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Viajar sin ataduras (I)

El duelo migratorio

Por María Elena Ferrer
August 2011
Eran las cinco de la mañana. Hacía frío, aunque viendo a las otras seis personas delante de mi, sentí vergüenza de quejarme. Y ya que tenía que esperar tres horas hasta que repartieran los números, decidí recordar la Semana Santa en Morrocoy, ese hermoso parque nacional de mi Venezuela natal, veinte años atrás. Sol, playa, arenas blancas y un agua tan cristalina que me permitía descubrir los corales y peces de mil colores en la distancia. Nada que ver con las aguas turbias y el tenue sol que conocí en la Malvarrosa de Valencia, España. No, mis playas caribeñas ¡son lo mejor del mundo!

Logré calentar un poco el cuerpo y el corazón, pero era imposible aislarme del dolor que me circundaba viendo el goteo incesante de gente en la calle de Mosén Fenollar.

 

Una eternidad después, a las ocho y doce minutos, una ausente funcionaria nos repartía los tan ansiados números. “¡Sólo a quienes estáis en la fila!”, gritaba sin mayor consideración. Pero no fueron suficientes. Veinte números eran un chiste cruel para las varias decenas de desesperados inmigrantes que veían cómo, una vez más, sus esperanzas quedaban en suspenso.

 

Yo estaba entre las privilegiadas, ¡me tocó el siete! Me aferré a aquel número como si mi vida dependiera de él y me aparté de la muchedumbre que inútilmente suplicaba por una oportunidad. Nuevamente sentí vergüenza, de mí, de ellos, de la condición de “inmigrante”.

 

Mi único delito había sido cruzar el océano para ofrecerles una vida más digna a mis hijos. Y allí estaba yo, en una situación que tenía de todo menos dignidad. Para realmente comprender qué siente un inmigrante en estos casos, tienes que haber sido uno. Ponerte en sus zapatos te puede dar una idea, pero esa conexión que va más allá de las palabras sólo te la da la experiencia.

 

Y es en el espacio en el que se establece tal conexión, donde reside el sigiloso dolor que acecha a todo ser que se aparta de su tierra. Hablar de duelo migratorio no es común, pero basta escucharlo para saber de qué se trata.

 

“Pocos cambios, de entre los muchos a los que debe adaptarse un ser humano a lo largo de su vida, son tan amplios y complejos como los que tienen lugar en la migración.” Dice Joseba Axotegui, psiquiatra catalán pionero en el estudio del duelo migratorio. “Podemos decir que alrededor de la persona que emigra pocas cosas son ya como antes".

 

Se es la misma, pero no lo mismo. 

 

Aquella madrugada de 2003 fui consciente de que todo había cambiado. A partir de allí, se sucedieron cantidad de eventos no muy gratos a los que tuve que enfrentarme en soledad. Había viajado del Nuevo Mundo a la vieja Europa, pero mi alma se encontraba atrapada, atada a la nostalgia, a la creencia de que “todo pasado fue mejor”. [CONTINUARÁ…]



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Comments

Comentario: Para los que estén interesados en saber cómo funciona la acción ejecutiva del presidente Obama en materia de inmigración que anunció el 20 de noviembre de 2014, favor de leer la información publicada por USCIS, la agencia de inmigración federal, aquí: www.uscis.gov/es/accionmigratoria
Posted: 11/25/2014
Comentario: Es maravilloso, como con tu breve texto pude revivir mi experiencia, distinta en sucesos, pero igual en sentimientos. Esperare con ansia la continuación de tu relato. Solo me queda darte las gracias, porque ahora se que todos los que vamos a otra tierra, tenemos algo en común: Buscamos un futuro y sabemos que se puede, en fin, TENEMOS ESPERANZAS Y SUEÑOS. Gracias - OscarJ
Posted: 7/29/2011