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Cuento

La casa de los cuervos

Por Robinson David Martínez
June 2010

maritza era hermosa: ojos grandes, negros con una mirada dulce y triste.  era muy bella aunque muchos pensaban que era muy rara, porque la parte derecha de su cuerpo era negra y la parte izquierda era blanca.  al mirarla, la gente quedaba cautivada porque nunca en su vida habían visto algo semejante. maritza sonreía su triste sonrisa.

maritza vivía sola y siempre sentía un anhelo, una melancolía--que por haberla sentido por tanto tiempo, la había aceptado ya como algo normal de su ser. 

maritza se mordía las uñas, especialmente cuando lloraba (a veces tanto, que terminaba mordiéndose las punticas de los dedos).   

la tía mercedes era ciega, pero como había vivido  en su pequeña granja por 35 años, ordeñaba las vacas y cuidaba a las gallinas y su jardín sin ningún problema--podía ver muy bien a través de sus oídos. 

la noche de la neblina, maritza estaba a punto de quitarse la vida.  se sentía sola pero los cuervos no la dejaban en paz.

maritza trabajaba en la librería de un pequeño café.   los clientes de todos los días estaban acostumbrados a su raro color de piel, su lado izquierdo siendo blanco y su derecho siendo negro.  los niños siempre la miraban.   la mayoría desviaba la vista y caminaban para otro lado cuando ella los miraba a los ojos.

maritza podía entender lo que decían los cuervos.  por la noche ella los escuchaba.  ella se tapaba la cabeza con la almohada porque no quería entender, no quería escuchar lo que le decían—le hablaban de todo:  pasado,  presente y futuro.  últimamente, le hablaban del presente: arrr, arrrrr, arrrrr, arrrr: estás matando tu alma con la sanguijuela de la tristeza.  mata tus defectos.  cultiva tu esencia. 

la noche que la neblina era también luna llena y los cuervos estaban haciendo demasiada bulla afuera de su ventana.  martiza tuvo miedo al principio y luego le dio rabia.  abrió la ventana:

 

“¿¡qué quieren conmigo!?”

“salvarte. arrrr. arrrrrr.  los parásitos del alma, las sombras, te están comiendo viva.  come estos tres huevos y despierta la conciencia.”

“¡déjenme en paz!”   

“arrrr. arrr.  come los tres huevos.  si no, mueres.  mírate al espejo. “

martiza cerró la ventana  con miedo y rabia al mismo tiempo.  llamó por teléfono a su tía. 

“¿estás bien mijita?”

“sí tía, pero me siento muy mal y quiero verte.”

“ven rápido mi niña.  voy a orar por ti, para que estés protegida en el camino.” 

maritza salió de la casa y todo estaba cubierto de neblina.  escuchaba el rugido de camiones a la distancia y a hombres riéndose a carcajadas.  escuchaba el casi-audible sonido de pájaros volando por encima de ella pero no los podía ver.

maritza decidió correr y al llegar a la casa de la tía, abrió la puerta y la tía se tapó la boca.

“¿qué te pasa, mija?  te siento mal.”

los ojos de la tía mercedes eran grises--pasó las manos en el aire, alrededor de maritza, unas 12 pulgadas de su cabeza y luego las bajó al corazón.  maritza sentía el calor de las manos de la tía, pero tenía miedo, se sentía incómoda, nerviosa. 

“tía, siento que me estoy volviendo loca.”

“todos tenemos la peste de la locura, mi niña.”

la tía la llevó hacia el espejo.  maritza se miró en el espejo.  la parte negra, la parte derecha, no estaba allí, había desaparecido por completo.  la parte blanca, la izquierda, lucía pálida.  maritza se asustó.

“¿qué me está pasando?” 

“abre tu ojo divino y lo sabrás sin entenderlo.” 

“¿cómo hago eso?”

“mata tus defectos y ten fé en el sol que reside en tí,” dijo mientras puso su palma en el corazón de maritza.

maritza trató de verse las manos y vio que estaba en dos sitios a la vez.  al verse la mano derecha, la negra, se vio sembrando la tierra junto con un hombre a quien ella quería muchísimo. se sentía feliz, enamorada.

al mismo tiempo, al verse la mano izquierda se vio en la casa de la tía y se sintió triste, sola y confundida. 

“bebe sólo un poco.”

 la tía le dio de un vaso de leche y  prendió una vela.   

“ahora ve y trae los 3 huevos.”

“como sabes de—”

“—ve, que no hay tiempo.”

maritza salió corriendo.  se sentía un poco mejor con la leche.  corría en la neblina y le parecía increíble que estuviera en dos sitios al mismo tiempo.  en la parte derecha, corría hacia la escuela de sus dos hijas, el sol estaba brillante—hacía mucho calor.  en su  mundo izquierdo, estaba cubierta por neblina y corría. 

al llegar a su casa, abrió la puerta.  de adentro, salieron miles de sanguijuelas que se le pegaron en todo el cuerpo.  sentía como le chupaban la sangre del cuerpo.  sentía su fuerza vital disminuir.  no sentía dolor, pero le daba más y más sueño. 

maritza luchaba por llegar a su cuarto, luchaba contra las sanguijuelas.  el sueño era tan pesado que decidió acostarse a descansar.  todo su cuerpo izquierdo estaba cubierto de sanguijuelas y ellas se ponían más y más gordas.  su parte derecha corría hacia la escuela de sus hijos--había ocurrido un toque de estado y su parte derecha negra, estaba corriendo hacia la escuela de sus hijas,  pero alguien le dio un tiro en la rodilla y calló al suelo. 

vinieron los cuervos.  arrrrrr.  arrrrr.  la picotearon en la rodilla. maritza despertó por el dolor.  escuchó a su tía.

“busca los tres huevos.”

maritza abrió los ojos y sintió terror al ver todas esas sanguijuelas pegadas en todo su cuerpo.  se paró y salió corriendo, cojeando hacia su cuarto.  al abrir la puerta, cientos de palomas blancas salieron volando.  9 palomas blancas arrancaron con sus garras 9 sanguijuelas del cuerpo de maritza. cada sanguijuela salió de su cuerpo como un demonio.   una sanguijuela era enorme: tenía la cara de maritza que lloraba y estaba incrustada en su corazón. la paloma blanca luchaba con sus alas y sus garras por arrancarla.

en ese instante, en su lado derecho negro, ella estaba en medio de 13 mujeres sabias y estaba dando a luz. 

maritza miraba hacia abajo y veía en la sanguijuela su misma cara llorando y la paloma luchando.   la ventana se abrió y maritza pudo ver los 3 huevos en la terraza.  eran dorados.

maritza caminaba retrocediendo, de espalda a los huevos, mientras la paloma volaba, sacando de su pecho la sanguijuela lloradora.  en ese instante otra paloma agarró una sanguijuela incrustada en su garganta y otra paloma blanca agarró otra sanguijuela del entrecejo de  maritza.  maritza luchaba, halando hacia atrás y estas tres palomas, volando, luchaban por arrancarle esto que maritza no sabía que tenía en su ser. 

las palomas blancas triunfaron y maritza se cayó al suelo al lado de los 3 huevos dorados que flotaban encima de ella, mientras ella los miraba desde el suelo, boca arriba, sin saber lo que ocurría. un huevo dorado se introdujo en el hueco de su corazón, el otro en la herida de su garganta y el otro huevo dorado brillaba en el entrecejo de maritza. 

maritza abrió los ojos.  despertó.  su alma se activó. 

su parte derecha, alrededor de las 13 mujeres, tuvo un niño.  

maritza salió corriendo de su cuarto. todas las sanguijuelas se habían ido y no había un cuervo por ningún lado, ni palomas.  sólo había plumas blancas y negras en el suelo. 

maritza recordó a su tía, y en su mente se vio bebiendo el vaso de leche pura de su tía divina.

maritza salió de su casa y corrió por la calle.  la neblina se había ido por completo.  era luna llena.  si alguien estuviera andando de noche, hubiera visto la parte izquierda de una mujer pálida, corriendo en la oscuridad con una parte derecha invisible.    




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