas y los niños rompen la piñata. Para aquellos que no puedan recoger las frutas o dulces, se preparan paquetitos de dulces llamados “aguinaldos”.

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