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El fascinante discurso populista

Por Mona Merling
September 2009

El concepto de populismo cambió mucho a lo largo del tiempo. El ex presidente argentino Juan Domingo Perón queda como el símbolo del populismo clásico, mientras que hoy en día, personajes como Chávez representan la nueva forma de populismo. El llamamiento al pueblo de un líder paternalista caracterizó el populismo durante todas sus fases. Populistas acostumbraban a viajar por todo el país para acercarse al pueblo, pero para neopopulistas como Chávez los medios de comunicación juegan un papel principal porque es la manera más efectiva de llegar a la gente. En televisión o desde el balcón presidencial, el discurso populista es una experiencia distintiva.

Un gran ejemplo de discurso populista es el que Chávez dio después de la victoria del referéndum sobre la reelección indefinida. El discurso tiene un alto nivel de improvisación, gestos teatrales y falta de lógica. Es un mar de palabras que solamente de una manera populista tienen sentido.

Interjecciones y exclamaciones como “Asistentes ¡Uh, ah, Chávez no se va! ¡Uh ah, Chávez no se va! ¡Victoria, victoria, victoria popular! ¡Ha ganado el SÍ! ¡Ha ganado la verdad contra la mentira!” impregnan el discurso. La auténtica improvisación es evidente cuando Chávez quiere cantar una canción, no se acuerda del nombre inmediatamente, y en cuanto se acuerda empieza cantar: “¿Cómo es que se llama esa canción? Candilejas”. Después admite que es un muy mal cantante, pero Chávez había mencionado la canción con el fin de cambiar los versos para que reflejen mejor su victoria: “Entonces vamos a decir nosotros: ¡Y porque sé que nunca tú te irás/ yo te esperaré en aquel lugar...!”

El estilo del discurso es muy informal. El líder parece charlar amistosamente con un viejo amigo. El discurso es muy desorganizado; Chávez salta de una idea a la otra. Es evidente que las ideas no están previstas por adelantado, sino que son más bien pensamientos espontáneos.

Las ideas específicamente populistas están enfatizadas. El líder dice “Aquí estoy parado firme, mándeme el pueblo que yo sabré obedecerle, soldado soy, ustedes son mi jefe”. Afirma que sólo es un servidor a la causa del socialismo y del pueblo. Se sugiere una cierta jerarquía: Dios y el pueblo están encima del líder que nada más es su servidor y tiene como objetivo final poner en práctica su voluntad. Él tiende a fusionarse con el pueblo. Debajo de él están los individuos que forman el pueblo. Así que, en esa jerarquía, por encima del líder, sólo hay conceptos abstractos que en realidad no pueden expresar su voluntad. Este es uno de los trucos principales del discurso populista: crear la ilusión de que el pueblo en su conjunto manda, cuando en realidad, como individuos están subordinados al líder.

Otro truco es la interpretación de citas de escritores con autoridad establecida en favor de sus propios argumentos. Por ejemplo, Chávez cita a Borges: “la Patria no es un tiempo, la Patria es verdaderamente un hecho perenne”. La patria perpetua depende de un pueblo perpetuo; las personas son perennes luchadores por el proyecto socialista. Y puesto que el líder es uno y el mismo con la patria, es la cosa más natural para él no abandonar su posición. Sin embargo, Chávez afirma que las acusaciones de que está tratando de perpetuarse en el poder son absurdas, ya que sólo Dios y la patria son perpetuos.

Otro ejemplo de este tipo de razonamiento circular en la lógica discursiva populista es la creación de cadenas de equivalencias. Por ejemplo, los conceptos de socialismo de Venezuela, la revolución socialista, democracia socialista, patria socialista y la democracia revolucionaria son igualados. La revolución, la democracia y el socialismo todos tienen como objetivo capacitar a las personas, que luchan por una patria a través de la revolución socialista.

Chávez en repetidas ocasiones hace alusión a Simón Bolívar, el libertador de América del Sur: “Bolívar lo escribió y lo dijo, hablando de esta Revolución que él inició hace 200 años (...).Esa Revolución, esa dirección correcta hoy se llama socialismo”. Chávez está cumpliendo el sueño de Bolívar ahora, y es, por tanto, él mismo un libertador. El antagonismo del discurso es muy fuerte en contra de la "partidocracia" que gobernaba Venezuela antes de que él la liberara.

De cierta manera el discurso populista es fascinante en su falta de lógica y su espontaneidad. También, estar de pie bajo el balcón presidencial durante un discurso semejante debe ser una experiencia comparable con una misa de domingo. Sin embargo, Chávez no parece querer dejar espacio para cualquier otro tipo de discurso en Venezuela: el presidente acaba de cerrar 34 canales de televisión y de radio de la oposición.



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