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Juegos

¿Has perdido alguna cosa?

¡Pídele al Hombre-Llama que te ayude a encontrarla!

Por María Cristina Brusca
March 2011

La leyenda del Hombre-Llama

    Un anochecer de invierno, un arriero aymara volvía a casa con su recua de llamas. Cruzaban una montaña de los Andes cuando, de repente, comenzó una fuerte tormenta de viento y nieve.

   Muchas veces estuvieron a punto de perderse y el arriero volvió a encontrar el camino. Por fin, llegó a su casa, muy contento pues había salvado a todas sus llamas. Pero, al llevarlas al corral, se dio cuenta de que le faltaba una.

    El arriero no se detuvo a comer o descansar. Volvió sobre sus pasos para buscar a la llama perdida en la montaña.

    A la mañana siguiente nevaba aún más fuerte y los vecinos se asustaron porque el arriero no había regresado.

    La tormenta siguió por otro día y otra noche. Cuando por fin dejó de nevar, los hombres salieron a buscarlo.

    Encontraron al arriero enterrado en la nieve junto con su llama. Los dos habían muerto de frío.

    Sin embargo ese no fue el fin del arriero: el dios Wiracocha, creador del mundo, lo revivió, lo llevó a su reino y le dio cien llamas blancas y cien llamas negras.

    Desde entonces, durante las nevadas en la montaña, los aymaras ven al arriero y sus doscientas llamas: andan por la cordillera día y noche, sin cansarse ni sentir frío.

    Por eso, cuando los aymaras pierden alguna cosa, le prenden velas al Hombre-Llama y le piden que los ayude a encontrarla.

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El Hombre-Llama es una traducción de The Lost Llama, y forma parte del libro When Jaguars Ate the Moon, de Tona Wilson y María Cristina Brusca. Si quieres conocer otras leyendas y mitos de América, ¡pide este libro en tu biblioteca!

    ¿Conoces la Cordillera de los Andes o has crecido cerca de ella?, ¿sabes de dónde viene su nombre?

    Se cree que el nombre de esta cadena de montañas deriva de la palabra “andenes”, nombre que se le ha dado a las terrazas construidas por los pueblos indígenas para cultivar el maíz y otros alimentos. El nombre Andes también puede haber derivado de la palabra quechua “Anti-suyo”, que designaba la zona este del imperio Inca.

    La etnia aymara nació hace muchos siglos en el altiplano andino. Casi dos millones de aymaras viven en lo que hoy es Bolivia, Perú, Chile y el norte de Argentina y continúan hablando la lengua aymara.



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