Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Su Dinero
El arte de ganar dinero
Consejos prácticos. Parte III
Por Phineas-Taylor Barnum
October 2010 En esta guía, el famosísimo multimillonario director de espectáculos P.T. Barnum, da una serie de recomendaciones que tienen que ver con ganar dinero en los Estados Unidos. En las entregas anteriores, Barnum explicó la importancia de saber ahorrar ─“todo el secreto consiste en gastar menos de lo que se ingresa”─ además de cuidar la salud, seguir la propia vocación, hablar varios idiomas, tener dominio del oficio, y elegir el lugar apropiado. Aunque Barnum escribió El Arte de Ganar Dinero hace más de 130 años, sus consejos siguen teniendo asombroso valor hoy en día.
Capital
Todos los días oigo decir: «¡Si yo tuviera un capital de cinco o seis mil dólares, qué hermosísimo negocio emprendería!» Pues bien, de diez individuos a quienes se entregase el capital que desean, nueve serían incapaces de utilizarlo convenientemente. A esta clase de personas es a la que van dirigidos los seductores anuncios que prometen 100 por 1 en la explotación de estupendos negocios. Sin saber profundamente en lo que consiste el dominio del capital, serán esclavos de su dinero.
Ni el dinero de las herencias, ni el de la lotería, ni el que la esposa aporta en dote, suele, por lo general, ofrecer grandes seguridades. El mejor capital es aquel que consigan constituir por el ahorro. Lo deberán a su trabajo, a su parsimonia en los gastos, a sus privaciones. Por esa razón lo cuidarán más, empleándolo solamente en negocios que ofrezcan grandes probabilidades de éxito.
He observado durante toda mi vida que el capital producto del ahorro prospera mejor que el capital improvisado.
No cuenten con el dinero ajeno, sobre todo con el dinero de las herencias. Hacer cálculos sobre la fecha en que debe morir un pariente es otorgarle un diploma de longevo. Además, los bienes heredados se disipan con mayor facilidad que los bienes ganados con el trabajo. El hijo del hombre rico suele terminar pobre, mientras que el hijo del hombre pobre suele llegar a rico. El 90 por ciento de los millonarios norteamericanos procede de familias humildísimas. Unos cuantos ejemplos: Esteban Girard empezó su carrera de mozo de mostrador, dejando a su muerte nueve millones de dólares; Antonio Hewart, emigrado irlandés, tenía al morir, una renta de millón y medio de dólares; Jacobo Astor, hijo de unos miserables aldeanos, reunió una fortuna de veinte millones; Cornelio Vanderbilt, que a los veinte años ganaba medio dólar diario transportando viajeros en una lancha desde Nueva York a Staten Island, reunió el mayor capital de América.
Esto no quiere decir que si encuentran personas generosas, confiadas en sus talentos, rechacen el préstamo o la dádiva. Acéptenla y háganla fructificar. Pero que conste que es preferible dar tiempo al tiempo, e ir ahorrando el capital de los futuros negocios. Cuando se quiere navegar y no se dispone de barco propio, no hay otro recurso que alistarse como tripulante en el ajeno, y continuar allí hasta poder adquirir el propio.
Las deudas
Jóvenes que empiezan a ganarse el pan: eviten esa especie de capital negativo llamado deuda. Traten constantemente de que el dinero trabaje para ustedes y no en su contra. La deuda restablece la abolida esclavitud, en provecho del acreedor.
Si compras para vender, paga contra entrega. Juan Randolph dijo una vez en pleno Congreso norteamericano: «Señor Presidente: he encontrado la piedra filosofal: ¡Paga al contado!». La piedra filosofal de Randolph es más segura aún que la de los alquimistas.
Confianza en uno mismo
Quedamos en que no se debe confiar en los demás. De modo que no hay más remedio que confiar en uno mismo. Ayúdate y Dios de ayudará. ¡He ahí una verdad como un templo! Cronwell decía á sus soldados: «Confíen en la Divina Providencia, pero conserven la pólvora en lugar seco».
Mahoma, acampado en el desierto, oyó decir a un hombre: «¡Dejen sueltos los camellos a gracia de Dios!...» «¡No, no! – gritó el Profeta. Átenlos primero, y después confíenlos a Alah.
Centenares de anécdotas semejantes podría citar, todas interesantes e instructivas que recomiendan lo mismo: no fíes a los demás lo que puedes haces por tus manos. Esto es el fundamento del interés bien comprendido. En los negocios es el punto capital.
Empleados
Ciertamente hay negocios que por su naturaleza exigen que alguien coopere en los trabajos. En tal caso, elijan buenos operarios y empleados. No ahorren en ese ramo. Las cosas buenas cuestan dinero. No hay medio de que una labor resulte esmerada con malas herramientas. No se puede vencer a los competidores con obra medianamente ejecutada.
CONTINUARÁ….
La deuda restablece la abolida esclavitud, en provecho del acreedor
COPYRIGHT 2010
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Todos los días oigo decir: «¡Si yo tuviera un capital de cinco o seis mil dólares, qué hermosísimo negocio emprendería!» Pues bien, de diez individuos a quienes se entregase el capital que desean, nueve serían incapaces de utilizarlo convenientemente. A esta clase de personas es a la que van dirigidos los seductores anuncios que prometen 100 por 1 en la explotación de estupendos negocios. Sin saber profundamente en lo que consiste el dominio del capital, serán esclavos de su dinero.
Ni el dinero de las herencias, ni el de la lotería, ni el que la esposa aporta en dote, suele, por lo general, ofrecer grandes seguridades. El mejor capital es aquel que consigan constituir por el ahorro. Lo deberán a su trabajo, a su parsimonia en los gastos, a sus privaciones. Por esa razón lo cuidarán más, empleándolo solamente en negocios que ofrezcan grandes probabilidades de éxito.
He observado durante toda mi vida que el capital producto del ahorro prospera mejor que el capital improvisado.
No cuenten con el dinero ajeno, sobre todo con el dinero de las herencias. Hacer cálculos sobre la fecha en que debe morir un pariente es otorgarle un diploma de longevo. Además, los bienes heredados se disipan con mayor facilidad que los bienes ganados con el trabajo. El hijo del hombre rico suele terminar pobre, mientras que el hijo del hombre pobre suele llegar a rico. El 90 por ciento de los millonarios norteamericanos procede de familias humildísimas. Unos cuantos ejemplos: Esteban Girard empezó su carrera de mozo de mostrador, dejando a su muerte nueve millones de dólares; Antonio Hewart, emigrado irlandés, tenía al morir, una renta de millón y medio de dólares; Jacobo Astor, hijo de unos miserables aldeanos, reunió una fortuna de veinte millones; Cornelio Vanderbilt, que a los veinte años ganaba medio dólar diario transportando viajeros en una lancha desde Nueva York a Staten Island, reunió el mayor capital de América.
Esto no quiere decir que si encuentran personas generosas, confiadas en sus talentos, rechacen el préstamo o la dádiva. Acéptenla y háganla fructificar. Pero que conste que es preferible dar tiempo al tiempo, e ir ahorrando el capital de los futuros negocios. Cuando se quiere navegar y no se dispone de barco propio, no hay otro recurso que alistarse como tripulante en el ajeno, y continuar allí hasta poder adquirir el propio.
Las deudas
Jóvenes que empiezan a ganarse el pan: eviten esa especie de capital negativo llamado deuda. Traten constantemente de que el dinero trabaje para ustedes y no en su contra. La deuda restablece la abolida esclavitud, en provecho del acreedor.
Si compras para vender, paga contra entrega. Juan Randolph dijo una vez en pleno Congreso norteamericano: «Señor Presidente: he encontrado la piedra filosofal: ¡Paga al contado!». La piedra filosofal de Randolph es más segura aún que la de los alquimistas.
Confianza en uno mismo
Quedamos en que no se debe confiar en los demás. De modo que no hay más remedio que confiar en uno mismo. Ayúdate y Dios de ayudará. ¡He ahí una verdad como un templo! Cronwell decía á sus soldados: «Confíen en la Divina Providencia, pero conserven la pólvora en lugar seco».
Mahoma, acampado en el desierto, oyó decir a un hombre: «¡Dejen sueltos los camellos a gracia de Dios!...» «¡No, no! – gritó el Profeta. Átenlos primero, y después confíenlos a Alah.
Centenares de anécdotas semejantes podría citar, todas interesantes e instructivas que recomiendan lo mismo: no fíes a los demás lo que puedes haces por tus manos. Esto es el fundamento del interés bien comprendido. En los negocios es el punto capital.
Empleados
Ciertamente hay negocios que por su naturaleza exigen que alguien coopere en los trabajos. En tal caso, elijan buenos operarios y empleados. No ahorren en ese ramo. Las cosas buenas cuestan dinero. No hay medio de que una labor resulte esmerada con malas herramientas. No se puede vencer a los competidores con obra medianamente ejecutada.
CONTINUARÁ….
La deuda restablece la abolida esclavitud, en provecho del acreedor
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