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Cuento

El día que volé en los sueños

Por Robinson David Martínez
July 2010

“¡uste’es un zoquete! ¡mire lo lento que es! y no lo digo por ser mala clase, pero, hermano, lleva todo el dia ahí y no ha hecho nada”.

a mí me dio rabia. mi jefe se había ido a hacer vueltas todo el día y me dejó a mí y a jorge, el otro ayudante, pelando con espátula el exterior de la casa vieja que teníamos que pintar. la casa era cuadrada: dos paredes para mí, y dos paredes para jorge.

jorge es un joven trigueño, de pocas palabras y mirada noble. al regresar el jefe, vio que jorge estaba terminando de raspar con la espátula, su segundo lado, mientras yo apenas iba a terminar el primero. 

mi jefe tiene como 35 años, nació en Colombia pero de papá japonés. es la persona más estricta que conozco. es practicante de ninjitsu—lo estudió por 21 años en el japón, aparte de yoga y centenares de libros de desarrollo espiritual.    

ayer me condujo hasta la casa y me pagó en efectivo. sentados en su camioneta, había comenzado a llover. me dio el efectivo en la mano y me habló.

“mire hermano, una cosa es la amistad y otra cosa es el trabajo. yo le abro las puertas de mi casa y  también le abro las puertas de este trabajo. pero si sigue así, tan lento—hermano, yo puedo poner un aviso y así como está la economía, rapidito que consigo a alguien que no sólo tenga experiencia en construcción sino que sea tres veces más rápido que usted.  y si piensa que está mal, imagínese cómo estaba su cerebro y su pensar unos meses atrás cuando le jalaba a esa vaina todo el día ¿usted no sabe que los químicos del humo al fumarlos le joden la glándula pituitaria? pero bueno que ha estado tratando de regenerar el daño a sus neuronas, porque brother, básicamente, si imaginamos el cerebro estando en los genitales, cada vez que usted fumaba, se estaba pegando una patada en los huevos”. 

me reí un poco. sabía que había hecho el comentario para hacerme reír porque me sentía como un imbécil. 

“mire qué va hacer para componerse. yo sé que usted no tiene mucha experiencia en construcción, pero desde ahora en adelante, tiene que prender la llama de su fuerza de voluntad a lo máximo pa’ que le rinda el trabajo, porque si no, voy a tener que conseguirme a alguien que sí rinda. me da pena decirle esto y tener que regañarlo enfrente de jorge, pero así es la cosa. le sugiero que se ponga a meditar antes de acostarse por 21 días. medite en despertar al guerrero que usted tiene adentro. usted tiene madera pa’ este camino del conocimiento, pero su guerrero interno está dormido. despiértelo, hermano o si no se queda sin trabajo”.

sentí lástima de mí mismo. me despedí, abrí la puerta de la camioneta y salí, la cerré y me dirigí hacia mi casa, vencido. estaba lloviznando y faltaba una hora antes que oscureciera. aparte de sentirme lástima, sentía rabia conmigo mismo. yo lo he tenido todo tan fácilmente. el otro muchacho, jorge, 6 años más joven que yo, era más tranquilo que yo en personalidad, pero cuando trabajaba, le rendía. y además, había cruzado el desierto y había entrado por el estado de arizona con su esposa (jorge me dijo que por la noche se escuchaban los coyotes y era bien miedoso y que al amanecer vio un puma comiendo del cuerpo muerto de un venado). 

llegué a mi casa y me quité las botas de trabajo, me puse los tenis y con la misma ropa que llevaba puesta salí en la lluvia a trotar hacia el cerro. mientras trotaba me sentía como un niño chiquito mimado, débil.  decidí subir el cerro por el camino difícil, donde hay unos escalones de piedra natural muy inclinados. troté bien rápido por este camino inclinado del bosque. el pecho me dolía y las piernas las sentía calientes. 

¿a donde estás, guerrero? 

despierta. abre los ojos.

seguí trotando, respirando rápido, con dolor. me estaba esforzando. hacía mucho calor y la lluvia se sentía refrescante en mis manos y mi cabeza. había unas flores pequeñas violetas y blancas que olían muy rico. algo en mi había cesado. dejé de trotar y me tiré en el pasto, al lado de las flores y me quedé ahí, inflando y desinflando los pulmones rápidamente como un perro.

despierta gigante.

me decía con intensidad, con los ojos cerrados. sentía la lluvia en mi cara, en mi cuello. escuchaba la suave lluvia alrededor mío. quedé profundamente dormido. 

algo increíble ocurrió: ¡por primera vez, me desperté en los sueños! tenía conciencia de que estaba en un sueño y en ese mismo instante, me dije:  “¡a volar!”  entonces me ví volando horizontalmente hacia un mar calmado. volaba encima del mar con gran rapidez. de repente, despegué hacia el cielo. subí y subí: “hacia mi sol interno. hacia mi sol interno,”  me dije repetidamente mientras me impulsaba con gran fuerza hacia arriba.  luego una voz con tono metálico me dijo: “hacia el demonio”. 

en ese instante supe que si escuchaba lo que esa voz decía, mi fuerza de vuelo iba a cesar e iba a caer al mar. entonce dije con autoridad, “¡no! subo hacia mi sol interior”.  seguí subiendo y me encontré en un templo. todo era mármol blanco. entré flotando y no podía caminar. sólo flotaba. en una mesa de mármol blanco vi la mitad de una esfera ondulada de cristal que semejaba un cerebro. el cristal tenía un centenar de burbujas pequeñas. yo traté de robarme este cristal pero no pude. 

abrí los ojos. el día lluvioso tenía la misma luz de antes de dormirme. miré el reloj. no habían pasado más de 5 minutos. no sé por qué pero apenas abrí los ojos, me dio risa y salí corriendo hacia a la cima del cerro.  





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