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Cuento

Decil IX: Dejad que coman palmitos

Deciloquios mexicanos
 

Por Fernando Salas
July 2020
decil. La palabra decil no está registrada en el Diccionario. Real Academia Española © Todos los derechos reservados
decil. En estadística descriptiva, el concepto decil refiere a cada uno de los 9 valores que dividen un juego de datos (clasificados con una relación de orden) en diez partes iguales, y de manera que cada parte representa un décimo de la población. Wikipedia, la enciclopedia libre ® Licencia de bienes comunes creativos

 
En 500 años, nadie en la familia de Braulio habló de matrimonio con alguien del décimo decil. Él mismo no lo sabía, pero planeó ese momento como si las 20 generaciones le hubieran ayudado a preparar su pedida de mano. Sólo así se explica que Braulio, que siempre llevaba botellas de agua para compartir, hubiera dejado en casa su caja para abrir espacio a una selección de vinos que apenas cabían en la cajuela. El mismo Braulio se lo justificó así mientras hablaba con su madre: “todos los demás días estoy para ustedes, pero hoy va a ser nada más para los dos”.

El gran día, sin embargo, no empezó entre cantos de cenzontle. Si habríamos de creer en la aplicación del clima, el cielo estaría nublado en el lugar de destino. Leonor, por su parte, tampoco encontró las palabras más románticas para describir el derroche que descubrió mientras acomodaba las maletas en la cajuela. La mesa nunca había estado puesta para Braulio, y hoy que se serviría miel, tendría que poner especial atención a las moscas. Por eso arrancó el coche con prisa; nadie sabía si habría una manifestación a medio día.

Para sorpresa de Braulio, no hubo llantas ponchadas, ni accidentes o bloqueos en su camino. Sólo cambió el pronóstico del clima a tormenta tropical, pero él ya había platicado con Leo de sustituir el picnic en la playa por una cena bajo techo. Solo habría que preguntar en la gasolinera por direcciones y estarían a tiempo de ver una película antes de encender las velas.

En la estación fueron abordados por un niño que vendía dulces. Braulio se sintió contrariado al recibir muy claras indicaciones de su parte y no poder retribuirlas con dos, tres, botellas de agua. Terminó bajando del auto para escoger de entre la cajuela algo de uso; algo de provecho. Finalmente puso en la mano del muchacho un frasco de palmitos y siguió su camino.

Afortunadamente la cabaña no estaba tan lejos, aunque no por eso se dejaron de empapar los vacacionistas al transportar el cargamento. Braulio estuvo algo tenso durante la película: todavía no terminaba de encontrar las palabras exactas con las que le gustaría declararse, cuando de pronto, en un guiño del universo a su plan, se fue la luz en todo el pueblo para celebrar el momento a la luz de las velas. Sin lugar a dudas, el ambiente se puso más romántico al destapar las botellas; de menos, la conversación resultó más llevadera no sabiendo que la tormenta había pasado a categoría 5.

Independientemente de que el golpeteo de las ventanas no estuviera entre los estimulantes de Leonor, Braulio se llenó de valor antes de tocar el entremés para decir esas bellas palabras que había preparado. Sin embargo, no alcanzó ni tan siquiera a apoyar su rodilla cuando bajó la mano y confirmó que el agua se había metido hasta la alacena. Sin poder consultar a “Siri”, Leonor y Braulio hicieron todo lo necesario para mantenerse ocupados mientras el agua alcanzaba el segundo nivel. Cuando se volvió evidente que todas sus cubetas no serían suficientes para contener el huracán, ambos treparon a la azotea, sin nada qué rescatar.
Ahí arriba los dos pasaron frío mientras preparaban su último deseo, con el estómago vacío y los labios resecos. En estas circunstancias, Braulio optó por abrir su corazón a Leonor exactamente cuando un cuerpo que flotaba se les manifestó. Al instante, la pareja sincronizó una operación de rescate que concluyó en un exitoso resucitamiento a manera de “sí, acepto”.

Las rasgaduras y la oscuridad les engañaron en un comienzo, pero bastó oír el agradecimiento para que Braulio reconociera al niño con el que había conversado algunas cuadras más arriba. No solo eso, el muchacho se sintió contrariado al recibir esta ayuda y no poder retribuirla con dos, tres de las golosinas que siempre cargaba. Terminó abriendo su mochila para escoger algo qué compartir, y puso en la mano de cada quien dos porciones de palmito.

@tlilcuauhtli
 

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