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Morder la mano que te da de comer, Parte 2.

Trabajadores agrícolas neoyorquinos sufren tratamiento abominable.

Por Leanne Tory-Murphy
August 2016
La industria láctea es responsable por $14,800 millones en producción económica, y es el contribuidor de impuestos más grande de la economía agrícola del estado de Nueva York. El yogurt griego producido en Nueva York acaparaba un 70% de todo el yogurt griego vendido en los EE.UU., de la mano de compañías como Chobani and Fage. La industria en su totalidad está marcada por imperantes peligros de salud y seguridad, horas de trabajo extremas y salarios bajos. Cuando Juan empezó, los trabajadores eran una mezcla de puertorriqueños, mexicanos y amish. Dice que ahora sacaron a los mexicanos por las redadas de inmigración.

 
Juan recuerda una redada a la casa de los trabajadores una noche muy tarde. “Vinieron a la casa de los empleados alrededor de las 11 de la noche… vieron una puerta abierta y entraron a la casa, diciendo ‘Es la Policía Fronteriza, ¡todos a la sala comedor!”
 
La Policía Fronteriza les pidió a los empleados que fueran uno por uno a sus cuartos por su identificación. Los residentes no les habían dado permiso a la policía a entrar a la casa. Solo se dieron cuenta de que los agentes estaban ahí cuando comenzaron a tocar las puertas de los cuartos.
 
“No tocaron, no llamaron al jefe, no hicieron nada”, dijo Juan. Detrás de la casa donde vivían los puertorriqueños había otra casa más pequeña que no se veía desde el camino. Ahí vivían los trabajadores mexicanos. Cuando uno de los puertorriqueños fue a su cuarto por su identificación rápidamente llamó a la otra casa con su celular para decirles a los ocupantes que huyeran. La Policía Fronteriza no los encontró aquella noche.
 
A pesar de no poder ser deportado por ser ciudadano estadounidense, Juan dice que él se siente perseguido. Juan estima que lo han detenido 11 veces en los últimos cuatro años, frecuentemente cuando está yendo o volviendo del trabajo, como a una milla por el camino. Su hija preadolescente sufre de ataques de pánico cuando ve policías. Cuando le preguntan por qué piensa que lo detienen con tanta frecuencia, responde: “Por ser latino”.
 
“Cuando salgo con mi hijastra, ella se pone nerviosa,” agrega Cecilia. “El momento que uno olvida su identificación en casa lo tratan a uno como si no tuviera nada que mostrarles, una identificación con tu foto, que te van a mandar a la cárcel, y bueno, es algo que asusta”.

Cecilia cree que la Patrulla Fronteriza ve a todos los hispanohablantes como si fueran de México.
“Inclusive cuando dices, o les muestras una identificación, y si no leen bien que dice Puerto Rico piensan que eres mexicano”, dice. “Mi marido tuvo ese problema, le dijeron ‘No, tú eres mexicano.’ Y mi marido les dijo ‘Tengo una identificación que dice Puerto Rico, yo soy de Puerto Rico”.
 
En el 2013, Families for Freedom y la Clínica Legal de NYU en un informe revelaron que centenares de personas legalmente presentes habían sido acosadas, arrestadas o detenidas por la Patrulla Fronteriza. El reporte también reveló que la Patrulla Fronteriza de Nueva York compensaba a los agentes que hacían arrestos con bonos en efectivo, tiempos de vacaciones y tarjetas de regalo a través de programas de incentivos que premian una mal definida “calidad de trabajo”.  En el 2011 los programas de bonos estuvieron valuados en $200,000 en el área de Búfalo, que abarca mucho del norte del estado de Nueva York.
 

Abandonados en la granja

La acción de inmigración a lo largo de la frontera norte del estado de Nueva York ha tenido consecuencias devastadoras. Muchos trabajadores agrícolas, una vez que llegan al lugar donde los contratan, nunca se van, en algunos casos sufriendo años de aislamiento social. Personas en esta situación pagan para que les traigan las compras del supermercado a casa (que es frecuentemente donde trabajan) y le pagan a gente para que mande dinero por ellos. Cuando ocurren abusos, les puede dar miedo defender sus derechos o les falta acceso a recursos externos. Muchos trabajadores se encuentran en la situación vulnerable de ser explotados por su falta de movilidad y miedo a la ley migratoria.
 
El accionar de la policía de inmigración no solo afecta la vida de los trabajadores y la de sus familias, sino también la de los granjeros regionales y la economía agrícola que sostienen. La gente no se muda de un pueblo pequeño en México o Puerto Rico a un pueblo pequeño en Nueva York por accidente. Como en el caso de Juan, son reclutados directamente. Muchos granjeros se quejan de la dificultad en procurar suficiente trabajo para sus operaciones.
 
Un informe reciente del Cornell Farmworker Program explica que, “Para que el estado de Nueva York capitalice el boom del yogurt, se debe abordar directamente el problema crítico de mano de obra confiable y suficiente”. Cuando se aprobaron leyes anti inmigratorias en Alabama en el 2011 el estado perdió millones de dólares en cultivos no cosechados.
 
La fruta debe ser piscada o se pudre. Las vacas necesitan ser ordeñadas todos los días y la mayoría de las granjas abren las veinticuatro horas del día. Los turnos de trabajo son de doce horas y a veces hasta más. Los trabajadores agrícolas frecuentemente trabajan seis días por semana, inclusive a veces hasta siete, y generalmente ganan un poco más que el salario mínimo.
 
La mayoría de los ciudadanos nacidos en los EE.UU. se niegan a trabajar bajo esas condiciones. Como resultado, muchos granjeros utilizan contratistas para mantener un flujo estable de mano de obra, mientras otros les piden a sus empleados que inviten a amigos y familiares de sus países. La mayoría de los inmigrantes llegan a los EE.UU. endeudados con sus jefes, contratistas o familiares, lo cual los obliga a tener que trabajar y aumenta su vulnerabilidad.
 
La vulnerabilidad de los trabajadores agrícolas ha sido santificada en la ley federal desde la legislación laboral de la época del New Deal, por la insistencia de los congresistas del sur que se oponían a darles derechos a los trabajadores agrícolas negros de sus regiones. La ley estatal no es mejor en Nueva York, donde los trabajadores agrícolas no tienen derecho a un día de descanso, paga por horas extras, o protecciones de negociación colectiva. La ley Farmworker Fair Labor Practices acabaría con esas exclusiones de la era de Jim Crow en Nueva York pero el proyecto de ley murió nuevamente este año en el Senado del Estado, controlado por republicanos.
 

El pueblo responde

La presencia de inmigración en las regiones fronterizas agrega una amenaza que deja a muchos trabajadores con miedo de hablar acerca de sus condiciones de trabajo y abogar por sus derechos. Rebeca Fuentes, organizadora con el Centro de Trabajadores de Nueva York Central (WCCNY, por sus siglas en inglés) en Syracuse trabaja en esto desde el 2005. En ese entonces, muchos inmigrantes en el centro de Nueva York estaban siendo detenidos en Syracuse y en pueblos vecinos. Miembros de comunidades locales empezaron una Detention Task Force (Junta de Detención) cuyo trabajo se centraba en desarrollar un fondo de fianzas para los inmigrantes detenidos. Pero como dice Fuentes, “No podíamos mantenernos al tanto”. El gran volumen de demandas del fondo de fianzas obligó al grupo a reenfocarse en la raíz del problema: las detenciones mismas.
 
El grupo comenzó a organizar protestas en las paradas de autobuses y el tren en Syracuse, donde ocurrían muchos arrestos, y mandaron cartas a Amtrak, Greyhound y otros medios de transporte. También comenzaron a colaborar con departamentos de la policía local para discutir cómo la colaboración de la policía con las fuerzas de migración socavan la seguridad pública porque los inmigrantes que temen ser detenidos y deportados no van a reportar crímenes inclusive cuando ellos mismos son las víctimas. Fuentes dice que las cosas han mejorado un poco desde aquel entonces, redadas en transporte han sido menos frecuentes y la policía local es menos proclive a llamar a la policía de migración. Pero la vida para los inmigrantes en áreas rurales sigue difícil a causa del aislamiento social, falta de acceso a transporte, hostilidad racial y miedo.
 
El Comité de Trabajadores Agrícolas del WCCNY, formado en 2013, quiere cambiar esa dinámica. Un grupo de trabajadores de lecherías de varios condados ha organizado protestas en la feria estatal y en una granja grande en el condado de Lewis para sacar a luz las condiciones de trabajo de la industria. El grupo ha animado exitosamente a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) a realizar inspecciones sorpresa dado el alto índice de accidentes y muertes. La colaboración entre la policía local y la de inmigración se hizo su enfoque después de que uno de sus miembros, José Coyote, fuera detenido el año pasado. En ese caso, la policía del parque llamó a migración mientras Coyote disfrutaba un paseo por el parque con su familia.
 
Fuentes y Ghertner están de acuerdo que las detenciones y las redadas podrían incrementar de nuevo en cualquier momento. El congresista Republicano John Katko, quien reemplazó a Maffei, quiere incrementar los refuerzos en Nueva York. En una rueda de prensa reciente que,  Katko afirmó: “Fuerte seguridad en la frontera garantizará la seguridad del estado de Nueva York y la soberanía de nuestra nación”. El proyecto de ley Northern Border Security Review Act, que él presentó,  fue aprobado por la cámara baja en octubre. Fuentes dice que si la ley se aprueba, va a ser todavía más difícil para los inmigrantes vivir en la región, y agregó: “Esta es la gente que está haciendo a sus pueblos prosperar, y los estamos marginando, aislando y criminalizando.”
 
*Publicado originalmente en Indypendent.org
*Traducido al español por Gerardo Fuentes Escalante
 

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