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Cuento

CAMINO DE LA FLECHA

Cuento para niños

Por Robinson David Martínez
March 2010

cuando el niño atenía 4 años de edad, su mamá, junto con amigos y familiares, fueron a acampar. alrededor de la fogata, contando cuentos y chistes, el niño sintió una voz lejana y fantasmal, como la voz casi extraterrestre de las ballenas. 

 

el niño gritó y lloró, lleno de pavor.  su mamá y familia se asustaron porque pensaron que había un jaguar rondando la zona. 

 

la mamá era alfarero, hacía materas, pocillos, platones, teteras, y vasijas de arcilla.  mientras ella formaba greda mojada y las convertía en formas cilíndricas y ovaladas, él aprovechaba para dar largas caminatas por el bosque. caminaba el largo sendero que llegaba a un cerro rocoso, una pequeña montaña. en la cúspide se sentaba y miraba hacia el horizonte, hacia el pantano en el oeste del cerro. 

 

sin saber por qué, sentía un gran anhelo por esa montaña, algo que no podía explicar y al mismo tiempo, siempre que lo consumía la rabia o la tristeza, al sentarse en el pico del cerro por un tiempo, todos sus problemas siempre se desvanecían. 

 

el niño creció. cuando ya tenía 17 años regresó del busque sudando. se había ido trotando hacia el cerro, como solía hacerlo desde su niñez pero se tropezó y cayó fuerte al piso. en ese instante recordó las voces que había escuchado en la fogata a los 4 años. también se dio en cuenta de que por todo este tiempo, cada vez que le preguntaba a la mamá sobre su papá, ella siempre cambiaba de tema. 

 

al regresar a la casa fue directamente al estudio de la mamá. 

 

"¿a dónde está mi padre?"  preguntó el joven, respirando forzadamente. 

 

la mamá se puso a llorar.

 

"he temido esta pregunta por muchos años, hijo. pero tengo que decirte la verdad.  aunque para eso necesito tiempo. ¿me podrías dar un par de días?"

 

"sí, mamá". 

 

la mamá, en ese mismo instante, amasó un pedazo de greda, hizo una esfera y la puso firmemente en el centro del torno, con su pie lo hizo rodar, haciendo la forma de un pequeño plato hondo. 

 

dos días pasaron. la mamá se despertó temprano y despertó a su hijo de un susurro:

 

"después del desayuno sabrás dónde encontrar a tu padre".

 

el joven se levantó de un salto. en la mesa vio un plato lleno de yogur con almendras, trozos de banano y miel. olía su té favorito: manzanilla con limón y miel. sonrió y se comió el desayuno más rápido de lo que la madre hubiera querido. con la última cucharada de almendras, vio que el plato era nuevo. tenía una pintura rústica de un cerro rojizo y rocoso, con palabras escritas a un lado: aquí se encuentra tu padre.

 

luego, en la parte derecha del cerro se veía lo que parecía la entrada de una cueva con palabras a un lado: busca la entrada. 

 

miró a su madre, y ella, serena y con ojos lagrimosos, le dio un abrazo y un beso en el entrecejo. 

 

el joven se puso su ropa de hacer ejercicios y salió trotando hacia el cerro. corrió los 4 o 5 kilómetros hasta la cima de la pequeña montaña. se sentó un rato a descansar y contempló la formación rara en las nubes: parecía un guerrero oriental. miró hacia el lago de pantano. recordó la cueva en el plato que hizo su mamá y decidió descender el peligroso cerro. 

 

descendió completamente concentrado en donde ponía, a ciegas, el pie derecho, el izquierdo en cada grieta y hendidura. se arrastró contra el filo de las piedras, ensuciándose la ropa.  después de lo que parecía una eternidad, pisó mal, se deslizó y cayó en el aire unos segundos.  sintió el vacío placentero e incómodo en el vientre. sintió que se iba a morir. cayó de espaldas en el lodo, sumergiéndose completamente en el pantano. tuvo que luchar para permanecer a flote, apoyándose en un árbol cerca de él. 

 

vio la montaña y luchó contra el lodo para llegar a la entrada de lo que parecía una cueva.  se quedó mirando en silencio la entrada de la cueva macabra. escuchó la voz de nuevo que sonaba como el llamado de una ballena:

 

explora tu cueva interna.

 

luego lo poseyó un tremendo miedo. ¿y si nunca puedo regresar?  ¿y si alguna bestia allá metida me come vivo?  ¿y si me pierdo y nadie me puede encontrar? 

 

en ese momento un pájaro rojo se posó en una rama. el pájaro rojo comió una fruta pequeña amarilla. de alguna manera esto lo tranquilizó. 

 

en la entrada había piedras inmensas y al descender un poco, vio que la entrada era muy pequeña. debía esforzare para poder entrar. introdujo primero la cabeza en el hueco de la piedra rojiza. no veía nada. el aire adentro era frío y olía a tierra fresca. con mucho esfuerzo pudo entrar en lo que parecía un cuarto cavernoso enorme, por el eco que se oía, ya que estaba en completa oscuridad. 

 

trató de verse las manos pero solo veía oscuridad. su corazón palpitaba y creyó escuchar a alguien susurrando. se sentía observado. en ese momento sintió otra oleada de pánico, sintió un shock de acidez en el estómago. infló sus pulmones y sostuvo la respiración por unos segundos, tal como le enseñó su madre. después de unos segundos, exhaló lo más lento posible, tomándose el pulso simultáneamente con la mano derecha, sintiendo como sus latidos se volvían más lentos.

 

después de controlar su miedo, pudo ver sus manos levemente como dos sombras. siguió caminando en la cueva, tocando las paredes con sus palmas, sintiendo su destino. no encontró nada en las paredes. se sentó en la oscuridad, cansado y desanimado. pasó sus manos por el suelo y sintió lo que parecía un hueco pequeño por el que se veía una muy tenue luz dorada. el joven se empinó, cabeza primero. se movía como una lombriz, tratando de entrar en este hueco de la tierra.  

 

al llegar al otro lado, perdió la noción de arriba o abajo porque en vez de caerse en un precipicio, su peso, la gravedad, lo jalaba como si se hubiera metido en la pared. se le puso la piel de gallina al ver una antorcha prendida con un fuego dorado hermoso con un tinte azulado. sin pensarlo, el joven tomó la antorcha en su mano derecha. sintió una descarga de propósito en su corazón.

 

con antorcha en mano, miró la pared de la cueva frente a él y vio un corazón tallado en la roca. debajo del corazón, la impresión de una flecha apuntaba hacia la izquierda. el joven siguió el camino de la flecha y pasó un umbral donde escalones de piedra descendían con un largo pasamanos de un metal azul.

 

entre más descendía los escalones de piedra, más sentía un silbido que sonaba como la nota infinita de una flauta muy en la distancia. un ángel luminoso se materializó. el ángel se transformó en un monje del templo shaolin, haciendo movimientos de kung fu y chi gong. el monje shaolin se transformó en una esfera de luz dorada que vibraba. el joven tuvo miedo porque nunca en su vida había visto algo semejante.  se sentía vulnerable, solo, desprevenido.  la esfera de luz dorada cambió a un color rojo que vibraba con intensidad y palpitaba al unísono con el corazón del joven.  el joven infló los pulmones de nuevo, sostuvo la respiración y exhaló lo más lento posible.  la esfera de luz roja se puso anaranjada, luego regresó a su color de oro con capa azul en la superficie. 

 

"soy parte de ti y eres parte de mí. estoy en otra dimensión y todas tus decisiones me afectan, la más mínima, la más difícil.  tus emociones también me afectan. si te dañas a ti mismo, me dañas a mí".

 

"¿quién eres? ¿de dónde vienes?"

 

"eso lo sabrás cuando pases la puerta de la muerte, el umbral del infinito.  soy tu sol personal, la esencia de tu espíritu. estoy y no estoy dentro de ti, como el corazón tallado en la cueva que representa tu voz sagrada interna, tu intuición, la voz de tu verdad. en mí no encontrarás todas las respuestas, pero si pides con sinceridad, siempre sabrás por dónde andar. como la flecha debajo del corazón, soy tu dirección". 

 

sintió una gran alegría y celebró con la sonrisa más grande y más prolongada de su vida. se sentía increíblemente feliz, lleno de paz. la esfera de luz dorada se transformó en nube. el joven la olía dulce y cítrica aunque vacía. la nube dorada se hizo grande y lo envolvió y entró por su nariz y el joven cerró los ojos y se sintió flotar. 

 

cuando abrió los ojos se encontró en la cúspide del cerro. su ropa estaba limpia. miró a su alrededor. miró sus manos. el sol del atardecer era dorado. el joven comprendió lo que había pasado sin entender nada. 


 

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