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Fábulas todosanteñas

El mexicano que no sabía decir No

Por Fernando Salas
March 2012
Por Fernando Salas y Rodrigo Ventura Twittter: @VagoMalviviente y@tlilcuauhtli

Paseaba la Guacamaya por la selva luciendo sus hermosas plumas, cuando se posó en una rama al lado del Cuervo, éste sintió envidia de su plumaje pero hábilmente la disfrazó de admiración y se deshizo en cumplidos hacia la Guacamaya.

“Eres tan majestuosa y noble que nada te costará regalarme una de tus plumas”.

La Guacamaya dudó un instante pero después reflexionó, nada le quitaba donar una de sus plumas multicolores a esa pobre ave monocromática y así lo hizo.

Al poco tiempo llegó el simio que vio que el cuervo tenía una de las bellas plumas y presionó a la Guacamaya para que le donara también una, ella por no quedar mal, accedió. Así fueron desfilando ante la Guacamaya todos los animales de la selva hasta que la dejaron sin su hermoso plumaje y después de eso no le volvieron a prestar atención.

Por eso no te hagas daño con tal de tener a los demás contentos.


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