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Debate

¿Es moral el turismo de la pobreza?

Por Rachael Scheibert
June 2012
En el turismo de la pobreza los turistas viajan a países menos desarrollados para ver y comprender la pobreza. Se ha hecho popular en los años 1980, cuando los estadounidenses se interesaron por recorrer las favelas de Brasil. Desde entonces, esta industria se ha expandido a muchas áreas metropolitanas en cuatro continentes y los viajeros vienen de la mayoría de las naciones desarrolladas. 

Los que están a favor creen que esta práctica promueve la comprensión de la vida pobre y disipa el estigma negativo de los barrios bajos. En verdad, el turismo podría estimular la economía y educar a muchos. Sin embargo, el turismo de la pobreza es inherentemente socialmente irresponsable, empeora la jerarquía económica internacional y crea más disparidad entre los países en desarrollo y los desarrollados. 

Los tours se hacen en una variedad de maneras; algunos, menos molestos, son a pie, y otros, en grandes autobuses. Algunas compañías limitan el número de personas para cada tour, mientras que otras llevan grandes grupos a los barrios pobres. Las más sensatas moralmente hacen lo último. Las giras en autobús son más comunes y en general los guías tratan de asegurar a los clientes que no corren peligro de nada (ya que no se hacen giras en donde hay una amenaza inminente).

Eveline Durr, antropóloga social y profesora de la Universidad de Loyola Marymont estudió el turismo de la pobreza en Mazatlán, México, específicamente en un tiradero urbano que provee cientos de trabajos en la comunidad, pero también provee la oportunidad a los turistas norteamericanos de ver la pobreza. “En este caso”, dice Durr, “algunas de los personas que hurgan en la basura claramente se benefician de las visitas”.  Pero “muchos barriobajeros se sienten avergonzados de su propia situación y no tienen la esperanza de aceptar regalos de foráneos”, y agrega “muchas personas consideran estas visitas una intrusión intolerable a sus vidas privadas”. Las giras las organiza una iglesia estadounidense y la mayoría de los organizadores son personas mayores de Canadá y los Estados Unidos que pasan un invierno en Mazatlán antes de conducir tours. ¿Puede una persona que no ha vivido allá por mucho tiempo transmitir a los turistas una experiencia auténtica?

Al ser entrevistados, el 25 por ciento de los turistas de un tour por Dharavi (un barrio en la India) llamado “Reality Tours” dijeron que la novedad fue la causa de hacer el tour. Esto es muy común entre turistas que no necesariamente se sienten inspirados a cambiar el mundo en desarrollo. El 77 por ciento del grupo entrevistado dijo que no pagaría por ver a los pobres en su mismo país. También hay una falta de tacto entre muchos de los turistas que sacan fotos, clavan los ojos en la gente, y a veces hacen comentarios groseros. El 10 por ciento de los turistas dijo que lloró. El barriobajero nigeriano Kenny Odede escribe en su blog sobre el turismo de la pobreza, “nos presenta como animales en un zoológico”.

Hay evidencia que los barriobajeros no se benefician económicamente de las giras. En su libro Tourism and Sustainability: Development, globalization and new tourism in the Third World, Martin Mowforth e Ian Munt dicen que incluso las compañías con estrictos códigos morales producen pocos, o ningún, beneficio para los locales.  “Nos ven como muñecos. Quieren venir y sacarnos fotos, pero nada cambia para nosotros”, dice un residente, David Kabala. 

Este turismo puede ser una experiencia educativa y enriquecedora, pero debe estar motivado no sólo por el sabor de la aventura. La gente necesita tener intereses humanitarios también. Un tour exitoso depende de la sensitividad del guía y también de los turistas, pero no se puede garantizar. ¿Cuál es el límite entre el voyeurismo de la gente y la averiguación honesta? 




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