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Usos y Costumbres

Tony Orza: un maestro inolvidable

Por Finnegan Shanahan
September 2012
 En mayo de 2010, la corona española supo de la carrera de cuarenta años de mi antiguo maestro de español, Tony Orza, y decidió honrarlo con un premio muy prestigioso: la Encomienda de la Orden del Mérito Civil. La Orden del Mérito Civil fue instituida en 1926 para reconocer a los extranjeros cuyos logros han contribuido a la cultura española, y esta era la primera vez que fue concedida a un maestro de escuela secundaria pública.
 La idea surgió gracias a un hombre llamado Guillermo Fesser, periodista, autor y cineasta bien conocido en España. Trabajó en el periodismo de radio durante veinticinco años. Su esposa se crió en Rhinebeck y estudió cuatro años con Orza. Cuando la conoció, Guillermo quedó impresionado por su fluidez con la lengua. Más tarde, decidió aprender la historia completa de Orza e incluirla en su libro, A Cien Millas de Manhattan, una colección de observaciones sobre las diferencias entre España y los Estados Unidos, con breves historias de gente que viven en la región.

 

Orza fue uno de los primeros profesores estadounidense que en los años setenta utilizaron la inmersión total de español para enseñar. Durante los últimos 37 años de su carrera, trabajó en Rhinebeck en el Hudson Valley. En su clase tenía muchísimos carteles y fotos  que casi empapelaban las paredes. Acumulaba innumerables discos, cuentos, poemas y grabaciones que ocupaban archiveros y estantes por todas partes. Durante una rueda de prensa con el diario Daily Freeman, la radio CBS, y la Televisión Española (TVE), Orza dijo, “Intento hacerlo una lengua viva, y aquí funciona”.

 

Lo que más recuerdo de su clase es que Orza no tenía paciencia con los estudiantes que no querían respetar su propia educación, especialmente durante los primeres dos años de clase. Él se tomaba la tarea en serio y no evitaba los exámenes largos y difíciles. En muchas ocasiones nos recordaba que la lección duraba desde el primer timbre hasta el último. Fue un profesor estricto, pero nunca irrazonable. Por eso aprendimos rápidamente el nivel de participación y trabajo que el señor Orza requería de nosotros. Aunque había muchos exámenes y notas, él creó un ambiente en el que era imposible estar más preocupado con la tarea que con el español.


Los viajes a España

Cada dos veranos, Tony Orza viajaba a España durante cinco semanas con un grupo bastante grande de estudiantes que lo tuvieron desde su primer año como profesor. Todo lo que he oído indica que cada viaje ha sido maravilloso. Es obvio que Orza sabe mucho de las partes adonde viajaban, y que conoce bien los restaurantes, las costumbres y los lugares famosos y de importancia. Creó muchas relaciones con varios tipos de españoles con los años.

 

Un amigo mío de dieciocho años, Jonah Rosenberg, fue uno de los estudiantes del último viaje a España con Orza. Jonah recuerda que “fue muy valioso ir con alguien que había viajado por España tantas veces. También la experiencia fue increíble teniendo en cuenta que ya habíamos aprendido mucho sobre el país de muchas maneras. Habíamos estudiado mucho más que la lengua por sí sola”.

 

Me parece que para él, este viaje era la manera ideal de terminar cuatro años de estudiar la lengua. Si lo que el señor Orza hacía para su clase no fuera suficiente, esta oportunidad que brindaba a cientos de alumnos demuestra su devoción excepcional por la cultura y la educación.

 

Entonces, por apoyar y comunicar la cultura hispana, mi maestro recibió este honor. El 29 de mayo hubo una gran ceremonia en Rhinebeck High School. Dos embajadores españoles de la capital de Nueva York – Iñigo Ramírez de Haro del Consulado de Cultura y Fernando Villalonga del Consulado General – vinieron a entregarle el documento oficial, firmado por el Rey Juan Carlos. Algunos de sus estudiantes pasados hablaron y Guillermo Fesser mostró video-felicitaciones de famosos españoles como Paloma San Basilio y Antonio Banderas. Un amigo y yo tocamos y cantamos canciones españolas populares y tradicionales. Estoy muy orgulloso de esto, porque estuvimos demostrando la lengua y representando en español el trabajo profundo de nuestro maestro.

 

Guillermo Fesser me dijo esto sobre Tony Orza: Él “ha enseñado a los estudiantes a hablar español y a amar nuestra cultura. Sus métodos a veces se han puesto en entredicho, sus resultados son incuestionables. Él pensaba que el colegio está para aprender y que el cariño te lo tienen que dar en tu casa. Y para ello afrontó riesgos. Enseñar español en la escuela hoy es normal pero, hace cuarenta años, cuando los malos de la película más taquillera, West Side Story, eran los puertorriqueños y las únicas lenguas consideradas académicamente útiles eran el alemán y el francés, constituía toda una hazaña. El señor Orza tuvo un gran  valor porque él, como Shrek, en realidad es un oso de peluche que tuvo que disfrazarse de ogro para que sus alumnos adolescentes le prestasen atención. Y hoy todos hablan un español fluido. La Medalla al Mérito Civil se la ganó a pulso”.

 

No tengo ninguna duda de que tuve mucha suerte de haber conocido a Tony Orza. Le debo el mundo por darme una experiencia sin precio. Pocos han hecho lo que logró Orza durante sus cuarenta años como maestro. Enseñó la lengua con una dedicación única y una pasión incomparable para exponer a sus alumnos al mundo del español.




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