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La recién bajada

La invasión naranja

October 2007
Llega octubre y con él las calabazas y los fantasmas de Halloween para alegría de todos. ¿Un momento? ¿Qué alegría? ¿Quiénes todos?

¿Qué es lo que nos une y nos define como grupo social? Aunque ya todo sea hoy una entelequia prostituida por la cultura de consumo, aún muchas fiestas de orígenes paganos y no paganos nos sirven de pretexto para reunirnos. Halloween es una de ellas en los Estados Unidos. “Los niños compran calabazas y las calan, todo se vuelve color naranja y ocre en sintonía con el inminente otoño y las madres ayudan a confeccionar los disfraces que sus pequeños usarán la noche del 31 de octubre”.

Ojalá lo anterior fuera cierto, ojalá estas fiestas fueran más que una invasión de dulces y azúcar, disfraces cutres vendidos más baratos a último momento y más basura para el próximo yardsale. Estoy escribiendo esto antes de terminar septiembre y todo ya está adornado de calabazas tétricas, brujas, fantasmas, chocolates coloreados de naranja y (aquí viene lo mejor) adornos navideños, y papá noeles. Sí señores, aún no es el famoso Halloween y ya nos están vendiendo la Navidad.

Pero ¿Es esto inocuo? Mi respuesta es un no rotundo y fiero. Mediatizar la “fórmula” de nuestros encuentros sociales y nuestras expectativas frente a ellos sólo pueden vaciarlos de valor real, de aquel valor de la permanencia. La publicidad y la mediatización de los encuentros sociales sólo apuntan a banalizarlos, a reducirlos a aquellos instantes de éxtasis catártico, sin entender su trascendencia en nuestra propia historia.

Personalmente considero este el mayor sabotaje a la sociedad, aquel que la reduce a momentos de exaltación y la deja sola en los momentos cotidianos. Ciertamente Halloween no es una fiesta de trascendencia histórica. Pero los disfraces y los cambios de rol supuestos en estos son retratados en las películas de bajo presupuesto como el escenario perfecto para un crimen juvenil. Los niños pasean por las tiendas mirando disfraces de sus héroes y golosinas en forma de zanahoria, los adolescentes ven una oportunidad para la diversión a todo dar, los adultos se sientan en sus porches regalando golosinas, mientras unos pocos se siguen haciendo millonarios gracias al azúcar y el poliéster. Y yo me quedo con el día de la canción criolla de Lima, cae también 31 de octubre y se vende mucha cerveza pero la letra la entiendo.

 

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