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Prosa y Verso

EL CUERVO

Por Robinson David Martínez
September 2005

un cuervo gigantesco volaba encima de mí. dio dos vueltas y se convirtió en un telescopio de oro con alas de ganso. yo estaba en un desierto, pero en vez de arena, el piso era un colchón sin fin. cuando el cuervo daba vueltas en el cielo, yo era un pedazo de pan tostado con mantequilla. cuando se convirtió en telescopio, yo era un par de gafas negras. 

el telescopio se transformó en un perro enorme con dientes de oro—pero con las mismas alas de ganso. el perro me ladraba y le salía sangre de la boca. las alas de ganso se volvieron humo, y el perro, del mismo color del cuervo, cayó al lado mío. el perro era del tamaño de un toro. con sus dientes de oro me arrancó el brazo. grité un horroroso grito silencioso. el perro me arrancaba a pedazos, comiendo de mi cuerpo. hasta que no quedó sino un laguito de sangre.

el charco de sangre comenzó a encogerse, a desaparecerse. hasta que solo quedó una mariposa amarilla, que brillaba como un bombillo prendido. el perro me ladraba y retrocedía. con cada ladrido la mariposa se ponía más brillante. cada vez que se ponía brillante la mariposa, se le desprendía algo al perro. primero, se le cayeron los colmillos de oro, luego, todos los pelos de su cuerpo, después la piel, los órganos internos, y por ultimo, los huesos. 

entre los huesos salió otra mariposa, de alas cuadradas, pero que brillaba igual como el bombillo prendido. volaron juntas, se apagaron de repente y se volvieron humo. 

             

 

Annandale-on-Hudson, NY

4 de septiembre de 2005

           



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