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Columna Legal

Divorcio, custodia y estatus migratorio

Por Gerardo GutiƩrrez
May 2013
Leí la carta abierta de María Rosario Lara y me entristece decir que su caso no es único. Cada año, miles de familias se separan. Los padres, madre o padre indocumentado, son deportados y los niños que son ciudadanos estadounidenses se quedan bajo la custodia del padre o madre legal o, si no lo hubiera, bajo la custodia de los Servicios de Bienestar Infantil.

Para entender mejor cómo y por qué pasa esto, y cómo el caso de Lara representa uno de muchos que son parte de un problema mayor, es necesario entender primero cómo funciona el derecho en la custodia. 

El “mejor interés del niño” es el concepto legal usado por la mayoría de las cortes y los abogados para determinar quién de los padres obtendrá la custodia de los hijos. Lo que constituye el “mejor interés” no lo define la ley, sino que lo componen muchos factores: la edad del niño, dónde vivirá, dónde irá a la escuela, la cantidad de tiempo que uno de los padres podrá dedicarle al niño dada la demanda de su carrera, trabajo, etc. En definitiva, los tribunales buscan la manera de mantener la vida del niño lo más consistente e indiscutible posible. Una vez que se otorga la custodia física a uno de los padres, los tribunales cuidan de no hacer nada que limite la capacidad del otro padre de ver o visitar al niño.

En el caso de Lara, su hija probablemente fue catalogada como residente de Carolina del Norte, entonces cualquier intención de mudar a la niña de esa jurisdicción estatal (a otro estado o fuera del país) plantea un problema ya que su mudanza interferirá con la capacidad del padre que no tiene la custodia de ver a su hija. Hasta este punto, el estatus migratorio de Lara no juega ningún papel. Este mismo criterio aplicaría si fuera ciudadana estadounidense y le ofrecieran un trabajo mejor pago que le requiriera mudarse a otro estado. En tal caso, el padre que no tiene la custodia podría plantear una objeción de no mudar a su hija y pedir que la custodia sea transferida a él, si el padre que tiene la custodia decide mudarse.

La carta de Lara señala el hecho de que se sintió tratada como criminal en potencia o “secuestradora” de su propia hija. Esta es a veces una triste realidad en las disputas maritales; los padres sí huyen con sus hijos en disputas por la custodia. El 12 de abril, por ejemplo, en un informe de CNN- AC 360, se mostró a una madre que huyó a Egipto con sus hijos. El padre no ha sabido nada de sus hijos en doce años y aunque sabe dónde están, no tiene acceso a ellos. Un caso similar se vio justo dos días antes de una pareja cuya custodia de sus hijos fue dada a los abuelos, quienes secuestraron a los niños y decidieron huir a Cuba. Estos niños están ya de regreso en los EE.UU., pero el secuestro de niños por sus padres, aunque triste, sí que ocurre. Dado este hecho no sorprende que las cortes quieran tomar precauciones para mantener a los niños en su jurisdicción.

Algo importante que subraya el caso de Lara es el impacto que el estatus migratorio tiene en un caso legal. Si Lara hubiera sido deportada, tiene razón al decir que la custodia hubiera sido otorgada a su esposo. Sin embargo, este resultado infeliz no es el resultado de una discriminación sexual o racial, ya que las consecuencias hubieran sido las mismas en el caso opuesto.

Actualmente, estima el ARC (Centro de Investigación Aplicada, según sus siglas en inglés) que por lo menos 5.000 niños de padres inmigrantes viven en hogares adoptivos en los Estados Unidos porque sus padres fueron detenidos o deportados. A la luz de esta estimación, y si la tendencia continua, el ARC calcula que otros 15.000 niños más en los próximos cinco años serán arrebatados de sus madres y padres como resultado de la acción de la policía de inmigración.

Mientras el Congreso estudia una reforma de inmigración significativa, espero que se ocupen de los casos más desgarradores del sistema descompuesto actual. ¿Qué pasa con los niños cuando sus padres o tutores son deportados? Cuando hablamos del mejor interés del niño, no deberíamos perder de vista el hecho de que el vínculo que existe entre los niños y sus padres no se debilita por el estatus legal del padre o por su país de origen. Todos los padres, con o sin papeles, siempre buscan lo mejor para sus hijos y la manera que el sistema de inmigración está articulado y es ejecutado socaba este mejor interés cuando separa a los niños de sus familias.

*El autor es abogado, ejerciendo en las áreas de derecho penal, inmigración y casos familiares.


LA VOZ, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson

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