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OpiniĆ³n

Trump está inventando al súper-predador inmigrante

Por Stephen Mucher
June 2017
Es difícil imaginar una decisión del gobierno de Trump con un legado más feo que el de la disposición incluida en la orden ejecutiva 13768. Esto merece más atención. Con solo el trazo de un lapicero, durante su primera semana en el cargo, el Presidente creó de la nada el Declined Detainer Outcome Report (Informe de resultados de detenciones negadas, DDOR, por sus siglas en inglés). Originalmente escrito por Steve Bannon, firmado con poca fanfarria y con un título benigno, esta disposición debe preocupar a cualquiera que le importe la Constitución, la historia de los inmigrantes de la nación, o simplemente la dignidad básica humana. 
El DDOR es parte del decreto Mejorando la seguridad Pública en el interior de los Estados Unidos. Publicado semanalmente, efectivamente destaca un pequeño subconjunto de la actividad delictiva estadounidense. Se trata de falsificar, con o sin el debido proceso o convicción, los supuestos crímenes cometidos por individuos presuntamente indocumentados.
 
Trump y Bannon están creando  — sin duda ya lo han creado — dos niveles de aplicación de la ley. El nivel 1 es para los 320 millones de estadounidenses con la buena fortuna de tener documentación ciudadana. El nivel 2 es para los 11 millones de nuestros vecinos quienes, a diferencia del 99% de los inmigrantes de los Estados Unidos a través de nuestra historia no tienen vía para obtener tal documentación. 
 
Las personas sin ninguna resistencia mental fuerte a este invento de Trump inevitablemente empezarán asumir que los inmigrantes indocumentados cometen más crímenes con mucha más violencia que la población general. Nada puede estar más lejos de la verdad. Pero en ausencia de un registro comparable, “la delincuencia inmigrante” se infiltrará lentamente en nuestra conciencia nacional como una forma única, urgente, vil y perniciosa de delincuencia. Pocos de nosotros llegaremos a la conclusión exacta de que estamos mucho más seguros, estadísticamente, en presencia de un inmigrante indocumentado que con la mayoría de cualquier otro tipo de vecino.
 
El gobierno federal no registra, ni mucho menos publica, estadísticas sobre delitos cometidos por "camioneros", o "Directores Ejecutivos", o "habitantes de apartamentos", o "contadores", o "personas con tatuajes", o cualquier otra categoría arbitraria de personas. Imagínese si Sean Spicer llegara al podio cada semana y enumerara los crímenes más violentos cometidos por "veteranos de la guerra de Irak". ¿No empezaríamos a crear una categoría mental en nuestras cabezas? ¿No perderíamos toda nuestra perspectiva eventualmente? ¿No confundiríamos en última instancia a los perpetradores, víctimas y transeúntes inocentes que sospechosamente caerán en la misma categoría federalmente definida?
 
Nuestras creencias sobre los indocumentados desde ya son ampliamente inexactas. ¿De qué otra forma podría explicar el supuesto de que la inmigración ilegal, la cual alcanzó su punto máximo hace una década como parte de un aumento de la edad demográfica en la fuerza laboral mexicana, se ha agravado de alguna manera? ¿De qué otra manera explica la amnesia que permite a muchos estadounidenses nativos argumentar que sus ancestros llegaron aquí con diferentes circunstancias morales? ¿De qué otra manera explicas nuestro deseo de morder las manos que nos da de comer? Éstas son las personas, habitualmente contratadas por empresarios estadounidenses, que han recolectado, preparado, servido y limpiado después de casi todas las comidas que hemos comido en las últimas dos décadas.
Este es, después de todo, el mismo contrato social que llevó a inmigrantes ingleses, alemanes, irlandeses, italianos, rusos, chinos, vietnamitas y cubanos a nuestras costas. Es el contrato social que le dio a los padres y abuelos trabajadores la oportunidad de ver a sus hijos prosperar como estadounidenses. 
 
Más allá de servir sólo de rotundo rechazo a la que alguna vez fue nuestra orgullosa historia de inmigrantes, el DDOR es innecesariamente dramático, y constitucionalmente dudoso. Esto debería preocupar a cualquier ciudadano independientemente de su lugar de nacimiento. Una orden de detención (detainer) puede ser emitida por ICE, sin ningún procedimiento judicial, contra cualquier individuo acusado de un delito, procesado o no, por la policía local. El hecho de que este acto unilateral y no judicial pueda ahora ser usado para marcar y avergonzar a una pequeña parte de los acusados de un crimen es escalofriante. 
 
Según estas condiciones, cuántos de nuestros vecinos indocumentados, algunos de los cuales fueron traídos aquí de pequeños o que han estado pagando impuestos a empleados durante décadas, temen incluso la posibilidad más modesta de una violación o arresto (o temen reportar crímenes contra vecinos dada la magnitud de este castigo). En este contexto, una "detención negada" podría describirse fácilmente, en términos conservadores, como el derecho de los funcionarios estatales y locales a tratar a su gente como inocente hasta que se demuestre su culpabilidad. Pero en las manos de Trump y Bannon, el DDOR es una herramienta útil para crear miedo y división.
 
No hay población más fácil de escoger para nuestro presidente multimillonario, y sus partidarios, que las madres y padres indocumentados. Esta es la forma más pura de intimidación. Estos inmigrantes (3% de la población) han quitado muy pocos trabajos a los nativos. Pero se enfrentan al resentimiento de los estadounidenses documentados que no quieren apuntar sus frustraciones del subempleo a la automatización, la globalización, los políticos de ambos partidos que empeoran la desigualdad de ingresos (incluyendo a Trump).
 
Los indocumentados tienen menos derechos, adquieren poca riqueza o propiedad apreciable, y deben pasar desapercibidos sólo para mantener a sus familias unidas. Son menos propensos a (pagar o) abusar de drogas, agredir a las mujeres, o convertirse en pandilleros en comparación a otros ciudadanos de nuestra población. Sin embargo, de alguna manera, milagrosamente, estamos apoyando la creación del "súper-predador inmigrante" sin documentos en nuestra propia cara.
 
Este discurso será difícil de resistir mental y emocionalmente. La historia de los indocumentados, afiliados a pandillas, evasión de deportación, tráfico de drogas, asalto sexual, Willie Horton hablando español llegará pronto. Cualquier historia así merecerá nuestra indignación. Pero la difusión de esa historia, por muy atípica que sea, será asistida por el púlpito más bullicioso del mundo. Espero que podamos estar listos para ello, y de alguna manera mantener cierta perspectiva.
 

*Stephen Mucher es historiador, educador y Director del programa de Maestría en Educación de Bard en Los Ángeles, California, www.bard.edu/mat/la (si le interesa enseñar en Los Angeles).
 
*Publicado originalmente en inglés en Medium: medium.com/@smucher/trump-is-inventing-the-immigrant-superpredator-98d1197a98f. Traducción al español de Evelyn Reyes Delgado
 

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