En los silencios del atardecer
somos segmentos de bruma
que remoza en litúrgico repliegue
con un soñar difícil de desprender.
En la colosal tiniebla entre la espesura
de horas que se apagan clandestinas
los sueños parecieran de inspiración divina
en la incipiente oscuridad de la locura.
Señalan una senda, sin regreso
de seres casi fantasmales
que se alejan en un deambular
que es muy difícil poder olvidar.
En delirios agolpadas
de anhelos casi cotidianos
resbalando ensoñaciones hacia la nada
se van fugando presunciones atesoradas.
Lentamente nos sorprende la alborada
como pájaro aquietado sin alas
en serenidad de capillas
que se resisten a morir
sin cruzar a la otra orilla.
Aun así, se piensa, se afana
en fermentos de sueños, delirios, ansiedades
que al ir entreabriendo los ojos
se plasman en papel, con esperanza
de convertirlos en realidades.
Copyright 2011
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