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Cuento

EL GIRASOL

November 2008
el padrastro de felipe lo amarraba de las muñecas, usando alambre de gancho de colgar la ropa. con dos medias atadas una a la otra, para hacerlas más largas, se las amarraba alrededor de la cabeza, apretando la boca entreabierta del niño. cuando se desesperaba, felipe gruñía y temblaba y le salían lágrimas. mordía la media apretada que olía a babas viejas. cuando se cansaba, su gemido sonaba como el de un perro herido, muriendo en la oscuridad de la noche. 
 

un día, con un gesto tosco, el padrastro le quitó la media de la boca y los ganchos de las muñecas. se sentó en la cama, cubriéndose la cara con sus manos y se puso a llorar como felipe nunca lo había visto en su vida. su llanto sonaba como un viejo lobo brutal.   le trajo comida al niño. de tomar: un vaso, 3/4 leche y un 1/4 aguardiente. de comer: un plátano maduro cocido en agua. 

 

felipe, respirando agitadamente, como afiebrado, movía la cabeza, diciendo que no, sus ojitos con lagañas húmedas. su mirada era primero de horror y desespero, luego de resignación y timidez--su manito estirada para recibir el vaso de leche, sabiendo lo que esto significaba. felipe se quedó mirando el vaso. sentía el químico del licor en la respiración de sus pulmones. el padrastro se quedó mirándolo. se rascó su bigote.

 "¿es que sos macho o maricón?" preguntó echándose a reír.   "¡que se lo tome caraj..!" 
 

el viejo, con su mano izquierda, lo agarró por el pelo y con la otra, le puso el vaso de leche bruscamente en la boca, vaciando el líquido de un solo chorro. a felipe se le puso la cara roja y le saltaban las lágrimas mientras tragaba desesperadamente. el vapor del aguardiente quemaba sus fosas nasales. 

 "usted va aprender a ser MACHO, pero primero tiene que obedecerle a los mayores." 
 
 a los ocho años de edad, a felipe lo encontraron inconsciente en la basura detrás de una floristería. sol, la florista, estaba sacando al patio un balde lleno de orquídeas podadas. en la periferia de su vista, pensó ver a un fauno muerto. dejó caer el balde y se acercó de rapidez. al verlo, se conmovió. tomó el cuerpo frío de la criatura en sus brazos y lo abrazó con un amor enérgico. un amor desesperado. pocas veces en su vida había sentido tal urgencia. al cerrar los ojos, en la lejanía de su mente vio y sintió un destello de luz en su cuerpo.
 

"vas a vivir. vas a vivir". 

 lo abrazó más fuerte y en su mente tuvo la visión del niño, tomando leche de sus senos, llenándose de vida. 
 

por años, sol soñaba con ser madre. el deseo de brindar amor y sus impulsos maternales la inundaban de emociones y una presión en su pecho. 

 ernesto, su esposo, limpiando los lentes con un pañuelo azul le dijo una vez: "nuestro hijo vendrá. déjalo venir cuando este listo". 
 

al despertar, felipe entró en un estado de shock. el dolor en su cabeza le llegaba a oleadas y permanecía en su cabeza como una vibración que luego caía hacia el cuello. miraba a su alrededor. todo era tan hermoso.

 ¿estoy muerto? 
 

pero el dolor en su cabeza le confirmó que todavía estaba vivo. miró alrededor del cuarto. en las cuatro esquinas había jarrones de vidrio llenos de agua, con brillantes girasoles. encima de los nocheros, uno a cada lado de su cama, había un jarrón con más girasoles. era primera vez que felipe olía y presenciaba estas flores. aunque todavía temblando y confuso, felipe se quedó mirando los girasoles. se quedó quietico, escuchando, por si oía a su padrastro, pero lo único que escuchaba era la brisa moviendo las campanas de bronce colgadas afuera en frente de la ventana. 

 

extendió su índice y tocó el centro de la flor. vio palitos triangulares negros que parecían duros, que en realidad eran suaves y delicados. sonrió. tocó la espiga grande de la flor--los pelitos eran verdes y más duros, aunque no tenían filo.  luego pasó sus dedos por el borde, roseando los pétalos amarillos.  

 

felipe se quedó mirando esta flor y entró en un profundo estado de silencio. se le olvidó donde estaba. se le olvidó la ácida sensación de miedo en su estómago. por primera vez en su vida no sentía nada--solo la flor amarilla en frente de él y el viento y las campanas.

 

la puerta se abrió. felipe dio un enorme grito y se escondió debajo de la cama. sol, del susto, cerró la puerta, pero luego se agachó, y por debajo de la puerta, alcanzó a ver a felipe con el pulgar en la boca, acuclillado, temblando. 

 

un día, a los diez años de edad, felipe estaba tirando piedras en el pequeño lago en el patio de la escuela. todos los niños estaban afuera, tomando la merienda. felipe tiraba piedra tras piedra. le gustaba ver como creaba círculos de olas en el agua y como estos círculos se hacían más y más grandes, hasta abarcar todo el lago, terminando en la orilla─y algunas veces, regresando hacia el centro mezclándose con nuevas olas.  

 

de repente algo le pegó en la oreja o lo picó. el dolor ardía y quemaba. las maestras estaban hablando entre ellas, ingenuas. confuso, felipe se dio la vuelta y vio que dos niños se burlaban de él, uno apuntando con su dedo y riéndose. felipe miró al niño, el que abrió el puño de su mano y dejó caer a su lado una piedra. felipe sintió un fuego extraño en su pelvis, un poder increíble que lo jaló a actuar sin sentir que estaba actuando. se acercó al niño y con una mano, lo agarró del pelo y con la otra le pegó una tremenda bofetada, una tras otra, hasta que el niño gritó tan fuerte que las maestras llegaron gritando a separarlos. felipe se miró las manos y se puso a llorar. 

  

"me duele, ernesto, me duele en el alma".

"entiéndelos. el director tienen razón. con lo que pasó, los niños lo van a aislar más de lo que ya está". 

"¡mi hijo es normal!"

"lo es para nosotros, no para ellos, amor".

"me importa un caraj... lo que piense ese director. lo vamos a sacar de esa escuela y tu y yo le vamos a enseñar todo lo que tiene que saber". 

 
 "abre la puerta, cariño". 

"déjalo tranquilo que cuando esté listo la abrirá".

"estoy preocupada. quiero abrazarlo ─aquí te dejo la comida. te quiero con toda mi alma. tú eres mi luz, cariño, ¿me escuchas? te dejé tu vaso de leche caliente con miel, tu favorito".

 

"mamá," dijo felipe con voz lejana. 

"¡abre la puerta, ernesto!"

"está con seguro".

"¡abre la puerta!"

 

ernesto, corrió hasta el umbral y con su hombro y peso empujó la puerta y se abrió de una, dañando los marcos. camilo estaba en el suelo, sentado en la mitad de un lago de sangre. miraba sus manos sangrientas con asombro ─sus ojos cerrándose y su cabecita cayendo hacia un lado, como si se estuviera durmiendo. llevaba una débil sonrisa. 

 

"¡mi niño!" 

 

sol, llorando, lo tomó en sus brazos, y salió corriendo hacia su carro.  

 

"¡vas a vivir! vas a vivir, mi vida".





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