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Opinión

Chocolate por la noticia: el cambio climático nos afecta

Por Amy Goodman
September 2010
Los informes diarios del estado del tiempo, presentados alegremente con gráficos coloridos y animación de última generación, parecen transmitir cada vez más información. Pero omiten un hecho fundamental. Imagínense si, luego de la expresión “condiciones climáticas extremas” para llamar nuestra atención, los informes remarcaran “calentamiento global”. Así nos enteraríamos de que debemos hacer algo acerca del cambio climático. 
 Le planteé esta inquietud a Jeff Masters, co-fundador y director de meteorología de Weather Underground, un servicio de información meteorológica en Internet. Masters escribe un blog sobre el clima que tiene muchos lectores y no evita vincular las condiciones meteorológicas extremas con el cambio climático.

“Calor, calor, calor es el nombre del juego este año en el planeta Tierra”, dice el meteorólogo Jeff Masters, mientras el mundo está afectado por eventos climatológicos extremos que han provocado la muerte de miles de personas y el desplazamiento de millones. 

Los incendios forestales en Rusia cubrieron al país de humo, exacerbando lo que ha sido el verano más caluroso en ese país en los últimos mil años. Las lluvias torrenciales en Asia provocaron grandes inundaciones y deslizamientos de tierra mortales en Pakistán, Cachemira, Afganistán y China. Un gran bloque de hielo se desprendió de Groenlandia, dejando una isla de hielo de cuatro veces el tamaño de Manhattan navegando por el océano. La sequía amenaza a Níger y a la región africana de Sahel.

Masters relaciona las crudas estadísticas entre sí:

· En 2010 se han registrado temperaturas máximas históricas en más países en el mundo en un solo año: 17.

· La última década fue la más calurosa de la que se tiene registro.

· La primera mitad de 2010 fue el semestre más caluroso en la historia del planeta.

· Los cinco meses más calurosos de la historia en la zona tropical del Atlántico ocurrieron este año (lo que probablemente provocará huracanes más frecuentes y severos en el océano Atlántico).

“Cada vez tendremos más años como este, en los que suceden acontecimientos de una magnitud increíble que provocan muertes y una destrucción tremenda. Lo que me preocupa es que en la medida en que estas condiciones climáticas extremas continúen aumentando en las próximas décadas y aumente la población, la capacidad de la comunidad internacional de responder a estos desastres y brindar ayuda a las víctimas se verá forzada al límite”.

Y, sin embargo, las negociaciones de la ONU sobre cambio climático parecen dirigirse al fracaso.

El llamado Acuerdo de Copenhague es visto como un documento débil y no vinculante que fue impuesto a los países más pobres como una estratagema para permitir a países como Estados Unidos, Canadá y China escapar de las metas legalmente vinculantes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero estipuladas en el Protocolo de Kioto, que debe renovarse en 2012.

Bolivia, por ejemplo, busca un acuerdo mundial sobre emisiones más agresivo. Está pidiendo límites estrictos a las emisiones, legalmente vinculantes, en lugar de las metas voluntarias establecidas en el Acuerdo de Copenhague. Luego de que Bolivia se negase a firmar el acuerdo, Estados Unidos le retiró millones de dólares de los prometidos en ayuda. El embajador de Bolivia ante la ONU, Pablo Solón, me dijo: “Dijeron que nosotros no apoyamos el Acuerdo de Copenhague, y nosotros dijimos: 'Pueden quedarse con el dinero. No vamos a pelear por unas monedas. Estamos luchando por la vida'”.

La próxima conferencia de la ONU sobre el cambio climático será en Cancún, México, en diciembre. Lograr allí un consenso mundial con compromisos vinculantes parece cada vez más improbable. En definitiva, la política de Estados Unidos, el mayor contaminador en la historia de la humanidad, debe cambiar. Esto solamente sucederá si la gente en Estados Unidos entiende la conexión entre nuestro clima local y el cambio climático mundial. ¿Qué mejor manera que a través del repiqueteo diario en los pronósticos del tiempo? El meteorólogo Jeff Masters me explicó cuál es el meollo del problema:

“Muchos meteorólogos de la televisión son muy escépticos, no creen realmente que el cambio climático sea provocado por el hombre. Fueron seducidos por la opinión impuesta por la industria de los combustibles fósiles de que los humanos no somos realmente responsables, y pueden inventar todo tipo de excusas. Entonces, es un camino difícil porque estamos librando una batalla contra un enemigo que está muy bien financiado, y que está decidido a desinformar sobre lo que dice la verdadera ciencia”.

Quizá debería ser un meteorólogo quien diga hacia dónde sopla el viento.

*Traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español

*Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero diario internacional. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

 


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