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Entrevista

“Soy la única que fue a la universidad”

Rosalina Rivera, Superintendente de escuelas

August 2008

Nació en Iramuco, Guanajuato, pero a los siete años Rosalina Chávez Rivera y su familia, padre carnicero y madre con once niños, se mudaron a Richgrove, un pueblito rural de mayoría hispana en el Valle Central de California. Hoy, Rivera es superintendente del distrito de Delano de Colegios de Enseñanza Media, un cargo que al parecer ejerce muy bien. Pero no siempre ocupó esa posición: fue maestra en escuelas primarias, secundarias y en la universidad local, antes de dedicarse a la parte más administrativa del sistema educativo. La única en graduarse de la universidad entre sus nueve hermanos y una hermana, Rivera aprendió a ver lo positivo de la vida, porque a pesar de sus logros y galardones en la enseñanza, ese en realidad no era el plan original...

Mariel Fiori: ¿Por qué se hizo maestra?
Rosalina Rivera: De hecho quería ser abogada. Pero cuando empecé la universidad en Cal State había un grupo de amigas que iban a ir a un programa de Americorps, un programa para las personas interesadas en la educación. Las acompañé a la junta y mientras las estaba esperando me dice la coordinadora Dorothy Tuttle ¿tú también vas a ser maestra? y le dije “no, yo nada más estoy aquí esperando a mis amigas”. Yo no quería ser maestra porque era muy tímida pero ella me dijo “tú vas a hacer maestra” y así pasó.

MF: ¿Dónde enseñaba?
RR: Empecé en Bakersfield College dando clases de historia de la educación bilingüe y después me pasé a Saint Mary, una escuela privada, a trabajar con niños de menor edad. Me gustó mucho más el sexto grado. Allí enseñaba todo, matemáticas, lectura, incluso religión. Y después me cambié a la escuela de Mcfarland, también encontré mucho amor en los niños. Después conocí a mi esposo me casé y me cambié a Delano, y aquí me quedé. La comunidad de Delano siempre me ha tratado muy bien.


MF: ¿En qué consiste el trabajo de superintendente de distrito?
RR: Me encargo de las operaciones del distrito para que financieramente el distrito esté en orden. Tenemos cuatro escuelas con más de cuatro mil estudiantes. Me encargo de todos los empleados del distrito, de todas las escuelas, soy responsable de la contabilidad, de la instrucción, de las operaciones del distrito.

MF: ¿Cómo fue este salto de la universidad a sexto grado, a primer grado a superintendente? ¿Cuál era su objetivo?
RR: Realmente en principio era dar clases en diferentes ambientes. He tenido mucha suerte que toda mi vida hubo gente que me ha apoyado y me ha dado oportunidades. Yo he estado muy agradecida porque realmente uno no llega a ningún lugar solo, ¿verdad?

MF: ¿Cree que ha sido difícil por ser mujer y latina?

RR: Siempre he pensado que hay que apoyar el lanzamiento de las mujeres y a veces una como mujer se hace menos o piensa que siempre hay que competir con los varones. Pero una realmente tiene que tener orgullo en sí misma, y como ser humano contribuir, sea como ama de casa o como una buena amiga, una buena hija, o como una persona que va a contribuir en el mundo profesional. Tienes obligación como ser humano, sea mujer u hombre, de contribuir a la sociedad.

MF: ¿Su familia la apoyó siempre en sus estudios?
RR: Más mi mamá. Hace poco me preguntaron quién te ha inspirado en la vida y les dije mi mamá porque ella siempre ve todo lo positivo en la vida. Si tienes alguien así en tu vida, ¿cómo puedes fallar? es imposible. Es imposible porque siempre va a haber alguien que espiritualmente te está apoyando. Aunque ella nomás fue a la escuela a primer grado, porque no tuvo la oportunidad por sus circunstancias. Pero dice que si volviera a vivir su vida no cambiaría nada. No está triste o diciendo ¡ah pobre de mí! Ella siempre dice “si yo no lo logré, tú lo harás”.

 
MF: ¿Y su papá también la apoyó?

RR: Me admitieron para ir a Stamford pero mi papá no me dejó ir porque él siempre ha visto que la mujer tiene un lugar muy especial como ama de casa, su responsabilidad es quedarse con su familia. Esos son pensamientos que ya casi no deben de existir pero aún existen, que la mujer tiene una posición en la sociedad, el hombre una posición en la sociedad. Y yo como lo veo es que realmente no hay que ver si es mujer u hombre, hay que ver tu capacidad como humano, tu contribución. Entonces por eso yo no fui…no he sido abogada, no fui a la universidad de Stamford…


MF: ¿Y le iban a dar una beca para asistir a esa prestigiosa universidad?
RR: Sí, me aceptaron en Stamford pero ese no fue mi camino. Y no tengo ningún resentimiento con mi papá porque él no entendía la importancia de la educación a ese nivel.


MF: ¿Cree que ese es un problema hoy en día, que tal vez muchos padres latinos no entiendan la importancia de la educación universitaria para sus hijos o hijas?
RR: A mí se me hace que no es que no entiendan la importancia. Es que ellos sólo ven la necesidad económica del presente, lo que pueden contribuir los hijos si apoyan a la familia económicamente. No ven que en el futuro, con una buena educación profesional, sus hijos van a contribuir más a la familia. Pero también tenemos una sociedad muy compleja porque ahora muchos de los jóvenes ya no tienen esa sensibilidad de familia. Entonces el pensamiento no ha cambiado sino que la sociedad ha cambiado.

MF: ¿A qué se refiere?
RR: Es más complicado. Hoy día muchos de los estudiantes no piensan “voy a continuar a la universidad para ayudar a mi familia, a mis padres”, sino “voy a continuar o  me voy a ir de aquí para ayudarme yo mismo”. Oigo decir a los estudiantes que ya no quieren regresar a su familia, no quieren venir a ayudar y a veces hasta se avergüenzan de sus familia porque ya están a otro nivel y eso es lo que les digo a los estudiantes, sus vidas sin sus familias están vacías. Yo todos los domingos voy a Richgrove, voy a ver a mi mamá y a platicar con la gente, voy a la misa.

MF:¿A qué se dedican sus hermanos?
RR: Todos son supervisores en diferentes áreas. Unos trabajan en el campo, como supervisores en el campo, o en partes para tractores. Otro es supervisor de una prisión. Es un técnico que se encarga de trabajar con el gobierno y hacer marcos para lentes.

 MF: ¿Ellos también fueron a la universidad?

RR: No, yo soy la única que fue a la universidad. Pero a todos les va muy bien.

MF: Volviendo a la historia de Stamford, ¿qué hizo una vez que supo que no iría?

RR: Cuando mi papá me dijo que no iba a ir, hablé con un maestro que siempre me apoyaba y me dijo “entonces si no te dejan ir lejos, ve a un colegio local”. Me  fui aquí, a Bakersfield College, como 45 millas. Iba y volvía a casa todos los días.
 

MF: En muchos países de Latinoamérica no existe ese concepto de vivir cuatro años en un campus universitario, pero aquí es bien diferente.

RR: Aquí los padres dicen: a los diez y ocho años no es opción, te tienes que ir al college, a la universidad, te tienes que ir a vivir tus propias experiencias, conocer el mundo, a madurarte. Mis papás tienen un concepto diferente. Te puedes quedar a vivir aquí en la casa hasta que tengas 80 años y es lo mismo con mis dos hijas, pero yo les digo que no es opción la universidad. No importa adónde ni cómo, pero van a ir a la universidad.

 

 

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